En el último día de septiembre el cuadro de apagones que vive la isla debido a la generación eléctrica no es diferente al de los últimos meses e, incluso, se asemeja al de los peores momentos.
Según la Unión Eléctrica (UNE), aunque para el horario pico espera la recuperación de 50 MW en motores de generación y la entrada de la unidad 5 de la CTE Nuevitas con 60 MW, la afectación estaría sobre 1840 MW en este horario.
La empresa informó de averías y mantenimientos en varias unidades de generación, además de falta de combustible y lubricantes que limitan aún más la ya precaria capacidad del Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
Las centrales termoeléctricas cubanas están obsoletas en su mayoría, tras décadas de explotación y un déficit crónico de inversión y mantenimiento, mientras que hay motores de generación eléctrica fuera de servicio por la falta de divisas del país para importar combustible.
Expertos independientes señalan que la crisis responde a una infrafinanciación crónica de este sector, completamente en manos del Estado cubano desde el triunfo de la revolución en 1959.
El Gobierno alega por su parte el impacto de las sanciones estadounidenses a esta industria y le acusa de “asfixia energética”.
Los apagones suponen un fuerte lastre a la economía, que se contrajo un 1,1 % en 2024 y suma en los últimos cinco ejercicios una caída acumulada del 11 %, según datos oficiales, apunta la agencia española.
La CEPAL también prevé que su producto interno bruto (PIB) sea negativo este año.
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Los cortes atizan el cansancio social y alientan el descontento. Han estado vinculados a las principales protestas que se han registrado en el país en los últimos años, como las masivas de julio de 2021 y las menores registradas en los últimos días en La Habana y Gibara.