La industria azucarera cubana, otrora motor de la economía de la isla, atraviesa una hasta ahora imparable crisis que amenaza su supervivencia de más de cuatro siglos.
Las dificultades crecientes en la producción, el deterioro de la infraestructura y las deudas millonarias configuran un panorama crítico que afecta a miles de trabajadores y productores, tal como saca a flote un reciente reportaje del periódico Trabajadores.
La zafra de 2025 cerró con resultados muy por debajo de las expectativas. Según Joaquín Alonso Vázquez, ministro de Economía y Planificación, la producción de azúcar crudo alcanzó solo el 44 % de lo previsto en el primer semestre, insuficiente para garantizar el consumo mínimo nacional.
Entre las causas, el ministro señaló “la insuficiente disponibilidad de caña, combustible físico para el corte, alza y tiro de la caña; el incumplimiento del corte diario; cuestiones organizativas; mala calidad de las reparaciones industriales y los bajos rendimientos de la caña e industrial que se logran”.
Esta realidad evidencia un escenario donde el modelo productivo está fracturado. La asociación entre la agroindustria y los productores de caña no logra sostenerse, como plantea Benigno Oliva Medina, de la Empresa Agroindustrial Municipal de Ciego de Ávila.
“La escasa y, en algunos casos, nula asignación de fertilizantes, herbicidas, petróleo y demás recursos han provocado el deterioro de las cepas y la caída de los rendimientos de 100 a 45 toneladas por hectárea”, señaló el productor a Trabajadores.
Además, Oliva Medina denunció al medio que los incendios intencionales sobre las plantaciones han agravado las pérdidas.

La materia prima deteriorada y los incendios
El deterioro de la materia prima repercute directamente en la capacidad industrial. Elba Peña Rojas, presidenta de la cooperativa 26 de Julio en Banes, Holguín, denuncia que “las quemas nos han causado grandes daños” y que más de 80 incendios afectaron la economía y producción durante la pasada zafra.
La falta de corte oportuno por cepas abandonadas también alimenta la deuda de la industria con los productores, ya que “la Empresa Agroindustrial Azucarera nos debe 22 millones de pesos y se afecta el pago por vinculación a los cañeros y distribución de utilidades”, explica Peña.
La constante falta de recursos básicos es otro factor crítico. El joven productor Joel Collazo Apaceiro, de Artemisa, asegura que entregó “más de 2 mil toneladas de caña y no he recibido ni un centavo de los más de 4 millones de pesos de esa venta”.
A pesar de estos impagos y complicaciones, los campesinos mantienen la siembra y el cultivo con esfuerzos que, en su opinión, no encuentran respaldo real por parte de las autoridades.
Desventuras de una zafra que estaría por debajo de las 150 mil toneladas
¿Dónde están los antiguos colosos?
Los centrales azucareros más representativos, considerados colosos en su momento, han visto caer su capacidad productiva a niveles mínimos, mientras muchos sistemas de riego, vitales para la caña, se encuentran obsoletos o fuera de servicio, lo que dificulta aún más la producción.
El central Antonio Guiteras, en Las Tunas, alcanzó apenas el 16 % de su plan de producción, afectado por “roturas industriales, escasez de combustibles y lubricantes, afectaciones eléctricas y climatológicas, y carencia de especialistas y obreros calificados”, según fuentes locales.
En Ciego de Ávila, el Ciro Redondo logró algo más del 50 % de lo previsto, aunque con materia prima en gran parte proveniente de cosechas rezagadas o pasadas. Con ello, suma siete campañas por debajo del plan, mientras su bioeléctrica —puesta en marcha desde 2020 un costo de 186 millones de dólares— deja de producir millones de kilowatts por esa causa.
En Sancti Spíritus, el central Uruguay fue apagado en 2022, víctima de la baja disponibilidad de caña y la falta de recursos para reparaciones capitales.
Mientras, el Urbano Noris, de Holguín, hizo su última zafra en el 2023, y desde entonces espera infructuosamente por financiamiento para una reparación capital.

Falta de combustible y otras desventuras
La crisis logística agrava la situación. En Sancti Spíritus, Antonio Viamontes Perdomo, director de la EAA Melanio Hernández, subraya a Trabajadores que “las limitaciones principalmente de combustible han influido en que los volúmenes de caña a sembrar no alcancen ni para semilla”.
En Artemisa, el retraso de 34 días en la arrancada de la zafra se debió a la escasez de combustible, lo que limitó severamente la molienda.
Por demás, los obreros refieren carencias en sus condiciones laborales. Yrrael Rouseaux Mansfarroll, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores Azucareros (SNTA), reconoció que de 456 UBPC (Unidades Básicas de Producción Cooperativa), 78 no ofrecen servicio de almuerzo a sus asociados, un problema aún sin resolver en algunos territorios.
El dirigente sindical también confirmó que una treintena de UBPC “afectan en el pago” a unos 4700 campesinos, al tiempo señaló complicaciones con la bancarización que limitan el acceso a salarios, lo que conduce a largas jornadas improductivas.
“Reiteran nuestros afiliados las dificultades para acceder a sus salarios porque recorren largas distancias y muchas veces no pueden extraer el efectivo o reciben muy poco dinero, tienen que retornar al Banco y así desaprovechan varias jornadas de trabajo”, describió.
Perspectivas y reclamos del sector
Ante la crítica situación, el SNTA insiste en que las juntas administrativas deben buscar alternativas para proteger los salarios de los trabajadores. Rouseaux Mansfarroll afirma que “el vice primer ministro Jorge Luis Tapia Fonseca brinda una atención priorizada al tema,” y que se analiza semanalmente la situación en el Grupo Azcuba con participación sindical.
Por su parte, José Luis Jomarrón Cera, presidente de la UBPC Diego Felipe, en Puerto Padre, alerta que la industria azucarera “carece de condiciones técnicas para procesar la caña que hay”, y añade que las pérdidas en las industrias aumentan debido a la molienda desfasada y a cepas quedadas.
Además, a nivel comunitario crece la percepción de abandono histórico.
Leo, usuario en redes, critica que “se ha dejado morir la industria que por mucho tiempo fue la locomotora de la economía cubana”, y lamenta que muchas familias dependían directamente de los centrales, hoy convertidos en ruinas. Carlos Fonseca, otro forista, coincide señalando que fue un gran error cerrar muchos centrales sin enfrentar las consecuencias.
Aunque el Gobierno ha promovido gestiones para revitalizar la industria, incluyendo inversión extranjera y el desarrollo de derivados de la caña, las medidas se perciben tardías y parciales ante la magnitud de la crisis.
La urgencia es mantener la siembra, evitar pérdidas por incendios o mala gestión, y dotar de insumos a los productores para sostener la materia prima.
Sin embargo, el retroceso ha ido acumulándose durante años, con estrecheces financieras, y problemas que tienen raíces tanto en la agricultura como en la industrialización.
La zafra 2025 fue “la peor en más de un siglo,” y sin soluciones rápidas la producción azucarera seguirá niveles bajos que afectarán la economía y el empleo en comunidades históricamente vinculadas a esta industria, considera el reportaje de Trabajadores bajo un título que pulveriza cualquier retórica oficial que aplique paños tibios: “Centrales no muelen esfuerzos, ¡muelen caña!”