Mientras Cuba lucha contra el desabastecimiento crónico de alimentos y una producción agrícola que no logra satisfacer las necesidades básicas de la población, Pinar del Río se destaca desde hace algunos años como laboratorio de innovación.
En esta provincia, donde el tabaco es el pilar económico por excelencia, representando el 70% del total del país, el empleo de drones ha demostrado ser una herramienta valiosa para optimizar recursos y reducir pérdidas. Sin embargo, el avance tecnológico contrasta con una realidad nacional: el campo cubano sigue lejos de garantizar la seguridad alimentaria, que además está codificada en una ley que no cumple.
Del mapeo de daños a la precisión agrícola
La Empresa Geocuba Pinar del Río, en alianza con la poderosa empresa Tabacuba, ha integrado drones en tareas que van más allá de la cartografía tradicional.
Tras el azote del huracán Ian en septiembre de 2022, estos dispositivos permitieron evaluar con rapidez los daños en miles de casas de cura de tabaco, acelerando el proceso de recuperación, pero su verdadero potencial se ha revelado en la agricultura.
Josiel Cue Regalado, director de Geocuba Pinar del Río, explicó que los drones han expuesto discrepancias significativas en las cifras reportadas por las cooperativas. “Encontramos campos donde se declararon 50 mil posturas plantadas, pero el dron reveló solo 40 mil”, detalla al periódico Granma.
Esta precisión evita el despilfarro de recursos estatales, un problema recurrente en un sistema agrícola plagado de ineficiencias.
Combatiendo plagas y fertilizando con rapidez
La tecnología también ha demostrado su eficacia en el manejo de cultivos. En el polo productivo Hermanos Barcón, un campo de frijoles asediado por plagas fue tratado con drones en cuestión de horas, salvando parte de la cosecha.
Algo similar ocurrió en Guanajay, Artemisa, donde una plantación de yuca, sembrada en un terreno difícil, fue rociada con insecticidas sin necesidad de maquinaria pesada.
Estos éxitos han motivado la importación de diez nuevos drones, destinados a reforzar las áreas tabacaleras (el 70% de la producción nacional) y extender su uso a viandas, hortalizas y granos.
No obstante, el alcance de esta tecnología sigue siendo limitado frente a problemas estructurales: falta de combustible, insumos agrícolas y una mano de obra envejecida.
Fertilizando desde el aire: drones sobre frijoles en Pinar del Río
Innovación en un sistema en crisis
La agricultura cubana enfrenta un dilema: mientras Pinar del Río se moderniza, el país depende de importaciones para el 80% de los alimentos que consume.
La tecnología mejora la eficiencia, pero no resuelve fallas como la desmotivación de los productores, los precios acaparados por el Estado o la obsolescencia de la infraestructura.
La implementación de drones, aunque alentadora, choca con una realidad más amplia: sin reformas profundas que incentiven la producción privada y eliminen trabas burocráticas, incluso las herramientas más avanzadas tendrán un impacto marginal.
Se considera que en el caso particular de los drones, resulta muy costosa todavía la extensión de su utilización ya que de forma práctica sólo la Empresa GEOCUBA dispone de toda la infraestructura y el personal capacitado para su utilización más completa por lo que las diferentes empresas, instituciones y campesinos que deseen emplearlos deben realizar grandes desembolsos, estimó un estudio publicado en 2024 por la Universidad Agraria de La Habana y el Ministerio de la Agricultura.
A pesar de que inicialmente se utilizaron principalmente con fines militares, los drones pueden emplearse en la agricultura, siendo los japoneses los primeros en su empleo exitoso en la década de los 80 para la fumigación.
Estos equipos se utilizan para la topografía aérea, incluido el monitoreo de cultivos, el mapeo de campo, la pulverización de pesticidas, la toma de imágenes y la evaluación de la salud de los cultivos, entre otras prestaciones.