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El anunciado Programa de Gobierno que ahora se debate en segmentos institucionales exhibe una falencia significativa al normalizar el desacoplamiento entre el costo creciente de la canasta básica de bienes y servicios de referencia (CBSR) y los salarios. Esta distorsión estructural, lejos de resolverse, se oculta bajo la retórica oficial y se traduce en una variante de terapia de choque que posterga soluciones inmediatas y transparentes.
Se trata del “ocultamiento del dato ‘maldito’ del costo oficial de la canasta”, describe el economista y profesor universitario Pedro Monreal en un comentario analítico aparecido esta semana en la plataforma Substack.
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Estimaciones independientes del costo de la CBSR. Distancia con los datos oficiales
En el texto, Monreal cita al académico cubano Javier Pérez Capdevila, quien ha estimado aproximadamente en 50 157 pesos (CUP) el valor mensual actual de la canasta de bienes y servicios de referencia (CBSR) por persona.
El cálculo, que incluye un gasto en alimentación de 37 590 pesos mensuales, ha sido un ejercicio aproximativo a partir de su experiencia personal en Guantánamo, ciudad donde nació este científico, reconocido internacionalmente por sus aportes a la “matemática borrosa” y su aplicación en la economía, la contabilidad y las gestiones de la ciencia y del conocimiento.
El cómputo realizado por Pérez Capdevila se agrega a mediciones como las realizadas por el economista cubano Omar Everleny de 45 401 CUP mensuales para dos personas en diciembre de 2024 (incluyendo 24 mil 351 CUP en alimentos) y la estimación por el Food Monitor Program (un observatorio independiente que mide la inseguridad alimentaria en Cuba) de un valor de 41 735 CUP de la canasta básica alimentaria para dos personas en La Habana en agosto de 2025.
De acuerdo con el análisis del doctor Monreal, sin tomar en consideración las diferentes cuantificaciones y los métodos utilizados para los cálculos, tales estimados comparten dos características: “primero, se encuentran considerablemente distantes de los últimos datos oficiales de la CBSR informados en octubre de 2021 (3 250 CUP mensual por persona) y sobre los cuales no se han divulgado más actualizaciones, y segundo, son muy inferiores al dato más reciente del salario estatal medio mensual de 6 mil 685,3 CUP (enero-septiembre de 2025).
Para el experto, la ostensible distancia entre las estimaciones del costo de la canasta básica de bienes y servicios de referencia (CBSR) y los salarios estatales parece ser la clave para entender el persistente silencio oficial en torno a la actualización de su valor.

Una actualización que aún no llega
Durante la exposición de las “proyecciones” gubernamentales para 2024, en diciembre de 2023, el primer ministro, Manuel Marrero, aseguró que se trabajaba en la actualización del costo de la CBSR. Sin embargo, desde entonces el tema ha desaparecido del discurso público, sin nuevas precisiones ni datos oficiales.
Para Monreal no se trata de una omisión menor: la publicación de un valor oficial de la CBSR que se acercara a las estimaciones independientes —o incluso ligeramente inferior— pondría en entredicho la narrativa política de un modelo económico exitoso o al menos viable, convirtiéndose en un golpe simbólico contra esa promesa central del proyecto gubernamental.
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“Sería una especie de clavo en el ataúd de la promesa política de un socialismo próspero y sostenible”, consideró Monreal, residente en Madrid y un activo observador de las dinámicas económicas en la isla.
De acuerdo con el economista, en el año 2020, durante la intensa campaña de comunicación sobre el proceso de reestructuración y unificación monetaria denominada Tarea Ordenamiento, el costo de la canasta básica fue objeto de focalización, toda vez que se presentaba como “un pilar estadístico de uno de los cuatro componentes cruciales del ‘Ordenamiento’: la transformación de los ingresos de la población”.
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Cálculos oficiales, realidades no consideradas
El procedimiento oficial para calcular el valor “de diseño” de la canasta básica de bienes y servicios de referencia (CBSR) fue explicado en detalle al inicio del llamado “Ordenamiento”, el 1 de enero de 2021.
Según las estimaciones, ese costo se ubicaba en 1528 CUP per cápita mensual, cifra que se convirtió en el soporte estadístico de toda la reforma.
A partir de ese cálculo, se determinó el salario mínimo en 2 100 CUP, resultado de multiplicar el costo de la CBSR por un coeficiente de 1,3. “El salario mínimo fue concebido como el piso base de la nueva escala salarial del ordenamiento”, resaltó Monreal en su análisis.
Ese ingreso mínimo no solo pretendía garantizar un nivel que evitara —o al menos redujera— la pobreza, sino que además servía de referencia para estructurar la pirámide salarial. En teoría, los ingresos debían alinearse con factores como la cualificación, el nivel de responsabilidad y las condiciones del puesto laboral.
El salario mínimo también funcionaba como parámetro para otros ingresos sociales. “Se utilizó como referencia para pensiones, garantías laborales en caso de interrupciones y para fijar el umbral de asistencia social”, explicó Monreal, subrayando que el diseño inicial buscaba dar coherencia a todo el sistema de prestaciones.

Para el académico cubano, “aquel entramado de variables y de efectos deseados entre ellas en que se apoyó el ‘diseño’ del programa se vino abajo precisamente cuando uno de sus pilares estadísticos, el costo de la CBSR, se disoció —por la inflación— de manera abrupta y notable respecto al valor que, según el ‘diseño’, deberían tener importantes variables como el salario mínimo, los salarios y pensiones”.
El fallo del diseño provocó un ajuste del lado de los ingresos que revirtió radicalmente y de manera rápida el funcionamiento “planificado” de los incentivos del sistema económico: los ingresos del trabajo dejan de ser el componente principal del bienestar familiar, desentrañó Monreal, quien a principios de los años 90 fue profesor visitante en el Kellogg Institute for International Studies, con sede en la Universidad de Notre Dame, Indiana, Estados Unidos.












