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En medio del apagón cotidiano y en la espesura de las tinieblas, un grupo de vecinos descubrió un “cocuyo gigante” en el municipio capitalino de Marianao. A la sorpresa del hallazgo, se sumó el hecho de poder alimentar los celulares y lámparas recargables con la energía del “insecto”. ¿Un chiste?
Más que una tomadura de pelo, la parrafada es una metáfora de la vivienda de Carlos Cancell, dotada de un panel solar y del resto del sistema de acumulación energética por baterías. Toda una novedad en su barrio, que vive con un pie en el siglo XX y otro en el XXI, pero con excursiones al XIX, mediante carretones tirados por caballos, velas encendidas e improvisadas cocinas de carbón, todo lo cual ni es metafórico ni bromista.
A un par de meses de funcionamiento de los paneles, los inspectores de la Unión Eléctrica (UNE) le tocaron la puerta con caras de pocos amigos. Querían saber qué y cómo hizo Carlos para recortar drásticamente su consumo al sospechar de alguna triquiñuela. Parsimonioso, el cliente mostró su equipamiento a los fiscalizadores. “Ah”, respondieron con desgano al conocer la causa de la estrepitosa caída del gasto.
Con su par de paneles, Cancell dispone de energía 24/7 para su refrigerador, luces, ventiladores, televisor, equipo de música, etcétera.
Considerada por algunos como un “cocuyo” con 4,5 KW al día, en las jornadas en que el Sistema Electroenergético Nacional ha colapsado, muchos vecinos se han beneficiado de los servicios solidarios que brinda la “planta” de este comercial de Captura Aid and Trade (Ayuda y Negocio), una mipyme con capital noruego que representa en Cuba al poderoso fabricante chino de tecnología fotovoltaica Bluesun.
La empresa produce paneles solares monocristalinos y policristalinos de alta eficiencia, inversores, baterías de litio, AGM y gel, sistemas de montaje y controladores de carga MPPT y PWM, con rangos de potencia que van desde los 5W hasta más de 650W por panel.
“En mi barrio, cuando hay apagones, mi casa es la única con luz. Los vecinos vienen por las noches y les presto una extensión para que puedan conectar ventiladores y dormir mejor”, contó Cancell Gómez a OnCuba, durante una conversación de sobremesa en la residencia del embajador noruego en Cuba John Petter Opdahl.
Desde el punto de vista técnico, ¿qué tipo de colectores solares están utilizando?
Los sistemas que estamos montando son paneles solares monocristalinos. También tenemos paneles bifaciales para montajes grandes, que generan energía por ambos lados, aumentando la fiabilidad en la generación eléctrica.
¿Ambos tipos de paneles son de silicio?
Sí, ambos. El silicio es el material que más rendimiento tiene.
¿Cuáles son las mayores dificultades en Cuba para extender este tipo de tecnología?
En nuestro caso, las dificultades principales están en el sector residencial. Los cubanos, en su inmensa mayoría, manejan moneda nacional, pero el sistema hay que pagarlo en dólares y el pago es en el exterior, a través de transacciones bancarias. Trabajamos directamente con una fábrica en China y pagamos en dólares. Estamos trabajando para poder vender en moneda nacional en el futuro, porque hay un sector de la población con mucho interés que solo tiene acceso a moneda nacional.
¿En qué zonas de Cuba hay más necesidad de estos sistemas?
En la zona centro-oriental los apagones pueden durar más de 20 horas. Productores como panaderos y elaboradores de alimentos necesitan estos sistemas porque, sin energía, se les echa a perder la materia prima.
¿Quiénes son los principales clientes actualmente?
Principalmente el sector privado, las mipymes y los trabajadores por cuenta propia (TCP) en la capital. Por ley, tienen hasta cinco años para montar su propia fuente de energía eléctrica. Los nuevos negocios deben tener instalado su sistema eléctrico independiente para ser aprobados.

El contrato y su archipiélago de dificultades
Por estos días, la atención de Carcell Gómez está centrada en las negociaciones con un mercado en Miramar, ubicado en 13 y 42. Allí, la empresa planea instalar un sistema solar de 100 KW, una solución imprescindible para un mercado tan amplio que, para funcionar, necesita una fuente eléctrica independiente del sistema nacional, tan vulnerable a los vaivenes de la isla.
La ejecución de estos programas, sin embargo, no es tarea sencilla en Cuba. Carlos sabe que, una vez firmado el contrato, comienza la carrera por asegurar los materiales de construcción: cemento, arena, piedra, recursos siempre escasos y sujetos a déficit. De hecho, son la primera de las prioridades. Si no se resuelven los insumos, el contrato se congela hasta tanto.
Los sistemas que instalan provienen de China, arriban por vía marítima y el proceso de montaje se prolonga más de lo deseado, en parte por la espera necesaria para que fragüe la mezcla y se preparen las bases de los paneles solares.
La preocupación por el clima no es un dato menor en sus cálculos. Los sistemas que comercializan, asegura, están diseñados para resistir a huracanes de categoría 1. No más allá en un Caribe que procrea monstruos de categoría 4 y 5 en cada temporada ciclónica. Si el cliente cuenta con una planta eléctrica, puede utilizarla para alimentar la batería del sistema solar durante una tormenta y, así, mantener el flujo de energía cuando más se necesita.
La versatilidad es otra de las cartas de triunfo de Captura. Las baterías pueden recargarse de tres maneras: a través de la red, de la luz solar o de una planta eléctrica.
La vida útil de los paneles solares ronda los 30 años, aunque en ese tiempo su eficiencia puede disminuir hasta 23 %. El inversor, por su parte, alcanza los 10 años, y la batería, el componente más costoso, puede durar entre 3 y 10 años, dependiendo de su tipo.
Para Carlos no hay dudas sobre la calidad de la tecnología china que emplean.
Fundada en 2013 en la ciudad de Hefei, BlueSun Solar figura entre las cinco mejores fábricas del mundo, con presencia en 190 países y una amplia experiencia en África, donde han instalado sistemas eléctricos nacionales.
El éxito futuro de Captura en la isla también dependerá de cómo se adapte a las posibilidades financieras del mercado doméstico, en medio de un proceso de dolarización acelerado como política de Estado para apresar divisas frescas a partir de bienes y servicios en una sociedad donde aproximadamente el 26 % de los hogares reciben remesas.
Según estimaciones de Diálogo Interamericano citadas por el servicio en español de la cadena estadounidense CNN, tales remesas en su mayoría son giradas desde Estados Unidos, que concentra alrededor de 92 % de los envíos, que en muchos casos llegan a través de “mulas” (emisarios financieros).
De acuerdo con el comercial Cancell Gómez, Captura está creando las condiciones económicas para ofrecer sistemas solares a familias cubanas en moneda nacional, quizás para 2026 o 2027, consciente de la necesidad de una parte significativa de la población.

Sobre el sistema eléctrico nacional, el experto se muestra escéptico. Considera que la recuperación depende de líneas de crédito internacionales que hoy no existen y de una inversión de miles de millones de dólares.
El acceso a hidrocarburos seguirá siendo problemático: el petróleo cubano, con alto contenido de azufre, carcome las termoeléctricas, y actualmente se depende del crudo importado.
Los apagones, explica, son consecuencia directa de la decrepitud tecnológica, pero también del déficit de combustible. Por eso, el gobierno impulsa la transición hacia la energía solar a como dé lugar.
¿Existe riesgo de robo de los paneles solares?
Es posible que alguien intente robar un panel, pero no es fácil. El sistema requiere una llave especial para desmontarlo y una conexión específica. Si cortan un cable sin cuidado, el panel queda inutilizable.
Pongamos por caso que los malhechores sean sofisticados, ¿existe mercado para paneles robados?
Por ahora no se han reportado robos, pero podría haber mercado en el futuro. Sin embargo, la dificultad técnica para desmontarlos y reutilizarlos es una barrera en sí misma.
Esperanza sobre las cubiertas
En las techumbres de La Habana y en los campos de las provincias, un nuevo símbolo de esperanza y modernidad ha comenzado a distinguirse: los paneles solares.
A medida que la crisis energética de Cuba se profundiza, marcada por apagones nacionales recurrentes y una infraestructura eléctrica al borde del colapso, la energía solar emerge como la alternativa más viable para miles de cubanos y empresas que buscan mitigar la incertidumbre y la paralización diarias.
El país ha padecido tres apagones nacionales en los últimos siete meses, además de cortes que sobrepasan las 24 horas hasta llegar a las 40 ininterrumpidas, en tanto el gobierno ha impuesto un decreto que obliga a empresas estatales y privadas a generar 50 % de su consumo eléctrico antes de 2028. Esta medida, aunque drástica, ha acelerado la transición hacia fuentes renovables, especialmente la energía fotovoltaica.
“Ha sido un boom”, afirma Henry Fernández, director comercial de Captura. “Restaurantes, supermercados, embajadas y hasta fabricantes de maquinaria están adoptando esta tecnología”, añade.
Por estos días, las autoridades reconocen que la demanda durante mayo ha llegado a superar los 3 400 MW en las horas pico, generando déficits que rondan entre 1 000 y 1 800 MW y provocando afectaciones continuas en el suministro eléctrico en todo el país.
“La demanda ha crecido exponencialmente. Empresas que antes gestionaban un proyecto al mes ahora manejan hasta siete, incluso sin publicidad”, agrega el economista.

¿Calculas que el consumo energético en Cuba se seguirá multiplicando en la medida en que esa economía capitalista se siga expandiendo?
Por supuesto. Las economías familiares buscan soluciones para no parar. Lo intentarán todo porque les va la supervivencia. Entonces el consumo va a seguir creciendo, pese a todos los problemas y las situaciones adversas. Y de hecho, el gobierno exige que ese crecimiento se acompañe de aportes energéticos significativos. De lo contrario, el negocio es inviable. Ya sea porque estás obligado por la ley, o por las circunstancias (apagones).
Y las relaciones con las autoridades, ¿qué tal son?
Fluyen, en medio de lo que es la normalidad en Cuba: la burocracia, las dificultades logísticas, los pagos de nuestros servicios, que hay que depositarlos en el extranjero. De lo contrario, es imposible facturar.
De cierta manera, opera un corralito financiero…
Actualmente, ninguna compañía que esté trabajando aquí, ninguna empresa, a no ser que funcione en moneda nacional y que tenga su ciclo financiero bien establecido, puede depositar aquí, porque tú necesitas pagarle al proveedor, sacar dinero en una operación comercial y aquí no se puede sacar de los bancos para pagar en el extranjero. Solo lo puedes utilizar internamente. Así que en el 99 % de los casos tienes que tener dinero para pagar fuera: proveedor, consumo, materiales, el flete, todo…Pero además, puede haber una empresa que te dé un servicio aquí y luego te pide que le pagues en el exterior. Entonces, ¿cómo lo haces?
¿Y es muy alto el grado de impuestos?
No es tan alto. Pero bueno, siempre te lo sientes. En primer lugar, porque Captura está comenzando a edificar algo y el comienzo siempre es difícil, no dispones de todos los recursos. Pero si esperas a tenerlos todos no haces nada.
En la medida que vas creciendo, vas construyendo lo que necesitas. Y no es fácil, si lo fuera todo el mundo lo hacía. No es fácil hacer una empresa, estar en un mercado y competir. A veces lo más fácil es que hay tantas personas haciéndolo mal que si tú lo haces bien te impones en el mercado.

Un mercado en auge y un futuro incierto
En La Habana, la energía solar se concentra en negocios de servicios, mientras que en las provincias, donde los apagones pueden durar más allá de 20 horas diarias, los agricultores recurren a sistemas solares para garantizar el riego y otros servicios básicos.
El auge no es casual. El sistema eléctrico cubano, dependiente de termoeléctricas obsoletas y afectado por la falta de divisas, requiere inversiones multimillonarias que el país no puede asumir en su estado actual. Según expertos del sector, la apuesta por la energía solar no es una moda pasajera, sino una necesidad estructural.
El gobierno, consciente de la urgencia, ha lanzado con apoyo chino un ambicioso plan para construir 100 parques solares antes de 2031, con una capacidad instalada de 2 mil megavatios. Sin embargo, hoy la energía solar representa menos del 10 % de la matriz energética nacional.
Parques solares vs. apagones: entre las ilusiones y la realidad (I)
Mientras tanto, la precariedad del Sistema Electroenergético Nacional (SEN) ha tenido un impacto económico devastador. Empresas extranjeras, mipymes y autónomos (TPC) han sufrido pérdidas por la interrupción de servicios esenciales como cámaras frigoríficas, servidores y pagos digitales, entre otros.

Soluciones a la carta
La respuesta del sector privado ha sido ágil. Empresas como Captura ofrecen sistemas solares “llave en mano”, desde pequeños kits de 1 KW para hogares hasta instalaciones de 20 KW para negocios, con baterías de litio o GEL y opciones híbridas que permiten vender energía a la red pública.
Los precios de estos sistemas varían entre 1 550 y 18 500 dólares, según la capacidad y el tipo de batería, cifras que reflejan tanto la sofisticación tecnológica como la urgencia del mercado. Con los sistemas “híbridos”, se puede también vender electricidad a la red pública.
Además, productos como bombas solares, luces LED de alta eficiencia y mochilas solares para cargar dispositivos móviles —cuestan 34 USD— amplían el abanico de soluciones de Captura para una población que busca desesperadamente autonomía energética ante la decadencia o nulidad del servicio público.
En medio de la crisis, el emprendimiento social se ha convertido en un motor de esperanza y de acceso a tecnologías respetuosas del medioambiente. Nuevas mipymes surgen con el objetivo de ofrecer empleo digno a jóvenes cubanos y de replicar modelos de negocio sostenibles. Una de ellas es Renova, en la provincia de Camagüey, igualmente dedicada a la panelería solar y conectada con proveedores chinos.
El reciente éxito de Captura al ganar ante seis competidores la licitación para suministrar energía solar a la Embajada de Noruega en La Habana —sustituyendo generadores diésel por 162 paneles solares y 17 baterías de litio— es un ejemplo del potencial transformador de esta industria.

No obstante, el camino no está exento de desafíos y estadísticas deprimentes. La economía cubana se contrajo un 1,9 % en 2023, presuntamente no creció el pasado año y las perspectivas de crecimiento del actual son nulas, aunque oficialmente se habló de 1 % a principios de 2025.
El descontento social se traduce en un éxodo migratorio récord (entre 2021 y abril de 2024, más de 1,79 millones de cubanos se marcharon del país) y protestas puntuales cada vez más frecuentes ante una imparable declinación de los indicadores sociales. En paralelo, la delincuencia y el consumo de drogas tampoco para de crecer.
Kjell, el amigo nórdico
El empresario y religioso noruego Kjell Ove Hatlem es un viejo conocido de los cubanos. Ha liderado y coordinado diversos proyectos de ayuda humanitaria en la isla entre 2021 y 2023, incluyendo el envío de medicinas, suministros médicos, alimentos y artículos de higiene.
Con una trayectoria que se remonta a 2013 trabajando con organizaciones eclesiásticas cubanas para fomentar la creación de empleos e ingresos a través de negocios sostenibles a pequeña escala, Hatlem ha seguido de cerca la realidad cubana desde su primer viaje en 2005, realizando entre cuatro y ocho visitas anuales en los últimos años, salvo durante la pandemia.

En septiembre de 2024, viajó a La Habana para participar como empresario en la III Feria Internacional de Energías Renovables, celebrada en Pabexpo con la participación de 41 empresas expositoras, que representaron a 17 países, incluyendo España, Alemania, Canadá, China, Italia, Holanda, Rusia y México, entre otros.
En conversación con OnCuba, Hatlem explicó que prefieren usar el término “entendimiento social” en lugar de “economía solidaria”, una praxis vinculada principalmente al cooperativismo surgido en el siglo XVIII como respuesta a las despiadadas condiciones sociales y económicas generadas por la Revolución Industrial.
“Intentamos ayudar a nuevas empresas establecidas, pero sin buscar grandes beneficios para nosotros y asumiendo mucho riesgo, como lo hacemos en Noruega”, afirmó Hatlem, quien precisó además que cuentan con 24 socios que han invertido en Captura Aid and Trade para apoyar a jóvenes cubanos como Carlos y sus familias.
“Creamos la empresa y toda la estructura necesaria, y cuando la logística de mercancía y pagos funciona bien, invitamos a más personas a formar parte de nuestra red”, añadió con su siempre talante distendido y una precavida locuacidad en español.
Se cuestiona la viabilidad de la expansión de la energía fotovoltaica en Cuba por los altos costos de mantenimiento. ¿Es realmente así?
No, no es así. Si se compran productos de calidad, el coste de mantenimiento es muy bajo. Por ejemplo, ofrecemos productos con garantía de 30 años, baterías con tres o cinco años si son de gel o litio, e inversores con tres años. El problema surge cuando se instalan productos de baja calidad, que pueden fallar a los 4 o 5 años. Es fundamental apostar por la calidad.
¿Existen problemas en el mercado cubano con la calidad de los paneles solares?
Sí, muchas veces entran paneles de baja calidad al país. Los vendedores en el exterior pueden advertirlo, pero aquí los venden como si fueran de primera calidad. Eso genera problemas porque los paneles no duran y hay que reemplazarlos antes de tiempo.
Intentamos siempre vender a precios que sean lo más accesibles posible. Es muy triste lo que pasa en Cuba ahora: Se venden paneles solares a un sobreprecio (200 o 250 USD) por cada panel, y luego se venden inversores y baterías que muchas veces no funcionan con los paneles, debido a que no son compatibles.
Nuestros paquetes vienen completos de la fábrica Bluesun en China, y están diseñados y configurados para funcionar como un sistema. Entonces, cuando los clientes nos compran, pagan 100 USD por cada panel que son de calidad superior.
Dada su continua itinerancia a la isla, ¿cómo percibe la evolución del consumo eléctrico en los últimos años?
El consumo se ha triplicado, sobre todo por el turismo y la apertura de muchos negocios que antes no existían. Los turistas exigen aire acondicionado, lo que aumenta la demanda. El país no tiene cómo responder.

¿Cómo caracterizaría las relaciones con las autoridades cubanas para operar en el país?
Son muy buenas. Tenemos el permiso de MINCEX y estamos trabajando con México para tener una empresa 100 % extranjera. Aunque hay problemas normales de burocracia, hasta ahora hemos podido avanzar bien.
¿Cuál es el tiempo estimado para recuperar la inversión y obtener rentabilidad?
Estamos en el inicio, así que es pronto para decirlo. Lo importante es crear puestos de trabajo y tener precios rentables para poder mantener la actividad, incluso pagando sueldos dignos.
¿Cómo afecta la situación salarial y social cubana a su proyecto?
Es difícil para los cubanos, incluso para buenos profesionales, vivir con salarios tan bajos. Algunos ganan apenas 15 USD al mes. Hay que tener ética y pensar en construir un país donde todos puedan tener un salario decente y acceso a productos básicos.
¿Piensan que Captura Aid and Trade puede contribuir a mejorar la crisis estructural del país?
Somos pequeños, pero podemos ayudar en aspectos estructurales, como facilitar el acceso a envases para pequeños productores. También ayudaremos a que más personas puedan producir y vender productos de calidad.
¿Cómo percibe el futuro de Captura en cinco años?
Esperamos haber crecido, consolidado la logística y ayudado a más cubanos a crear y mantener sus empresas. Si sumamos esfuerzos, podemos tener un impacto importante en el país.
Puede que mi pregunta sea una boutade, pero ¿podría Cuba llegar a un punto como Australia, donde la generación solar residencial aporta cerca de 15 % de la electricidad que consume el continente?
Tal vez en 2050, pero actualmente la escasez de producción eléctrica en Cuba es enorme. El gobierno tiene planes para construir muchos parques solares, pero hacen falta unos 2 mil millones de dólares para alcanzar el nivel necesario, y no hay financiación para eso. Han recibido algunas donaciones de China, pero la producción es menos de la mitad del consumo.
Un arquitecto que construye ficciones
Fernando Martirena (Santa Clara, 1992) es un arquitecto cubano graduado en 2016 en la Universidad Tecnológica de La Habana (CUJAE), donde también fue profesor de Teoría y Crítica. Es cofundador y uno de los integrantes principales del estudio de arquitectura Infraestudio, fundado en La Habana en 2016 junto a Anadis González y David Medina.
Su proyecto inaugural, el Centro de Arte de Línea, una restauración faraónica de una casona del siglo XIX en el Vedado, tardó nueve años en completarse y marcó la consolidación de su filosofía de diseño, basada en la creación de ideas y estrategias de adaptabilidad y resiliencia más que en la producción material tradicional.

Fernando, mencionabas algo intrigante sobre la posible división clasista que puede generar la electrificación privada a partir de paneles solares residenciales en Cuba. ¿Cuántas personas o qué sectores de Cuba se quedarían atrás si eso ocurre?
Bueno, yo no he hablado de clasismo. Creo que el cubano cumple sus objetivos de manera muy diferente. El ahorro de energía y la conexión a la red va a ocurrir de manera legal o ilegal. El clasismo en cuanto a quién tiene lujos ya es evidente desde hace mucho.
La sostenibilidad forzada que impone la falta de luz, la captación de agua de lluvia y el uso de aljibes, o el tema de la electricidad con ecoflows y paneles solares, son cosas forzadas y necesarias. No parten de una conciencia ecológica global, sino de resolver una situación muy específica en Cuba. La gente buscará la manera de resolver el problema: habrá quien compre el sistema noruego y quien use una batería de carro.
Esto se suma a una sociedad que se mueve en varios niveles y velocidades, en modos y formas de recolectar recursos para la vida. ¿Cómo podría una iniciativa como la tuya, Infraestudio, tener algún gesto solidario real?
Solo en la ficción. Solo en el discurso, en la propaganda hacia la sostenibilidad. En la vida real no, porque trabajamos a microescala desde el sector privado. Hasta que no seamos una fuerza social y el arquitecto se convierta en una figura influyente, será solo ficcional, no real.
¿Entonces para ti la sostenibilidad solidaria es solo una ficción que no es capaz de generar expectativas realistas?
Sí. Para mí la ficción es suficiente. En este país me he movido por una ficción. Muchos países y religiones también lo hacen. Las ficciones a veces son suficientes, lo importante es comunicarlas y que lleguen a muchos. El problema no es el poder de la ficción, sino su capacidad de llegar. La sostenibilidad no es una agenda del pueblo cubano, pero ahora se está convirtiendo en una, aunque sea a la fuerza. Eso no la hace peor, solo diferente.
¿La arquitectura puede jugar un papel en las necesidades energéticas de la gente? ¿Existe una arquitectura específica para eso o es solo adaptación?
La llamada arquitectura verde es muy comercial y tiene una relación cromática con el dólar (risas). La arquitectura buena para eso es la colonial, la romana, la moderna.
Los años 50 en La Habana fueron un ejemplo mundial de cómo tratar el clima. El movimiento moderno cubano es perfecto para eso. Ahora, el tema de la luz eléctrica no lo resuelven los arquitectos. Podemos impulsarlo, pero depende de que el mercado baje los precios y se popularice. Ahora solo una parte ínfima de la población puede comprar paneles solares, pero si más gente compra, bajarán los precios, como pasó con la cerveza.
Hablabas también del paisaje urbano, con equipos de refrigeración, climatización y tanques de agua. ¿Esto desfigura o afea el hábitat?
Nunca hablo de feo o bonito, porque creo que La Habana es muy bonita pese a todo, incluso las cosas feas pueden ser lindas. El primer paso es resolver el problema individualmente. El segundo es unirse en grupo y pasar de la microescala a una escala mayor, donde los edificios tengan sistemas centralizados de aire acondicionado, tanques para todo el edificio y paneles solares colectivos. Eso reducirá la emisión de CO2 y ordenará la ciudad, pero es una segunda etapa, que aún no ocurre.
¿La huella de carbono en nuestra ciudad es considerable?
Por supuesto. La Habana tiene muchísimos aires acondicionados y agua. El agua que producen los aires acondicionados, si se recolectara, serviría para muchas cosas, pero se pierde por una red, caduca. Más del 50 % del agua se pierde.
¿Es posible aprovechar mejor los recursos, incluso en medio de esta decadencia sin frenos?
¡Claro! En situaciones como la de Cuba a veces se llega más rápido a la sostenibilidad. La crisis puede ser un atajo a la sostenibilidad y un filtro al clasismo tecnológico, precisamente por la escasez de recursos.
¿El cambio depende solo de los políticos o también de los comunicadores y otros actores sociales?
Depende de todos: políticos, comunicadores, influencers, empresas, actores. Todos distribuyen ideas, y por eso digo que la ficción es importante. Lo discursivo es suficiente: que la gente converse sobre paneles solares es más importante que dos o tres empresas grandes se vuelvan sostenibles. Primero la conversación, después la solución.
¿La arquitectura en tiempos de crisis tiene algo que decir, proyectar o aplicar? ¿Cómo sobrevive a la inclemencia?
Es una pregunta compleja. Creo que la arquitectura nunca ha tenido nada que decir, siempre es consecuencia de una acción política o económica. El arquitecto responde a un encargo, custodia intereses ajenos. En ciudades como Medellín (Colombia) o Curitiba (Brasil), la arquitectura sella el contrato político y lo convierte en producto visual. La arquitectura llega al final de la ecuación, hace evidente lo que ya ocurría antes. Siempre llega demasiado tarde.
¿Nunca es una adelantada?
Un proyecto arquitectónico demora años en tomar vida. Los arquitectos no construyen edificios, construyen ficciones.