El penúltimo día de 2022 llegamos a la Calle Cuba entre Tejadillo y Empedrado, Habana Vieja. El productor y amigo Enrique Carballea insiste cada semana en las propuestas artísticas que ofrece este sitio y más vale hacerle caso a un hombre como él.
Somos los primeros en llegar. Media hora después, todo el mundo canta temas clásicos argentinos. Descubro a Liliam Ojeda acompañada de unos músicos fuera de serie. La gente tararea temas de Fito, María Elena Walsh, Charly García…
Alguien cerca nos desea para 2023 “salud y salida”. Ha sido un año “perro”, pero la música ayuda un poco y en aquella terraza de la calle Cuba uno trata de olvidar.
Estamos en el Café Solás, que también se conoce como El Café de los Artistas.
Vuelvo a Carballea, “más músico que algunos que andan por ahí”, dice el melómano Humberto Manduley y le damos toda la razón. Es uno de los productores musicales más reconocidos de la isla. Varias veces premiado en la Feria Internacional Cubadisco, Enrique Carballea se mantiene constantemente creando y no lo piensa dos veces para apostar por los artistas que empiezan.
Como productor ejecutivo comenzó a trabajar con el inolvidable Santiago Feliú y siguió con otros artistas y agrupaciones como Sergio Vitier, Emiliano Salvador, Monte de Espuma, Donato Poveda, Frank Delgado, entre otros.
Vinculado al Café Solás, ha sido uno de los responsables de llevar allí a músicos como Francis del Río, el grupo Pyra, Emir Santana, Janio Abreu, Alejandro Falcón, Emilio Morales o el grupo español Las Mónicas, entre otros.
¿Por qué apuestas por un proyecto como este? ¿Qué te motivó?
A los dueños los conozco desde que eran niños. Tuve la suerte de ser “protegido” en mi juventud por el magisterio excepcional del intelectual uruguayo Sergio Igor Benvenuto Machado. Fue mi universidad, mi tutor, mi mecenas espiritual y todavía lo sigue siendo. En su casa conocí y fui entrevistado con 25 años por Daniel Viglietti para contar mi experiencia como aprendiz de productor. Sergio me abrió esa puerta generosamente como si se tomara un mate.
Cuando uno de sus hijos, Aldo, me llamó para “inventar” la programación, no lo dudé. Desde mayo de 2022 ha sido una noche mágica cada lunes. Me apasiona oír a músicos geniales y cubanos tan cerca.
¿Cómo describir el lugar en pocas palabras?
En esta terraza mágica del Jazz de La Habana la música cura cualquier desgarradora situación. El Café Solás es una buena etapa de vida. No sé cuánto me dure, pero lo disfruto. Incluso, cuando regreso a mi casa a las tantas de la madrugada y me acompaña el milagro de haber vivido una noche iluminada en una ciudad desierta. Es milagroso a veces.
Una propuesta cultural comunitaria
El Café Solás es hijo de un primer proyecto que se llamó Café de los Artistas, ubicado en el Callejón de los Peluqueros, iniciativa del artista Luis Carlos Benvenuto Solás.
“Después de algunos años decidimos apostar por este proyecto Café Solás que mantiene como slogan ‘El café de los artistas’, enfocado en la figura de Humberto Solás y está abierto a toda la cultura cubana. Siempre lo hemos soñado como un proyecto cultural con bar-restaurante incluido, justamente porque venimos de ese mundo: el de la danza, el Festival de Cine de Gibara, etc.”, comenta a OnCuba Sergio Benvenuto Solás.
“En esta etapa post-Covid hemos podido lanzarnos a experimentar, hemos sido más osados. Por ejemplo, el proyecto de jazz que coordina Enrique Carballea lo cuidamos mucho. También el cineclub Barrio Cuba que coordina Sergio Adrián Benvenuto está dirigido a muchachos de 20 a 25 años. Los chicos vienen a ver películas y hemos invitado a figuras del cine nacional”.
Hace unos meses el Café Solás celebró los veinticinco años del estreno de la película Zafiros, locura azul, dirigida por Manuel Herrera. Se han organizado distintos homenajes a otras personalidades como a la primera actriz Daysi Granados, a la promotora cultural española Pilar Zúmel o el estreno del documental Adiós, papi del realizador Aarón Vega dedicado al cineasta Pastor Vega.
“Queremos contribuir a esta zona de la ciudad con una propuesta cultural netamente comunitaria, sin coqueteo con lo que da dinero. A los músicos de jazz les decimos que no hay que hacer concesiones. El público viene a escuchar buena música”, sostiene Benvenuto.
“Estamos sobreviviendo a la crisis y es un proceso complejo pero estamos disfrutando porque hacemos lo que nos gusta y funciona. Yo no puedo decirte que hoy he venido a trabajar, vine a disfrutar un concierto. Nuestro mundo no es el mundo comercial, sabemos que lo que estamos colocando tiene un nivel y buscamos personas con experiencia”, añade.