La campana de NASDAQ dobló por Cuba. La copa invertida de metal que marca el principio y el fin de las sesiones en la bolsa de valores automatizada más grande de Estados Unidos resonó el 1 de abril de 2015 a los golpes de un grupo heterogéneo: políticos, empresarios y observadores de la realidad de una isla que todavía es una zona prohibida para los negocios made in USA.
El lento deshielo político entre La Habana y Washington provoca interrogantes con respuestas que pueden valer unos cuantos cientos de millones de dólares. ¿Qué oportunidades y riesgos deben considerar las compañías americanas al explorar el potencial de negocios de uno de los mercados más grandes del Caribe?
Esa es la pregunta que Knowledge@Wharton quiso responder. El diario digital de la Escuela de Negocios Wharton auspició una Cumbre de Oportunidad en Cuba, agrupando en el Nasdaq MarketSite del Time Square neoyorkino a una gama de conocedores e interesados por la realidad de la isla caribeña.
A nombre del Departamento de Comercio acudió Stefan M. Selig, subsecretario para el Comercio Internacional, quien pronunció un discurso describiendo las iniciativas de acercamiento propiciadas por su oficina. Apuntó a las oportunidades que se abren al país antillano sin ignorar la realidad.
“La economía cubana tiene profundos desafíos estructurales” advirtió Selig, dando un diagnóstico de los problemas que podrían encarar futuros inversores. “Una población de la mitad del tamaño de Shanghai, un sistema de infraestructura que no puede manejar adecuadamente el comercio, la transportación o el comercio digital, un sector manufacture diezmado y un mercado laboral muy débil por la eliminación de 600 000 trabajos en el sector estatal.”
“Nos estamos enrolando en un proceso complicado” reconoció Selig más tarde al The Washington Post. “Debemos recordar que Cuba es un país pequeño y pobre. No pienso que debamos emocionarnos demasiado con perspectivas económicas a corto plazo.”
Para contestar las preguntas que nadie más podría responder, los organizadores invitaron a la Secretaria Asistente de Estado Roberta Jacobson, quien aprovechó la ocasión para recordar el lado económico de la nueva política que negocia, además de publicar en las redes sociales sus criterios al respecto.
“La comunidad empresarial estadounidense puede ayudar a promover una Cuba más prospera que respete los derechos universales de todos sus ciudadanos” escribió la diplomática en su cuenta en Twitter, reiterando las posiciones establecidas por la administración de Barack Obama tras el cambio de táctica hacia la isla.
Aunque el Departamento del Tesoro norteamericano todavía considera a la isla más grande del Caribe como el país más sancionado por su gobierno, Jacobson quiso pasar el balón al otro lado del Estrecho de la Florida. “Deben decidir cuántas reformas y cuántas decisiones están dispuestos a tomar porque las cosas deben avanzar. Podemos ayudar, estamos ofreciendo ayuda, pero eso debe ser, al final, la decisión del gobierno cubano. El motivo por el cual hay esta nueva política es que ya no va a ser el gobierno estadounidense el que frene las cosas.”
Anunciando la formación de una estrategia para entrar en el mercado cubano, la Cumbre de Oportunidades examinó algo mucho más que el turismo y la venta de productos agrícolas. Las ponencias revisaron las perspectivas en farmacéutica y biotecnología, dos áreas donde “en los últimos veinte años, Cuba se ha vuelto bastante activa” dijo Mauro Guillén, director del Instituto Lauder, una entidad de la Wharton que ofrece curso de administración internacional.
El evento cerró ambiciosamente, mirando una década hacia delante. La última conferencia se tituló “Cuba 2025: Aprendiendo del Pasado, Mirando Al Futuro” y fue moderada por Faquiry Díaz Cala, presidente del grupo de inversiones Tres Mares.
Este CEO radicado en Miami ofreció en enero pasado un consejo elemental para las empresas estadounidenses interesadas en invertir en Cuba. En una entrevista concedida a Knowlege@Wharton explicó que “la lección más importante a aprender es que esta es una nación soberana que ha manejado sus propias políticas por los últimos 56 años. No es una colonia para nosotros llegar e imponer nuestra voluntad.”