En medio de un archipiélago rodeado de mar, los cubanos se preguntan por qué muchas veces les falta sal en la mesa.
Una de las respuestas está en un reportaje del periódico provincial Girón, que recientemente fuera publicado en torno a los avatares de la Salinera Matanzas.
Ubicada en el municipio Martí, esta Unidad Empresarial de Base (UEB) suma más de cuatro décadas de historia, pero llega en medio de estertores a la actualidad.
Proceso
Rolando Hernández Pérez, especialista en ventas y custodio de la salina, explica el proceso de obtención del producto.
El agua se extrae a 11 kilómetros de los cristalizadores, se concentra en lagunas a 4 grados de salinidad, se rebombea a otros estanques para aumentar su densidad hasta llegar a 20 grados en un proceso que dura aproximadamente tres meses, en dependencia del sol, el aire y la maquinaria.
Aunque las máquinas aligeran el trabajo, la mano de obra humana es esencial. Una veintena de personas trabajan en las diferentes áreas de la industria, desde el lavadero hasta el empaquetado.
La sal final, destinada al consumo humano, se yoda y se somete a rigurosos controles de calidad.

Desafíos y limitaciones
La salina enfrenta múltiples desafíos: falta de electricidad por los continuos apagones, carencia de repuestos, pintura y gases para mantenimiento de sus estructuras metálicas, que fácilmente son presas de la corrosión.
Blas Jesús Hernández Santos, director de la salina, señala que las interrupciones eléctricas paralizan las bombas que circulan la salmuera, lo que provoca un desequilibrio en el mecanismo de obtención del condimento de uso universal.
“Se trata de un proceso natural en el que influye el plancton animal y vegetal, si uno de esos factores se altera ocurre un desbalance y se contamina la salmuera. Después, hay que echar dos pipas de cloro, descontaminar, y se complica todo”, explica con preocupación, porque sabe que la extensa parada de estos tiempos de crisis energética afecta en demasía el rendimiento de su entidad, le dijo al periodista.
Ante la falta de maquinaria, los trabajadores han tenido que extraer la sal manualmente, con carretillas y esfuerzo sobrehumano, precisó el texto.
Impacto de huracanes y crisis energética
En la década de los 80, la salina vivió su época dorada. “Las producciones eran elevadísimas, lo suficiente para abastecer no solo los tantísimos municipios de Matanzas, sino también las vecinas Villa Clara y Cienfuegos. Ahora apenas alcanza para satisfacer la demanda de un trimestre del año en la provincia sede”, dijo Hernández Pérez al periódico Girón.
Uno de los episodios más demoledores fue el paso del huracán Michelle en los 90, que devastó el 50 % de su área, lo que provocó una drástica disminución del volumen de sal.
En los últimos tiempos, la producción ha oscilado entre 1 000 y 4 000 toneladas. El sistema de bombeo, con más de 15 años de antigüedad, necesita ser rescatado.

Inversiones y prioridades
La Empresa Nacional de la Sal (ENSAL) realizará una inversión para la obtención del producto, pero se destinará principalmente a la provincia de Guantánamo, cuyas salinas son más productivas debido al clima. La Salinera Matanzas espera recibir solo parte de esa inversión.
Además de sal, la empresa produce sulfato de calcio, que se transforma en cemento blanco Siguaney, así como desodorante, talco perfumado e industrial, y peloide mineralizado tipo Caribe Alfa 92 (fango medicinal).
Pérdidas económicas y salarios
El salitre corroe las máquinas y estructuras, pero los 102 empleados de la salina luchan por mantenerla a flote. Brigadas de trabajadores recogen hasta cinco toneladas diarias de sal a mano, a pesar de las condiciones adversas.
En 2024, la empresa sufrió una pérdida de seis millones de pesos debido a las lluvias que arrasaron con toneladas de sal.
Las mensualidades se componen de un salario básico de unos seis mil pesos y un cobro por cumplimiento que se complementa con las ganancias de las producciones alternativas. La mayoría de los trabajadores tienen una larga trayectoria en la empresa. Solo 14 son jóvenes.

Saleros en apuros
Un estudio del año 2015 refería que el consumo diario de sal en Cuba eran 10 gramos (g) por persona. Entre 2014 y 2017 se paralizarían las plantas de Camagüey, Puerto Padre, y Matanzas, esta última durante tres años.
En un punto, las dos salineras de Guantánamo —que de forma habitual producen más del 60 % de la sal consumida en la isla— debieron garantizar la totalidad de la producción. A pesar de esto, no se evidenció un particular desabastecimiento y pudo mantenerse la venta liberada.
La suerte comenzó a cambiar en septiembre de 2017, cuando el huracán Irma afectó todas las salineras del territorio nacional.
Un reciente informe del periódico Sierra Maestra, de la provincia de Santiago de Cuba, indicaba que “el producto con mayor atraso es la sal, pues no ha terminado el envío a las bodegas de la correspondiente al trimestre diciembre-enero-febrero, a pesar de que en los almacenes mayoristas se encuentra todo el producto para completar la entrega”. En el circuito de mipymes un kilo de sal oscila entre 135 CUP y 150 CUP.