Mi primer paisaje son las montañas, siempre lo fueron. Se gastarán mis ojos y ellas seguirán allí. Vivo en el poblado-dormitorio de Boniato, vivo en las afueras de Santiago de Cuba. Debo recorrer esos kilómetros que me separan del centro de la ciudad, día tras día. Me toca subir la piedra, como Sísifo. He cantado, he desesperado, he amado, me he perdido, he dejado años en esos caminos.
Ahora mismo viajo en un ómnibus Yutong. Me han pedido no reclinar demasiado el asiento… y se han disparado mis recuerdos. Cuchillos son. Van hasta las guaguas Skoda que llegaron un día desde Checoslovaquia. La parte trasera era un fogón, el humo salía despedido hacia cualquier parte.
También subí a las cómodas Hino. Me veo esperándola, a mi guagua. Mía es un concepto de cariño. Era todo un suceso. Cuando doblaba la esquina perdía todo lo de japonesa y entraba de lleno en El Caribe. Al abordaje, como en las cintas de Errol Flynn.
¿Y las Ikarus húngaras? Enormes. Llaves abiertas de combustible, se dijo kilómetros después; pero eran cómodas. En cambio, las Girón de ensamblaje cubano eran ortopédicas, vibrantes. Parecía que se iban a desarmar, pero llegaban. Eran fuertes, como Girón.
Cuando sobrevino la caída del campo socialista, cuando todo el comercio se vino abajo, resistimos. Resistimos con zapatos trenzados, con zapatos de suelas de camión. En realidad, nosotros fuimos los camiones. Cuatro ruedas se volvieron una excentricidad y una hamburguesa la bendición.
En mi primer trabajo, en el periódico guantanamero Venceremos, me vendieron una bicicleta. Era 28, china, con freno de varillas y más grande que yo. Una especie de Girón en dos ruedas.
Acabé tomándole cariño a la enormidad de metal. Hacía renquear mi hombro. Hice un surco en las paredes de la casa, cuando intentaba voltearla; pero con ella fui al trabajo agrícola de los sábados, a casa de mi hermana, al centro, a los abrazos.
El ingenio no cesó. No hay quien lo pare. Comenzaron las bicicletas de alquiler. Surgieron los bicitaxis: tres ruedas, la variante criolla de los triciclos chinos. El sudor corría a mares, pero también se disfrutaba el paseo al aire libre. De paso, podrías admirar los músculos de aquellos ciclistas, que sacaban fuerza de no sé sabe donde.
He viajado en rastras para ganado, pipas de agua, tractores agrícolas, combinadas cañeras, camiones sin barandas, carrozas. Pero no es una historia singular, no hay vanagloria. Luego emergieron, las camionetas. Los asientos bajos, las entradas estrechas y las rodillas firmes. Son las tres condiciones. Los contorsionistas me envidarían.
También en coche y no solo en Bayamo. ¿Has visto un bruto encabritado en una arteria principal, a un cochero látigo en mano? Dicen que los animales son las bestias. Más adelante, aparecieron los taxis modificados, alargados, doble capacidad; pero no resistieron. No tenían el espíritu indomable de las Girón. Recuerdo aquel pomposo título de un periódico: “Ya los proletarios montamos limosinas”.
Ni una palabra más. Me estoy durmiendo. Tengo que reclinar mi asiento del ómnibus Yutong, rumbo a Santiago.
Excelente y original sintesis de una historia que vivimos todos los cubanos, y que a mi, particularmente, me aprieta el corazon por lo que sufri…fue muy duro lidiar con el transporte casi inexistente dia a dia para llegar a tiempo al trabajo. Te insto a que continues con esta labor de rescatar los hitos en la vida de las gentes y de nuestra ciudad, es muy importante…un abrazo desde aca…
ah, también yo cuantas botellas( auto-stop) para viajar de la Universidad de Camaguey a Ciego de Avila, que odisea, se convertiò en un trauma, como el de tantos de mis amigos. Ahora al pensarlo me viene una particular expresión al rostro, con un leve sonrisa. Buen articulo
Gracias por permitirme compartir el viaje, agradable por demás. He vuelto a llenar mi memoria fotográfica de todos esos fotogramas únicos, únicos en una tierra única.
Muy lindo tu comentario me hiciste viajar en tiempo. Son momentos de nuestra vida que no olvidaremos nunca aunque si muchos hemos emigrados. Es verdad eso que dices de nosotros los Cubanos estamos hechos a prueba de todo. Gracias por tu comentario espero que sigas regalandonos estas historias que vivimos todos y que son parte de nuestras vida si. Soy muy orgullosa de nuestra historia
Mi familia tiene en Boniato una casa dentro de la propiedad “Villa Esperanza”,cada vez que viajo a Cuba la visito.Se está cayendo a pedazos.Tal vez algún día (igual que en la película Lo que el viento se llevó)pueda lucir como antes
Genial…
Amigo, muy buen recorrido por nuestro transporte, tan malo por acá en los últimos tiempos. Y sí, las bestias son los carretoneros, que maltratan al que les da de comer… y mucho más. Por lo que más quisiera que mejorara el transporte es para que desaparezcan los coches o carretones tirados por caballos. Sufro con ellos cuando les pegan con el látigo. Un fuerte abrazo desde Santa Clara.
Nague, te faltó el inefable camello, para la mofa tan bien recreado x el caballero de la carcajada criolla, CR de la T. Y qué tal del carismático riquimbili????M reí mucho con las peripecias q cuentas.
simplemente hermoso!
Tú como siempre: espectacular.
Cuántas veces…cuántas horas… como dice una canción…. Tu escribes y yo cuando te leo no puedo evitar verte en imágenes…