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Como parte de la iniciativa Te digo lo que sé que estamos desarrollando en OnCuba, comenzamos hoy, con esta entrega, la serie “Mi camino como emprendedora cubana. Rompiendo mitos”, de la Ing. Yulieta Hernández Díaz, CEO de πlares Construcciones SRL, un emprendimiento cubano nacido en 2018 y dedicado a ofrecer servicios de construcción, mantenimiento, reparación, rehabilitación y remodelación de inmuebles.
Nunca imaginé que me convertiría en emprendedora, y mucho menos por necesidad. La vida me llevó por este camino en un momento muy difícil de mi vida: atravesando una crisis económica personal y un duelo familiar. Mi madre, jubilada y viuda, dependía de mí, al igual que mis dos hijos pequeños, mientras afrontaba el duelo de una separación. No tenía margen para la comodidad ni tiempo para dudar: debía salir de mi zona de confort (aunque en ese entonces ni sabía que era una zona de confort) y encontrar una solución que me permitiera sostenerme y sostener a mi familia.
Como muchas personas, al inicio pensé que el emprendimiento sería una salida fácil, una manera de obtener independencia sin tantas complicaciones. Pero la realidad fue muy diferente. Me encontré con desafíos inesperados, mitos que parecían verdades absolutas y obstáculos que requerían estrategia y determinación. Con el tiempo, aprendí que la clave del emprendimiento no está en seguir fórmulas mágicas, sino en desaprender mitos y construir una visión realista del negocio. Aquí comparto mi experiencia enfrentando algunos de los mitos más comunes.
1️. Nacer emprendedora vs. Convertirme en emprendedora.
Siempre escuché que el emprendimiento era algo con lo que se nacía, un talento innato que solo algunas personas poseían. Pero la realidad fue muy distinta para mí. Nunca tuve habilidades para emprender, ni siquiera lo consideré parte de mi vida. Era una persona introvertida, ajena al mundo del negocio y la estrategia. La necesidad fue lo que me llevó a emprender, sin planificación ni expectativas claras, simplemente como un intento por sobrevivir.
Pero lo que comenzó como una decisión forzada, poco a poco se convirtió en un proceso de transformación personal. Durante el camino del emprendimiento, no solo aprendí a manejar un negocio, sino que me reconstruí como persona. Fue un proceso de prueba y error, mucho estudio, preparación y aprendizaje; donde cada obstáculo me enseñó más sobre mí misma. Un punto de inflexión crucial fue el Taller Emprende del Proyecto CubaEmprende, en una etapa muy difícil de mi vida. Estaba en crisis, atravesando un duelo profundo, y el módulo de desarrollo personal cambió por completo mi perspectiva. Me hizo pensar en mí como el centro de mi vida y entender que la persona más importante en mi camino debía ser yo.
Por eso, cuando escucho que los emprendedores “nacen”, sé que es un mito. Yo no nací emprendedora. Me formé por necesidad, con esfuerzo y con errores que fueron parte del aprendizaje. El emprendimiento, más que un talento innato, es una construcción de resiliencia y transformación. Aún hoy me estoy construyendo como persona, como ingeniera, como madre, como emprendedora y como empresaria.
2️. Tener una idea revolucionaria vs. Buscar oportunidades y adaptarse.
Cuando comencé, no tenía ninguna idea innovadora ni un gran proyecto visionario en mente. Mi única prioridad era encontrar trabajo en el sector privado para sostenerme y sostener a mi familia. Después de mucho buscar, logré una vacante como mesera en una cafetería/bar y comenzaría el miércoles. Pensé que, aunque no era mi área, al menos era una oportunidad para generar ingresos.
Pero todo cambió el viernes anterior, cuando un amigo me mencionó una vacante en una cooperativa de construcción y me animó a ir a la entrevista el lunes. Como ingeniera civil, la propuesta me resultaba mucho más atractiva que el sector de bares y cafeterías, así que decidí intentarlo. Fui a la entrevista y el mismo lunes me dieron la vacante.
Trabajé tres meses bajo un contrato a prueba, pero justo al finalizar ese período, mi contrato se cerró. En aquel momento, las Cooperativas No Agropecuarias en Cuba (CNA) tenían restricciones legales que les impedían crecer en socios, por lo que el contrato por tres meses solo servía para cubrir la demanda generada por el boom de construcción del 500 aniversario de La Habana.
Cuando me cerraron el contrato, me dije, desde la ingenuidad: yo puedo hacer esto mismo por mi cuenta. No sabía que en ese momento no se podían abrir nuevas cooperativas en Cuba, así que mi única opción fue registrar un TCP (Trabajador por Cuenta Propia). Básicamente repliqué el negocio de una cooperativa de servicios de construcción, adaptándolo a una menor escala acorde con mis posibilidades. También implementé modificaciones basadas en mi aprendizaje durante esos tres meses, mis estudios universitarios y mi experiencia como ingeniera en diferentes áreas en empresas públicas. Algunas decisiones fueron acertadas, otras errores de principiante, pero cada paso fue clave en mi formación.
Por eso, cuando escucho que los emprendedores deben comenzar con una gran idea revolucionaria, sé que es un mito. En mi caso, emprendí sin plan previo ni innovación radical, solo con la necesidad de crear una oportunidad cuando otra se cerró, en una crisis económica personal y una etapa de duelo. La verdadera clave fue la capacidad de adaptación y aprendizaje en cada fase del proceso.
3️. Trabajar duro vs. Tener estrategia, liderazgo y aprovechar oportunidades.
Siempre se dice que “quien madruga, Dios lo ayuda”, y aunque el esfuerzo es importante, por sí solo no garantiza resultados. En mi experiencia como emprendedora cubana, trabajar duro sin una dirección clara es como remar sin saber hacia dónde va el barco. La clave no está únicamente en el sacrificio, sino en tener una visión concreta y aprender a desarrollarla en el camino.
Lo primero que entendí es que emprender requiere objetivos claros y estrategias bien definidas. No basta con querer crecer, hay que trazar un plan, fijar metas realistas y, aunque la visión sea un sueño, las acciones deben ser aterrizadas en la realidad. En Cuba, donde los cambios económicos y regulatorios pueden ser abruptos, la planificación debe ser flexible, capaz de adaptarse sin perder el rumbo.
También aprendí que la suerte, aunque existe y puede jugar un papel importante, no es suficiente para lograr el éxito. No basta con que una oportunidad llegue, hay que saber buscarlas, identificarlas y aprovecharlas. Cuando empecé, no comprendía realmente la importancia de buscar oportunidades. Más adelante, cuando finalmente lo entendí, aún cometí errores al dejar pasar algunas que podrían haber marcado una diferencia en mi negocio.
Para aprovechar oportunidades, el desarrollo personal es fundamental. No hay negocio exitoso sin un líder sólido detrás. El liderazgo del negocio define su rumbo, su capacidad de adaptación y crecimiento. Además, las relaciones personales son cruciales: construir redes de contacto, nutrir el networking y rodearse de personas que puedan aportar conocimiento y colaboración hace una gran diferencia.
El éxito no llega solo por el esfuerzo, sino por la capacidad de crear estrategias, evaluar escenarios, buscar y aprovechar oportunidades y desarrollar el liderazgo necesario para hacer que un negocio prospere.
4️. Ser mi propia jefa vs. Tener múltiples responsabilidades y compromisos.
Cuando inicié mi negocio, creía en el mito de que ser emprendedora significaba ser mi propia jefa, tener libertad absoluta y tomar decisiones sin restricciones. Con el tiempo, descubrí que, paradójicamente, hoy soy menos jefa que cuando trabajaba en una empresa pública. Ahora tengo más responsabilidades y muchos “jefes”: mi equipo de trabajo directo, el resto del equipo de la empresa, los clientes, la nación y, por supuesto, mi familia.
Aunque ejerzo liderazgo dentro de mi negocio, mis decisiones no son completamente autónomas. Primero, están condicionadas por mi equipo, porque el éxito de la empresa depende de su compromiso y bienestar. Luego, por los clientes, que establecen expectativas y necesidades que debemos cumplir. También por el marco regulatorio y el contexto económico del país, que influyen directamente en el desarrollo de la empresa.
Pero además, mi familia es un factor clave. No solo porque mi emprendimiento nació de la necesidad de sostenerlos, sino porque sus necesidades y dinámicas también afectan mi tiempo, prioridades y toma de decisiones. Mi rol como madre, hija, esposa y emprendedora debe estar en equilibrio, y eso implica tomar decisiones que no solo beneficien el negocio, sino también la estabilidad de mi hogar.
Creo firmemente en la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y la he convertido en una estrategia clave dentro de mi negocio. Aún cuando no conocía el termino RSE, ya hacíamos RSE. Para mí, emprender no solo implica generar ingresos, sino también impactar de manera positiva el entorno, construir relaciones sólidas y contribuir al desarrollo sostenible. Aprender a equilibrar el liderazgo con responsabilidad ha sido una de las lecciones más valiosas de mi camino emprendedor.
5️. Un buen producto se vende solo vs. La importancia del marketing, el branding y la comunicación.
Cuando comencé, no sabía nada sobre marketing, branding o comunicación empresarial. Tampoco entendía qué era una propuesta de valor, aunque en el taller de CubaEmprende obtuve herramientas para hacer un plan de negocios. Sin embargo, me faltaba mucho estudio y preparación.
Lo que sí comprendía desde el inicio, gracias a mi experiencia en las cooperativas de construcción, era que debía aportar confianza y seguridad a mis clientes. No sabía que eso formaría parte de los valores fundamentales de nuestra marca, pero tenía claro que debía diferenciarme y generar credibilidad. También aposté por principios que aprendí en mi formación como ingeniera civil en la asignatura de ciencias empresariales, como el enfoque en tiempo, costo y calidad, adaptándolo a lo que el contexto cubano permitía. Lamentablemente, la educación cubana tiene una deuda de formación empresarial.
Sabía que necesitaba un logo, aunque en ese momento no entendía lo que realmente debía representar. Con la ayuda de un amigo arquitecto, diseñamos lo que pensábamos que era un logo, pero con el tiempo entendimos que, más que un verdadero logotipo, era una imagen gráfica que utilizamos como identificador visual. También sabía desde el día cero que necesitaba redes sociales y una tarjeta de presentación, aunque no sabía nada de esos temas y cometí muchos errores. Tampoco sabía en ese entonces el impacto que tendrían en el negocio esas decisiones.
Con el tiempo, con mucho estudio, errores y aprendizaje, comprendí que, sin saberlo, desde el día cero estaba construyendo una marca empresarial y una marca personal con valores claros. Esta evolución, aunque no planificada al inicio, ni exenta de errores, fue clave para lograr el posicionamiento que tenemos hoy en el mercado cubano. Así que puedo decir con certeza que no basta con ofrecer un buen producto o servicio: el marketing, el branding, la comunicación, la estrategia y el liderazgo, son esenciales para que un negocio prospere.
Continuará…