Airbnb y las medidas de Trump contra Cuba

Foto: Carlos Luis Sotolongo Puig.

Hostales en Trinidad. Foto: Carlos Luis Sotolongo Puig.

El impacto de las medidas dictadas por la administración Trump contra Cuba va más allá de las sanciones a las fuerzas armadas y el gobierno cubano, y su base económica. Empresas y ciudadanos estadounidenses son limitados por las restricciones para hacer negocios y viajar a la Isla, y esto, en opinión de analistas y políticos de ambos países, afecta también al sector privado cubano, en particular el asociado al turismo y sus servicios.

Entre los “cuentapropistas” que más directamente sufrirán las medidas de Trump, se cuentan los propietarios de viviendas y habitaciones de alquiler para turistas, ante un posible escenario de drástica disminución de los visitantes llegados desde Estados Unidos.

Muchos de ellos ofrecen sus servicios en la plataforma estadounidense Airbnb, que promueve el hospedaje en casas particulares y que ha experimentado un notable crecimiento en Cuba desde su llegada a la Isla en 2015.

Un informe de la empresa publicado en junio –días antes de que Trump hiciera el anuncio de las sanciones que entraron en vigor este jueves– reconocía que desde que Airbnb comenzó a operar en la Isla en la primavera de 2015 se habían incluido en el sitio de reservas más de 22,000 habitaciones y se había pagado unos 40 millones de dólares a los anfitriones cubanos.

Airbnb: 40 millones de dólares a los cubanos en dos años

El informe situaba a Cuba como uno de los mercados de mayor crecimiento y el noveno más popular en Airbnb para los estadounidenses, por delante de Australia, Alemania, Holanda y Tailandia, entre otros países.

De acuerdo con un artículo de The Hill publicado este viernes, alrededor del 35 por ciento de los huéspedes de Airbnb de Cuba provienen de Estados Unidos.

Es cierto que los estadounidenses no están autorizados oficialmente para hacer turismo en la Isla, pero el acercamiento con Cuba promovido por la administración Obama y la flexibilización de los viajes bajo 12 categorías autorizadas alentaron las visitas en los últimos dos años.

A esto también contribuyó la autorización de los vuelos comerciales desde Estados Unidos a la Isla.

Según The Hill, más de 346,000 ciudadanos estadounidenses viajaron a Cuba durante los primeros seis meses de 2017, un aumento del 149 por ciento con respecto a la misma fecha del año pasado. En todo 2016 lo habían hecho poco menos de 285,000, un cifra prácticamente igualada al cierre de mayo.

Este crecimiento provocó un competitivo escenario en el que diferentes empresas han intentado sacar provecho del aumento de viajes y que, en opinión de The Hill, convirtió a Airbnb en uno de los principales beneficiarios de “las relajantes reglas de Obama”.

Sin embargo, la llegada de Trump a la Casa Blanca provocó la alarma a la industria de viajes y el turismo, en especial tras los anuncios de junio en Miami. Como otras compañías, Airbnb decidió no cruzarse de brazos.

No perder el terreno ganado

Desde que la administración Trump declaró su posición hacia Cuba, Airbnb lanzó una “ambiciosa campaña de cabildeo” este verano para minimizar algunas posibles restricciones para los viajes a la Isla, según The Hill.

La principal preocupación era el cambio de los viajes individuales a grupales, un modelo mucho más difícil de acomodar para el tipo de alojamiento promovido por la empresa estadounidense.

Para contrarrestar esta posibilidad, Airbnb creó un nuevo equipo interno que abordó el tema y gastó un cuarto de millón de dólares en seis meses. Anteriormente la compañía solo había contratado a firmas externas para ejercer presión en su nombre, pero comenzó a expandir su presencia en Washington cuando comenzó a cabildear sobre Cuba por primera vez.

Cifras publicadas por The Hill señalan que entre abril y junio de 2017, incluso antes de los primeros anuncios de Trump sobre el cambio de política hacia Cuba, Airbnb gastó 160,000 dólares para cabildear sobre aspectos que podían incluirse en la Orden Ejecutiva que planeaba anunciar el presidente.

Mientras, entre julio y septiembre, cuando el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) y otras agencias gubernamentales estaban en el proceso de implementar las órdenes de Trump, la empresa gastó unos 90,000 dólares para presionar sobre las medidas finales hacia Cuba, entre otros temas.

La estrategia de la compañía, dice la publicación, era “educar a los responsables de las políticas sobre cómo funciona la plataforma y destacar cómo la economía colaborativa ha beneficiado al pueblo cubano”.

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Cuando las medidas salieron finalmente a la luz, terminaron incluyendo una disposición que permite a los estadounidenses reservar hospedajes privados como los incluidos en la plataforma Airbnb, aunque ratificaron la anunciada eliminación de los viajes individuales “persona a persona”, convertida hasta el momento en una de las formas más populares de visitar Cuba.

A esta categoría, instaurada bajo el mandato de Barack Obama, se le acredita el atraer una gran cantidad de visitantes estadounidenses a la Isla debido a la posibilidad de viajar de manera independiente y, por este motivo, estuvo en la mira de la administración Trump desde que se manejaron las posibles restricciones.

No obstante, según The Hill, “la lucha de la Casa Blanca por equilibrar la ofensiva prometida contra Cuba con los intereses de las empresas estadounidenses” dejó una puerta abierta para Airbnb: la categoría “apoyo al pueblo cubano”.

Las dos caras de lo permitido

Cuando la administración Trump dio a conocer esta semana los detalles de su nueva política hacia Cuba, casi cinco meses después de que el presidente ordenara a las agencias que elaboraran las nuevas normas, se confirmaron las esperadas restricciones para los viajes individuales a la Isla.

En el caso específico de la categoría de “apoyo al pueblo cubano”, esta continúa autorizada lo que supone, aunque con condicionamientos que restringen las facilidades permitidas a los viajes individuales “pueblo a pueblo”.

Según comenta The Hill, una hoja resumen de las nuevas regulaciones apunta que “alquilar una habitación en una residencia privada cubana (casa particular), comer en restaurantes privados cubanos (paladares) y comprar en tiendas privadas manejadas por cubanos independientes (cuentapropistas)” puede ahora contar como “apoyo al pueblo cubano”.

Sin embargo, señala la publicación, los viajeros estadounidenses que se acojan a ella deben comprometerse con “un apoyo adicional para las actividades del pueblo cubano, tales como fines humanitarios y asistencia de derechos humanos, a fin de cumplir con los requisitos de un horario de tiempo completo”.

Aun así, esta posibilidad fue vista como una buena noticia por Airbnb y los hostales y casas privadas que utilizan el sitio de reserva de viajes.

“Airbnb se fundó con la creencia de que viajar ayuda a romper las barreras entre las personas y los países y contribuye a una mayor comprensión del mundo”, señaló Airbnb a The Hill en un comunicado.

“Apreciamos que los anfitriones sigan teniendo la oportunidad de compartir su espacio y que los invitados puedan continuar visitando la Isla. Los anfitriones en Cuba han recibido invitados de todo el mundo y estas regulaciones permitirán a Airbnb seguir apoyando a los cubanos individuales que comparten sus hogares”.

No obstante, las autoridades cubanas han mostrado su recelo con la categoría de “apoyo al pueblo cubano”, a la que atribuyen una “clara intención política”.

En declaraciones posteriores al anuncio de las nuevas medidas, Josefina Vidal, directora para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores, comentó que a partir de ahora los estadounidenses que vengan a la Isla por esa categoría deberán cumplir un programa de actividades a tiempo completo, que implique, siguiendo los patrones del gobierno estadounidense, “apoyar a lo que ellos definen como sociedad civil y promover su independencia del Estado cubano”.

La entrada en vigor de las sanciones coincide con el inicio de la temporada alta del turismo en Cuba, tras la recuperación de las principales instalaciones luego de los daños causados por el huracán Irma.

A pesar de ello, y de las restricciones de la administración Trump –que incluyen unos 80 hoteles, cinco marinas y dos agencias de viajes de Cuba– el Ministerio de Turismo de la Isla espera cerrar con los 4,7 millones de visitantes previstos para este año.

Falta esperar las estadísticas en los próximos meses para conocer los efectos de las medidas sobre la llegada de estadounidenses y el impacto directo para Airbnb en Cuba.

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