Desde su diálogo con OnCuba en 2021 a la fecha, el emprendimiento del diseñador gráfico y agricultor Gabriel Pérez ha crecido exponencialmente. Durante la 2.ª Feria de Desarrollo Local de La Habana el pasado julio, sus harinas artesanales merecieron la medalla de oro por su calidad superior.
Luego de fundar un pequeño restaurante en La Habana con servicio a domicilio, la pandemia de COVID-19 lo obligó a reinventar sus maneras de subsistir. La crisis del coronavirus lo llevó a recluirse junto a su mamá en su casa en las afueras de Guanabacoa, en lo que cariñosamente le llama “la finca”.
Postales: Un día en la vida del emprendedor cubano Gabo Pére
Comenzó plantando algunos alimentos para autoconsumo y realizando experimentos para convertir todo lo que cayera en sus manos en algo útil y creativo. Así, bajo la marca Bacoretto, surgieron las harinas elaboradas a base de yuca, arroz, plátano y coco.
En entrevista con Sputnik, el emprendedor asegura que el negocio rescata y adapta gran parte de las tradiciones artesanales del campo cubano, a lo que suma un carácter riguroso y responsable desde la obtención o compra de la materia prima hasta la entrega del producto final al cliente.
Contó que han invertido paulatinamente en el entrenamiento del equipo; sobre todo, en temas relacionados con la inocuidad de los alimentos, seguridad y salud del trabajo. Asimismo, en procesos de dirección, finanzas, liderazgo, economía circular y agricultura sostenible.
Por si fuera poco, “brindamos servicios de cursos de alimentación, basados en nuestras harinas y derivados”, agregó.
Harinas y producción
Pérez señala que, por ahora, solo elaboran cuatro tipos de harinas “porque deseamos especializarnos antes de añadir otros ingredientes”. De cada producto estudian sus valores nutricionales, así como la utilidad de sus residuos para la creación de subproductos.
Dijo a Sputnik que avanzan en la obtención de la información nutricional de cada una de las harinas artesanales, pues la marca cuenta con una licencia sanitaria que devendrá en la firma de un contrato de servicios con el Instituto de Investigación de la Industria Alimentaria.
Con vistas a aprovechar la mayor cantidad posible de materias primas, Gabriel Pérez junto a su equipo confecciona derivados como el aceite de coco, vinagres de plátano, almidones de yuca, galletas horneadas con mezclas de las harinas y té de hierbas aromáticas.
El trabajo, cuenta Yamira Muñoz, vicepresidenta del grupo, inicia en la madrugada con la limpieza del secadero de túnel solar construido por ellos mismos y donde ocurre el proceso de deshidratación. Luego, prosiguen con el lavado, pelado y picado de la materia prima, la selección de los mejores alimentos y la colocación en el secadero que otorga a las harinas un sabor y aroma peculiares, asegura.
De momento, el negocio solo produce por encargo a través de redes sociales o aplicaciones de mensajería, y los clientes se van con un extra de regalo con cada compra, que en algunos casos llega a ser de “hasta del 30 por ciento”.
“El cambio ha sido inmenso, los vecinos pasan y se asombran de todo lo que hemos logrado en tan poco tiempo y, de hecho, el proyecto siempre fue pensado en función de ayudar a la comunidad”, concluyó Yamira Muñoz.