El antiguo convento Santa Clara de Asís de La Habana, el mayor y más antiguo de la capital cubana, atraviesa una profunda restauración de cuatro millones de euros (unos 3.9 millones de dólares) para revivir, tras casi cuatro siglos de historia, como escuela de arte.
El proyecto busca devolverle su esplendor a esta extensa y sólida edificación del siglo XVII, enclavada en la icónica Habana Vieja, y dotarle a la vez de funcionalidad al edificio para fungir como centro educativo.
La restauración de la futura sede del Colegio de Artes y Oficios de Santa Clara es un proyecto “a tres manos”, recalcó recientemente la embajadora de la Unión Europea (UE) en Cuba, Isabel Brilhante, en referencia a la cooperación entre la Oficina del Historiador de La Habana, la oficina regional de Cultura de Unesco y la UE.
Durante una visita guiada por el edificio en obras junto a varios embajadores europeos, Brilhante agradeció esta colaboración “tan fructífera” y se mostró confiada en que la restauración pueda concluir para el año que viene.
Los visitantes, con casco y chaleco, caminaban con dificultades entre el material de obra, los andamios, el escombro y los siglos de historia. Algunos profesionales trabajaban en la restauración.
Hasta la fecha se han importado más de 250 toneladas de insumos para las obras, por un valor de 1.8 millones de dólares, y están previstos más de 2.5 millones de dólares para nuevas adquisiciones hasta finales de 2023, según los promotores.
Los trabajos de recuperación se concentran actualmente en el primer claustro del antiguo convento, que albergará las aulas, laboratorios y salón de conferencias del futuro centro de estudios.
Ya se encuentra restaurada la cubierta de una de las alas del claustro, así como los techos de las cuatro galerías, explica Perla Rosales, directora general adjunta de la Oficina del Historiador.
Rosales recalca que se trata de un trabajo “minucioso” y “complejo” en el cual “no se ha demolido nada” y se va recuperando todo lo posible, como las tejas originales del convento.
Cuatro siglos de historia
El recinto religioso, fundado en 1644, fue construido para alojar a la orden de clausura de las Hermanas Pobres de Santa Clara, conocidas como las Clarisas, el primer convento de su tipo instalado en la Isla.
En una superficie de 12 300 metros cuadrados, la construcción de dos plantas, gruesas paredes y fachada con elevadas torres, llegó a contar en su época dorada con tres claustros, iglesia, refectorio, cocina, enfermería, huerto y las instalaciones necesarias para una comunidad de cien religiosas.
Allí residieron las clarisas hasta que en 1922 se lo vendieron a una inmobiliaria y se trasladaron a otro barrio de La Habana.
Tres años después el monasterio pasó a ser sede de la Secretaría de Obras Públicas y, con el triunfo de la revolución en 1959, llegó un carrusel de ocupantes. En 2012 el inmueble quedó en manos de la Oficina del Historiador de La Habana.
La Oficina del Historiador de La Habana estaba entonces a cargo de Eusebio Leal, una figura clave en la recuperación del patrimonio arquitectónico de la capital cubana.
Él fue quien lanzó poco antes de morir en 2020 el proyecto de rehabilitación del antiguo convento de Santa Clara, pieza clave del centro histórico de La Habana, declarado en 1982 patrimonio cultural de la humanidad.
Raquel Martori / EFE