Calles enfangadas, trabajadores en botas de goma, fotógrafos del mar bravo, sótanos anegados, escombros por doquier, muros destrozados, olas aún golpeando el malecón y la avenida, camiones con ruedas mojadas, colchones al aire, perros mojados y temblorosos… Así amaneció el Vedado hoy.
Este lunes 23 de enero, como ocurriera un año antes, el mar entró en la zona baja de La Habana. Se habían anunciado penetraciones leves y moderadas.
“Así mismo lo dijeron”, se queja Alina al comprobar los destrozos que el agua provocó en la Feria de artesanía donde trabaja, en 1ra y B, frente al mar.
Yuri, otro artesano, perdió unos 150 de 200 pares de zapatos, “otros quedaron sin pareja”. Los guardaba en un pequeño contenedor que la fuerza de las olas arrastró más de 20 metros.
“Los habíamos ubicado a una altura en que pensamos que estarían seguros. Hace mucho tiempo no subía tanto el agua”, dice.
Cuando se pronostica inundación en la zona baja de la ciudad, los artesanos elevan su mercancía, mientras los vecinos elevan sus refrigeradores, sus colchones, sus muebles y, cuando hace falta, ellos mismos suben a un nivel donde presumen que no los alcanzará la marea potente.
Yanelis también encaramó sus muebles y subió el refrigerador a la meseta de la cocina esperando que resistiera. A su hijo de 3 años lo tuvo en brazos durante todo el tiempo que estuvo entrando agua, no pocas horas. Esta mañana todavía no tenían gas. Usaron una olla eléctrica para cocinar. “Todo lo vamos a hacer ahí, el arroz y el huevo”.
Hace 22 años que Antonio Romero vive aquí. Esta vez no perdió nada con la inundación, pero no siempre ha corrido la misma suerte: “En esa puerta yo me he pasado tres días con cuatro noches con el agua aquí en el pescuezo. Dos refrigeradores se me han caído de donde los he puesto, arriba de la mesa. Me navegaban en la casa”, cuenta.
“Aquella vez muchas cosas se me echaron a perder. Mis colchones, los ventiladores se fueron también. Y así. Años me tomó recuperarme. Un golpecito de estos de un día, dos días, tres días… es cuatro o cinco años para más o menos recuperarse. Más o menos”, insiste.
Los vecinos se han adaptado a convivir con la posibilidad de que el mar los alcance. Algunos están considerando vender o permutar sus casas. “Pero hay que esperar que a la gente se le olvide esto”, dice Elisa riendo. No son los únicos que incorporan el desastre latente a su vida cotidiana. Aquí está otro testimonio en Centro Habana, de abril de 2015:
Cuando Juan José Hernández vio el agua que venía, solo atinó a entrar a su casa y salir corriendo con su perra cargada. “El agua entró a todo lo que daba. Corrí, cerré la puerta y me fui a casa de un vecino con esto mismo que es lo que tenía puesto”, dice halándose un overall que hace que se confunda entre los electricistas y otras brigadas que merodean el lugar.
Su casa, que aparentemente fue alguna vez el sótano o un garaje del edificio, sigue inundada de agua salada hasta el techo. “Hoy dormiré de nuevo en la casa de un vecino”. Mañana no sabe dónde.
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El agua invadió principalmente las zonas bajas del Vedado y de Santa Ana, en Santa Fe, municipio Playa. Otro tanto entró en Centro Habana y La Habana Vieja.
Más de 400 metros desde el muro del Malecón hacia la ciudad quedaron cubiertos. En esa extensión casi todos los sótanos amanecieron anegados.
La crecida no provocó pérdidas humanas, pero sí daños materiales todavía no contabilizados. Entre las afectaciones se cuentan automóviles empujados y volcados por la corriente. Más de una decena de carros –casi todos estatales– estacionados en el parqueo de 1ra entre A y B, fueron arrastrados, algunos al medio de la calle.
En el noticiero de las 8, autoridades del gobierno y el Partido Comunista de La Habana habían asegurado que “se alertó oportunamente a la población” y anunciaron la evacuación de unas cuarenta familias. “Las penetraciones han sido más fuertes de lo que se esperaba”, reconocieron.
En la tarde noche del lunes la Cruz Roja, el Cuerpo de Bomberos y la Defensa Civil auxiliaron a personas que quedaron atrapadas.
Hoy comenzaron las labores de la higienización de las áreas afectadas y el restablecimiento de los servicios básicos.
Luisa María Álvarez, coordinadora de Saneamiento Básico de La Habana, monitorea el trabajo de una brigada en la zona. “Nos ocupamos de la desobstrucción de las redes, ya sea limpieza de cisterna, de toda la red interior de los domicilios de cada una de las personas que han sido afectadas por la penetración del mar. Estamos trabajando con camiones de diferentes municipios. Los camiones de toda la ciudad están en función de las afectaciones de todo el litoral”.
Solamente en una cuadra había nueve cisternas contaminadas.
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De acuerdo con el Instituto Cubano de Meteorología estas inundaciones las provocó “una extensa baja extra tropical sobre Carolina del Sur, Estados Unidos”, que abarca con su amplia circulación todo el territorio cubano, e impone marejadas en el occidente cubano y vientos fuertes de región Noroeste entre 25 a 40 kilómetros por hora, con rachas que superan los 60 kilómetros por hora.
Esta situación comenzó a disminuir gradualmente desde la mañana de este martes, cuando los vientos giraron al norte y disminuyeron su intensidad.
Se espera que las marejadas se conviertan en oleaje desde la tarde.
“El frente de frío número 6 ya está sobre la provincia de Camagüey avanzando hacia el este. Detrás del frente los vientos del noroeste están trayendo trenes de olas que están en la costa norte y son los que están ocasionando las inundaciones costeras. A medida que el sistema avance hacia el este van ir disminuyendo poco a poco, sobre todo a partir de la mañana de este martes”, dijo la noche de ayer el Dr. José Rubiera.
Según Jayr Morales, primer secretario del Partido Comunista de Plaza de la Revolución, los niveles de penetración registrados fueron superiores con respecto a enero del año anterior. Desde el año 2004 el mar no alcanzaba los lugares donde llegó este lunes.