La aparición a finales de 2019 de un nuevo coronavirus y su rápida expansión por todo el mundo hasta convertirse en una pandemia, ha puesto a trabajar a la comunidad científica con una intensidad pocas veces observada.
Aunque en la actualidad las principales investigaciones a nivel internacional se centran en la búsqueda de la vacuna, la inmunización masiva como única manera de detener un virus tan contagioso, otra pregunta surge a partir de una característica del virus, o más bien de cómo responde cada persona al contagio: ¿Por qué unos mueren a causa de la COVID-19 y otros no llegan a sentir el más mínimo síntoma?
La respuesta podría estar en la genética; por eso Cuba puso en marcha una investigación que toma en cuenta este factor en la respuesta de quienes padecieron la enfermedad y ya se encuentran de alta epidemiológica.
De acuerdo con la directora del Centro Nacional de Genética Médica, Beatriz Marcheco, el proyecto contempla estudios clínico-epidemiológicos, de laboratorio, básicamente hematológicos, inmunológicos y del ADN.
La investigación empezó su etapa clínica a inicios de junio, en las provincias de Pinar del Río, Cienfuegos y Las Tunas, así como el municipio de La Lisa, en La Habana.
El estudio busca conocer el grupo sanguíneo y factor de cada individuo y estudiar las subpoblaciones de linfocitos que participan en la respuesta inmune, utilizando la citometría de flujo y ensayos Elisa, explicó la especialista en entrevista el diaria Granma.
Cuba estudia factores genéticos de pacientes recuperados de COVID-19
Tras la toma de la muestra de sangre estas son trasladadas a los laboratorios del Centro Nacional de Genética Médica para someterlas a las pruebas propias del estudio, en las que también participan el Centro de Inmunoensayo —allí se hace el test de Inmunoglobulina g para identificar si la persona posee anticuerpos específicos contra el virus SARS-CoV-2– y el Centro de Inmunología Molecular.
Los resultados podrían ayudar a los científicos a caracterizar todos los factores relacionados con la incidencia de la enfermedad, su letalidad y abordaje clínico y terapéutico en cada caso.
Si se identifica, por ejemplo, que un individuo es más vulnerable a padecer síntomas o gravedad, podrían aplicarse estrategias para prevenir esa severidad con intervenciones terapéuticas tempranas, agregó Marcheco.
“Al identificar los factores genéticos relacionados con la severidad clínica, estaremos dando al mismo tiempo un paso significativo en el objetivo de desarrollar tratamientos personalizados, que respondan a las características genéticas individuales, fortaleciendo la implementación de estrategias poblacionales de prevención”, explicó.
“Los estudios que estamos realizando también nos permiten apreciar cómo va recuperándose individualmente cada persona ante una enfermedad que daña fuertemente el sistema inmune. Por tanto, el proyecto investigativo contiene acciones que forman parte de la estrategia de nuestro sistema de Salud en la etapa pos COVID-19 de cada paciente”, precisó.
La pesquisa incluye adicionalmente el estudio de un familiar de primer grado (madre, padre, hijo o hija, hermano o hermana) que convive con el caso positivo y estuvo expuesto al contagio del virus pero no presentó síntomas ni fue positivo por COVID-19.
El estudio de esos sujetos “puede resultar de mucha utilidad al identificar factores de naturaleza protectora ante el virus y eso también es importante en términos de prevención”, concluyó la científica.