La Central Nuclear que no fue
Posiblemente, el recuerdo más mítico que tiene el cubano sobre usos de la energía nuclear fue aquel que no llegó a concretarse. En 1976, Cuba y la Unión Soviética firmaron un acuerdo para construir dos reactores nucleares de tipo VVER-400 V316, con los cuales podría haber cambiado un porciento considerable de la fuente de energía consumida en el país, mayormente extraída del petróleo.
La construcción de la Central Nuclear Juraguá despertó ciertas polémicas fuera de la Isla, particularmente en Estados Unidos. El potencial existente en Cuba para mantener seguros dos reactores nucleares sin repetir la catástrofe de Chernobil fue motivo de discusión mientras maduraba la idea de que buena parte del consumo energético cubano pudiera salir de Cienfuegos.
No obstante, el proyecto no se detuvo a causa del escepticismo. Fue una razón más determinante: la caída del Campo Socialista Europeo quebró el sustento económico de la Central. Quedaron instalaciones a medio construir, y una Ciudad recién fundada con personas que iban a trabajar en ellas. Sin la URSS, Cuba no tenía apoyo para costear un proyecto nucleoenergético de tal envergadura. En 1992 se detuvo la construcción y, casi una década después, Fidel Castro anunció por última vez que el gobierno del país no estaba interesado en terminar el segundo reactor.
“Fue, sobre todo, una decisión económica. Y también, al final, pienso que podría haber sido una decisión política”, considera la ingeniera Aniuska Betancourt Hernández, presidenta de la Agencia de Energía Nuclear y Tecnologías Aplicadas (AENTA), perteneciente al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
“El país no tenía recursos suficientes para desarrollar una aplicación de esa envergadura. Hasta ahora, se mantiene la política implementada de no emprender ningún programa nucleoenergético. Por el contrario, se está apostando por energías renovables”.
¿Qué alcance pudo haber tenido el proyecto nucleoenergético cubano, de no caerse la Unión Soviética?
“El programa inicial era que en Cienfuegos hubiese dos reactores. Además, había otro emplazamiento estudiado en Gibara, Holguín, y se pensaba un tercer emplazamiento en Pinar del Río, al Occidente del país”.
¿Qué pasó con las inversiones ya hechas en el Proyecto de Central Nuclear Juraguá? ¿Las instalaciones se desaprovecharon por completo?
Con respecto a ese tema, existe actualmente un proyecto muy interesante. En Cuba, los desechos peligrosos – mayormente no nucleares, sino radioactivos- no tienen un lugar de almacenamiento apropiado. Entre estos desechos se encuentran productos químicos residuales de la industria farmacéutica, caducados, etc.
El país identificó hace unos años esta problemática y se empezó a buscar un sitio donde confinar de forma clasificada y segura estos desechos. Curiosamente, se decidió utilizar para este fin el edificio de lo que hubiera sido la Central Nuclear Juraguá, y crear en él un confinatorio. Este es un proyecto actual llevado a cabo por el Ministerio de Industrias.
¿Qué se hace en Cuba para controlar los peligros de la energía nuclear?
“Una de las fortalezas del programa nuclear cubano fue que, desde un inicio, se aprobó un Decreto Ley “Para la Regulación del Uso Pacífico de la Energía Nuclear”, de 1982. En este decreto, instrumento legal rector de las aplicaciones nucleares en Cuba, se establece que cualquier proyecto requiere autorización desde el momento en que importa la fuente o la tecnología. En el año 2000 este cuerpo legal se actualizó al Decreto Ley 207, Sobre el uso seguro de la Energía Nuclear.
“Todas las etapas de la vida de una aplicación Nuclear en Cuba llevan una autorización: la importación, el emplazamiento, la construcción de instalaciones, el final, etc. Asimismo, las aplicaciones son inspeccionadas con una frecuencia relativa a la peligrosidad de la fuente que emplean. En otras palabras, los proyectos más riesgosos se inspeccionan anual o hasta bianualmente, y los menos riesgosos tienen una periodicidad de 2 a 4 años.
“El Código Penal puede imponer sanciones si se hacen usos inadecuados o se violan las regulaciones de seguridad con respecto al empleo de la energía nuclear”.
En la actualidad existe un reactor nuclear inactivo, ubicado en el Instituto Superior de Tecnologías y Ciencias Aplicadas (InsTEC) y que se utiliza únicamente con fines docentes, aunque cada año es supervisado por diferentes organismos nacionales e internacionales.
Por otra parte, Aniuska Betancourt explica las funciones del organismo dentro de la AENTA encargado de velar por la seguridad de las aplicaciones. El Centro de Protección e Higiene de las Radiaciones tiene los servicios de protección básicos del país sobre el tema. Posee el lugar donde se almacenan todos los desechos radioactivos que se generan de las aplicaciones de las técnicas nucleares en el país. Estos desechos radioactivos son de baja y media radioactividad. En el espacio destinado a eso, estas fuentes radioactivas se almacenan con todas las condiciones y personal calificado necesario para evitar riesgos humanos y proteger el medio ambiente.
Además, este centro ofrece el Servicio de calibración dosimétrica, q permite q todos los instrumentos de medición de las radiaciones ofrezcan una medida exacta. Por otra parte, brinda servicios de dosimetría individual, que consiste en medir la dosis de todas las personas que trabajan expuestos a la radiación, porque existe un límite anual recomendado no sobrepasar. Las dosis de cada uno de los trabajadores se registran mensualmente, y eso se conserva durante toda la vida laboral del trabajador y hasta 30 años después de que el individuo detenga su exposición, como lo estipulan las regulaciones vigentes en el país.
En el ámbito de la medicina nuclear se implementan calibradores de dosis para cada paciente que recibe tratamiento. Estas tecnologías, llevadas a cabo por el Centro de Isótopos, resultan de gran importancia para evitar que un enfermo reciba la dosis incorrecta con respecto a su padecimiento, lo cual puede traducirse en graves consecuencias para su salud.
¿Cuba ha tenido alguna vez algún accidente importante?
“No. Problemas operacionales siempre pueden surgir, pero no hemos tenido ningún accidente de envergadura. Una de las cosas que se le exigen a las entidades que poseen fuentes radioactivas es que tengan un plan de emergencia, llamado Plan de Reducción de Desastres. De hecho, tiene que prever y dar respuesta a todas las situaciones posibles, tanto de origen tecnológico como de origen natural. De hecho, nuestro Ministerio trabaja de conjunto con la Defensa Civil, órgano encargado de la prevención de desastres”.
Contexto nuclear cubano en la actualidad
En 2014, Cuba firmó su marco programático con la OIEA con sus prioridades: salud, seguridad alimentaria y medio ambiente. A estas prioridades estarán dirigidos los proyectos del país con el organismo internacional hasta el año 2020.
Por el interés suscitado a escala internacional, la inocuidad alimentaria debe ser una de las nuevas direcciones a tomar por Cuba en materia de energía nuclear. Un proyecto con la OIEA permitió al Centro de Estudios y Aplicaciones Tecnológicas de la Energía Nuclear poseer un equipo para detectar metales pesados en alimentos. Este dispositivo hoy no tiene la posibilidad de satisfacer la demanda nacional, por lo que resultaría necesario importar más infraestructura para masificar el estudio de peligrosidad de los alimentos.
Otra aplicación de la energía nuclear que aún no posee condiciones para beneficiar a un sector mayoritario de país resulta el análisis de contaminación ambiental. Algunos estudios para determinar la limpieza de recursos hídricos se hacen mediante técnicas nucleares, actualmente muy restringidas a laboratorios específicos. La Bahía de La Habana ha sido objeto de una de esas investigaciones, las cuales necesitarían extenderse a muchos otros entornos cubanos.
¿Qué proyectos de colaboración sostiene Cuba con otros países en temas de energía nuclear?
“Por supuesto, existen proyectos a nivel bilateral. Pero las colaboraciones en que tenemos más participación son a nivel regional. Existe un Acuerdo Regional de Cooperación para la Promoción de las Técnicas Nucleares en América Latina y el Caribe, donde Cuba participa de manera activa.
“Este grupo firma proyectos regionales relacionados con todas las esferas de aplicaciones de tecnología nuclear: la agricultura, la industria, la protección del medio ambiente, la salud, la producción de radioisótopos, y en menor medida, la nucleoenergética.
“Entre los proyectos bilaterales destaca el existente con Vietnam para reutilizar la planta de irradiación. Este vínculo se debe a que en el país asiático se realizó un rescate de una planta similar a la que nosotros tenemos. El proyecto se presentó y aceptó en el marco de la Comisión Mixta Cuba-Vietnam. Este año, los vietnamitas vienen participar en el montaje tecnológico, y el próximo se concretará el montaje de la fuente”.
Una de las grandes interrogantes con respecto al crecimiento de la energía nuclear cubana resulta la relación con los Estados Unidos. Desde 1959 hasta la fecha, investigadores y directivos cubanos no han podido participar en eventos de la OIEA cuando estos se realizan en suelo norteamericano. A partir del giro que se implementa paulatinamente en las relaciones entre ambos países, ¿volverán a ser posibles este tipo de intercambios? ¿Estados Unidos comenzará a apoyar en el desarrollo de la energía nuclear en Cuba, teniendo en cuenta el supuesto “peligro en su traspatio”? En un futuro cercano, ¿se incluirán estos temas , a fin de cuentas, en la mesa de negociaciones?