El Dr. Armando Caballero López, una figura emblemática de la medicina, en especial de la atención al paciente crítico, falleció este domingo en La Habana a los 77 años, según reportaron medios periodísticos y redes sociales.
Nacido el 7 de septiembre de 1947 en Santa Clara, Caballero López fue el fundador de la Terapia Intensiva en Villa Clara, por lo que su visión y empeño permitieron que la provincia contara con la segunda sala de Terapia Intensiva del país, la célebre “Sala 1” del hospital Celestino Hernández Robau, que este año cumple 53 años de servicio.
⚕️ Villa Clara llora al Dr. Armando Caballero López, ‘Caballero de la Medicina’:
• Fundador de la Terapia Intensiva
• Héroe en la lucha contra la COVID
• Maestro de generacionesSu legado vive en cada respiro salvado. #HastaSiempreDoctor pic.twitter.com/gqEjJgeCzS
— Universidad de Ciencias Médicas de Villa Clara (@ucmvccu) May 4, 2025
Caballero no solo fue un médico de excelencia, sino también un investigador prolífico. Entre sus más de cincuenta investigaciones destacan estudios pioneros sobre el asma bronquial, la ventilación artificial, la sepsis en cirugía, el paro cardiorrespiratorio y el manejo del paciente grave.
Su trabajo sobre la utilización de la CPAP CPAP (Presión Positiva Continua en las Vías Respiratorias, por sus siglas en inglés Continuous Positive Airway Pressure) en insuficiencia respiratoria aguda y su experiencia con la analgesia epidural en pacientes críticos son hoy referencia obligada en la literatura médica cubana.
La CPAP es una modalidad de soporte respiratorio que mantiene las vías aéreas abiertas mediante la aplicación constante de una presión positiva durante todo el ciclo respiratorio.
El científico participó en numerosos congresos nacionales e internacionales, desde Francia hasta Angola, y fue miembro honorario de la Academia de Ciencias de Cuba.
Entre sus aportes más duraderos se encuentra el emblemático libro Terapia Intensiva, texto de cabecera para generaciones de médicos cubanos y latinoamericanos.
Además, coordinó y participó en la redacción de otros volúmenes dedicados a la anestesiología y la reanimación, incluyendo una obra monumental de 197 capítulos con la colaboración de 170 autores de todos los continentes, consolidando así su influencia internacional.
“Hablar de méritos, medallas, distinciones y estímulos sería interminable, tan honoríficos como la de miembro reconocido de la Academia de Ciencias de Cuba, pero la que más le satisfizo —y me lo hizo saber en varias ocasiones— fue la de no pensar en distingos ni menos en la fama”, recordó en una semblanza el periodista villaclareño Ricardo R. González en la emisora CMHW.
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“Se sentía campesino, como aquel muchachito, oriundo de Seibabo, que un día llegó con apenas cinco años a Santa Clara, y recordaba aquel regalo de su abuelo a partir de un libro que invitaba a ganar en salud. Quizás la justa puerta entreabierta para penetrar en ese, su mundo”, añadió sobre el eminente médico, cuya viuda es una enfermera de prestigio y sus hijos profesionales en la especialidad de cuidados intensivos.