Ante un panorama signado por la necesidad de revitalizar las deprimidas exportaciones cubanas y atraer inversiones extranjeras, la Feria Internacional de La Habana se convierte, cada año, en una oportunidad única para concretar negocios y ampliar los nichos comerciales de Cuba para el mundo.
En sintonía con el pensamiento economicista que signa la gestión gubernamental, esta 31 edición se anuncia como la más grande de su tipo en los últimos 11 años, con 906 firmas y sucursales, pertenecientes a 64 países, y una ampliación física de tres mil 023 metros cuadrados, con relación a la zona expositiva de 2012, según informes del miembro del Comité Organizador, doctor Roberto Verrier. “Se esperan mil 400 empresas y 30 delegaciones de Cámaras de Comercio”, informó.
La presentación de la Zona Especial de Desarrollo del Mariel estará entre los temas capitales de este evento de negocios, nada descabellado ante un proyecto que asume como premisa la ampliación del Canal de Panamá en 2015, y se propone alistar seis terminales para buques de gran calado con mercancías de trasbordo hacia otros puertos latinoamericanos; con una inversión de 900 millones de dólares, -de los que 640 provienen de un crédito otorgado por Brasil-.
Entonces se entiende que el pabellón más grande de Fihav 2013 sea el brasileño, aún cuando entre los países más representados figuren España y Venezuela, reporta de la prensa nacional.
Sin dudas una excelente oportunidad para concretar convenios y vínculos comerciales para TODOS los actores económicos de esta Isla. Sin embargo salta a la vista una contradicción en Fihav 2013: será esta una feria totalmente diseñada para el empresariado estatal cubano, o dicho de otra forma, los emprendedores del género cuentapropista o cooperativista aún no tienen carta abierta para negociar con el mundo.
Desde 2010 el gobierno cubano ejecuta una actualización de su modelo económico que incluye la liberalización de sus fuerzas productivas, la descentralización de muchas de las funciones estatales, y la erradicación de una cultura de la inercia en la gestión de país.
Una de los cambios económicos de mayor impacto ha sido la apertura y promoción de la pequeña y mediana empresa en Cuba, de la que hoy forman parte 436 mil 342 trabajadores, en las 201 modalidades de empleo existentes.
Aunque el sector estatal carga aún con las grandes contribuciones al presupuesto de estado, –según declaraciones del director de Ingresos del Ministerio de Finanzas y Precios, Vladimir Regueiro-, el discurso de los decisores de políticas en la Isla apuesta por la iniciativa privada para un escenario económico superior en Cuba.
Se trata de crear una cultura empresarial con aperturas internacionales, para la consolidación de estos nuevos actores económicos y el engrosamiento de las ganancias netas de una Cuba Socialista.
Una meta loable, que, por lo pronto tendrá que esperar, al menos hasta la próxima edición de la Feria Internacional de La Habana.