Pese a ser un rublo exportable y de alta demanda en el mercado interno como medio de cocción, dada la crisis energética, la producción de carbón vegetal no siempre está acompaña del éxito, sobre todo si el contratista es el Estado.
El municipio tunero de Manatí, la pequeña comunidad rural de Las Carboneras, antaño un enclave próspero de productores de carbón vegetal, ahora es un solo un lugar para unos pocos hornos de carbón. Los moradores del caserío, de apenas diez viviendas, fueron obligados a emigrar hacia zonas suburbanas por la crisis económica.
Un reportaje publicado este viernes en el diario digital Periódico 26, de la provincia de Las Tunas, cuenta la historia de una comunidad carbonera venida a menos y una tradición generacional que de seguro se interrumpirá por la diáspora de sus portadores.
Una comarca venida a menos
Bajo el título Las carboneras, cuando se rompe la tradición, el material cita los testimonios de Enrique Pérez Rojas, carbonero manatiense que aprendió la labor a los nueve años de manos de su abuelo.
“Aquí ya no queda nada. No hubo más remedio. La gente se tuvo que ir”, contó Pérez Rojas a la prensa sobre el proceso de desmantelamiento del poblado.
Al convertirlo en una circunscripción de Puerto Manatí, el poblado perdió la escuela y la bodega propias, obligando a los escolares a caminar kilómetros para ir a clases, pues no hay transporte en la zona, y regresar a casa de noche por los marabuzales solitarios.
Sin acceso a servicios básicos, y con dificultades para obtener alimentos, los habitantes comenzaron a abandonar sus hogares en busca de mejores oportunidades en la cabecera municipal de Manatí.
“Dejamos de recibir el pollo, el picadillo…y los vecinos comenzaron a irse de uno en uno. Se llevaron las puertas, las ventanas, lo que pudieron, y agarraron para Manatí, a intentar sobrevivir. Yo fui el último en irme. Sumaba en este lugar más de 30 años y lo único que sé es hacer carbón”, relató el campesino.
Por si fuera poco, fue víctima del robo de sus animales y de la amenaza de delincuentes. Su esposa se enfermó de los nervios.
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Mantener la tradición
A pesar de la desolación, algunos carboneros se niegan a dejar morir la tradición. Enrique, a sus 50 años, recorre diariamente 12 kilómetros en bicicleta para trabajar en sus hornos, cargando incluso los sacos de tierra necesarios para taparlos, describe el reportaje del Periódico 26.
Por su parte, Ramón González Ramírez, otro carbonero de la comunidad desaparecida, también se aferra a su oficio, a pesar de las dificultades para conseguir leña y los bajos salarios.
Javier Pérez Sánchez, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Agroforestal Manatí, reconoce la importancia de rescatar la producción de carbón, especialmente en un contexto de escasez energética. Sin embargo, admite que los recursos son limitados y que los precios que se pagan a los productores no son suficientes para cubrir sus necesidades básicas.
Precios estatales no competitivos
“Empezamos pagando el kilogramo de carbón a 4.00 pesos, después subimos a 8.00 y ahora es 15.00. Sabemos que no es suficiente. Ellos necesitan más y tenemos la intención de elevarlo a 22.00, y aún estamos por debajo de los precios que rige la calle. El saco saldría en poco más de 500.00 pesos”, contabiliza.
“La competencia es muy dura porque el saco de manera clandestina está casi a mil pesos, y en algunos lugares sobrepasa ese costo. Estamos haciendo estudios para favorecer a los productores teniendo en cuenta nuestras posibilidades. Ellos integran el patrimonio de la Forestal y siempre que hay combustible se les apoya en el tiro de tierra y leña. Ahora mismo no podemos brindarles nada”, reconoció Pérez Sánchez y admitió que “ya no hay modo de recuperar la comunidad; solo queda fomentar la producción con mejores tarifas”.
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Bancarización y necesidades no cubiertas
Entretanto, Albero Seguro Cruz, secretario del Sindicato Agropecuario, Forestal y Tabacalero en el municipio de Manatí, refiere las necesidades básicas del carbonero. “Piden ropa, zapatos, limas… Ellos no son cualquier trabajador. Para estar aquí codo a codo con las plagas, monte adentro, hacen falta medios de protección; y podemos ayudarlos muy poco”.
En paralelo, los carboneros son víctimas de la voluntad de modernización del Gobierno, que a marchas forzadas inició en agosto de 2023 el llamado proceso de bancarización.
“Algo que les golpea mucho es la bancarización. Les pagamos en tarjeta y no tienen cómo sacar el dinero que necesitan de una sola vez. Cuando van al banco en ocasiones solo les dan mil pesos o menos”, dice el sindicalista.
Aunque las autoridades locales expresan su voluntad de apoyar a los productores de carbón, el futuro de Las Carboneras es incierto.
La maleza sigue avanzando sobre las ruinas de las casas, borrando los últimos vestigios de una comunidad que alguna vez fue próspera. La tradición, mantenida por varias generaciones, ha sido truncada y con ella se pierde un valioso patrimonio cultural y económico de Las Tunas.
“La tradición se ha roto, es muy duro no ver el fruto de tanto sacrificio”, dijo con pesadumbre Pérez Rojas.
Exportaciones
Desde la primera década del actual siglo, Cuba exporta carbón vegetal a Europa a partir del procesamiento del marabú y otras especies invasoras.
La mayoría de los carboneros y leñadores en Cuba son independientes, algunos laboran por temporada y otros integran cooperativas agropecuarias o empresas agrícolas estatales.
Entre las provincias con más auge de la actividad figuran las centrales Cienfuegos, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey, y la oriental Holguín.
Los principales destinos de las exportaciones son España, Portugal y Turquía, y también Canadá y naciones del Oriente Medio.
El carbón vegetal cubano, conocido por su alto valor energético y pureza, se produce principalmente a partir de la madera de marabú, una planta invasora que ocupa grandes extensiones de tierra fértil en la isla.
Su aprovechamiento no solo genera ingresos, sino que también contribuye a la recuperación de tierras para la agricultura y la ganadería.
El gobierno cubano ha impulsado la producción y exportación de carbón vegetal a través de empresas estatales y cooperativas, brindando apoyo técnico y logístico a los productores.
Escollos
A pesar del potencial del sector, la producción de carbón vegetal en Cuba enfrenta numerosos desafíos. La escasez de combustible, piezas de repuesto y otros recursos básicos dificulta la logística y el transporte de la madera y el carbón.
Los bajos salarios y las difíciles condiciones de trabajo también desmotivan a los productores, muchos de los cuales optan por abandonar el oficio en busca de mejores oportunidades.
Por otra parte, la falta de acceso a financiamiento y la demora en los pagos dificultan la inversión en nuevas tecnologías y la mejora de las condiciones de trabajo.