Un francés de apellido Chueaux buscaba oro en la Sierra Caballos en 1834, en una isla al sur del archipiélago cubano. No halló el oro, pero descubrió el mármol grisáceo que rellena las entrañas de Isla de la Juventud. Desde aquella primera cantera establecida en la ribera del arroyo Brazo Fuerte hasta las grandes que hoy explota el Estado cubano, la roca es presencia constante en Gerona y otras ciudades del territorio pinero.
En forma de lápidas, como mojón que indica dirección en las calles, como asiento, como esculturas de artistas… El mármol, producto local, abarata el costo para los pineros. Lo que en otros lares es lujo aquí se convierte en cotidianidad.