A pocas horas de finalizar el período lluvioso en Cuba, que los especialistas sitúan entre los meses de mayo y octubre, La Habana enfrenta una compleja situación con sus acuíferos, a diferencia de la mayor parte de la Isla, que se encuentra en favorables condiciones.
La capital cubana es una de las provincias con menos precipitaciones registradas en lo que va de año, con lo cual comenzará los meses secos (noviembre-abril) “con déficits significativos, llamados a incrementarse con el paso de los días, a juzgar por el comportamiento tradicional del régimen de lluvia y los pronósticos”, asegura el periódico local Tribuna de La Habana.
Hasta el 21 de octubre, apunta la publicación, la urbe habanera –que el próximo 16 de noviembre llegará a sus cinco siglos de fundada– apenas acumuló el 55% de la media histórica de precipitaciones correspondientes a un mes tradicionalmente entre los más lluviosos del año, y sus embalses descendieron 0,4 hectómetros (400.000 metros cúbicos) comparados con el cierre de septiembre.
De las cuatro principales cuencas de abasto subterráneo a La Habana, asegura el medio, dos exhiben nivelas normales: Ariguanabo y Cuenca Sur, aunque la primera desciende con respecto al mes anterior mientras la segunda va en ascenso. Mientras, las cuencas de Almendares-Vento y Jaruco muestran un estado desfavorable, aunque la segunda ha ascendido con relación a septiembre.
Por su parte, el sistema de la presa Coca-Zarza-Bacuranao, asociado al suministro a los habitantes, instituciones y empresas del este de la ciudad, apenas alcanza poco más del 30% de su capacidad.
Frente a este escenario, la empresa Aguas de La Habana, entidad estatal responsabilizada con la gestión y distribución de este líquido en la ciudad, está bombeando en la actualidad 350 litros por segundo en lugar de los 500 planificados. La medida busca “busca de potenciar el ahorro y una distribución más equitativa, además de tratar de evitar el colapso o salinización de acuíferos”, explica Tribuna.
Además, ha reajustado horarios y cambiado ciclos en los suministros, en busca de beneficiar a quienes dependen de los acuíferos más deprimidos o viven en zonas altas o alejadas de las fuentes de abasto.
Los directivos de la empresa aseguran que de no producirse un huracán –la temporada cilcónica se extiende hasta el cierre de noviembre– u otro evento hidrometeorológico extremo, en lo adelante disminuirán las lluvias y, en consecuencia, empezará a agotarse el agua almacenada. Por ello, piden a los habaneros economizar agua como un “mandato ineludible”.
En estos momentos, unos 45 mil habitantes de la capital sufren afectaciones en la distribución del agua como ciclos de entrega más prolongados, reducción de horario y disminución de presiones. No obstante, Aguas de La Habana afirma que de no ser por las medidas adoptadas la cifra de perjudicados rondaría las 475 mil personas, es decir un cuarto del total de los clientes, y advierten que el número de afectados podría crecer e çn los próximos meses por el efecto de la sequía.
Los ciudadanos debemos ahorrar agua, pero la empresa “TIENE” que resolver los inmensos salideros como los de la calle Concepción y 18, en la línea del tren donde se derraman a vista de todos más de los 500 litros por minuto que bombean