La pasada semana comenzó en La Habana la decimoquinta edición de las Jornadas Cubanas contra la Homofobia y la Transfobia. El evento, que vuelve a tener actividades presenciales ―aunque las acciones de carácter festivo fueron suspendidas por los trágicos sucesos del hotel Saratoga― luego de dos años de restricciones por la pandemia, se desarrolla a solo días de haber concluido oficialmente el proceso de consulta popular sobre el proyecto del nuevo Código de las Familias, el cual entra ahora en una etapa clave para su elaboración definitiva y su posible aprobación en referendo por la población cubana.
Se trata de un momento significativo para la Isla ―signado también por la crisis económica, los avances frente a la COVID-19, los ecos de las protestas de julio pasado y la creciente ola migratoria―, en el que se dirimen derechos fundamentales y enfoques amplios e inclusivos de las realidades y dinámicas familiares de la Cuba actual, contemplados en la propuesta legislativa, pero también emergen ―o, más bien, se exacerban― estigmas y prejuicios largamente enraizados en la sociedad cubana, y se confrontan visiones contrapuestas, y en ocasiones antagónicas, sobre la propia sociedad y la institución familiar en el país, y la vida en sentido general.
Se trata de una realidad que no puede desconocerse ni subestimarse, con implicaciones ideológicas, e incluso políticas, y que, aun cuando gane mayor visibilidad en este escenario, va más allá del proceso relacionado con el Código de las Familias y apunta directamente al futuro del país, según reconoce Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).
“Es algo mucho más profundo, mucho más amplio, y con contradicciones importantes”, respondió Castro Espín a OnCuba durante la conferencia de prensa inaugural de las Jornadas contra la Homofobia y la Transfobia. En su opinión, ello es parte de un “peligroso” contexto internacional, de cuyas resonancias no escapa la Isla, y en el que, en sintonía con “intereses hegemónicos de los grandes grupos de poder”, “se fortalecen prejuicios y posiciones fundamentalistas, retrógradas, que uno creyera que ya deberían estar superadas y no debieran regresar, pero que, aun así, se reintroducen y se instalan con tremenda fuerza en todos los temas, entre ellos los relacionados con la sexualidad”.
Para la especialista, en estos momentos el mundo está atravesando “como un período medieval de la modernidad”, en el que estas posturas y prejuicios han logrado escalar a nivel político en varias naciones y han acelerado la polarización de sus sociedades y también a escala global. “Es algo tremendo lo que está ocurriendo ―afirmó―. Hay países donde las posiciones fundamentalistas han logrado posicionarse, por ejemplo, sobre aspectos relacionados con los derechos de las personas LGTBIQ+, en los que ya se había venido avanzando, y de repente se empiezan a ver propuestas de políticos y grupos conservadores que están tratando de suprimir esos derechos. También, sobre la intervención voluntaria del embarazo, para evitar que se apruebe legalmente o para promover su prohibición donde ya existe una normativa al respecto”.
En este sentido, consideró “terrible” la posibilidad de que la Corte Suprema de Estados Unidos dé marcha atrás a ese derecho en la nación norteña, y, con ello, se retrocedan “tantos años de lucha por las libertades civiles”. La directora del CENESEX comparó estos retrocesos con una “cacería de brujas” y lamentó que las mujeres vuelvan a ser “rehenes de las posturas más conservadoras” y de “jugarretas políticas” para “negarle derechos y conquistas por los que históricamente han luchado los movimientos sociales, progresistas”. Desde su perspectiva, “el impedir que las mujeres puedan decidir sobre su cuerpo, que puedan ejercer plenamente sus derechos, es la continuidad de la política de misoginia histórica desde el patriarcado explotador” y la expresión de “un ejercicio arbitrario de poder” sobre ellas.
Al respecto, advirtió que “estos pensamientos retrógrados, oscurantistas, como mismo empiezan a posicionarse en algunos lugares, también se irradian para otros. Y en Cuba tenemos que estar alertas, activas y activos para evitar que esas tendencias, que esos fundamentalismos se posicionen, que no son solo religiosos, también son políticos, ideológicos, y están ahí, probando a ver qué terreno logran conquistar. No podemos ser ingenuos en ese sentido. Realmente es un momento muy peligroso para la humanidad, y tenemos que ser conscientes de ello, también en nuestro país. Tenemos que defender todo lo que hemos ido conquistando y trabajando durante tantos años.”
La consulta, el Código, las iglesias
Sobre la consulta popular del nuevo Código de las Familias, que recién finalizó en la Isla, Castro Espín la catalogó como “muy valiosa”, porque, dijo, ha permitido recoger “una información muy importante para saber por dónde va el imaginario popular con relación al derecho familiar y sus temas relacionados”. “Ha sido un proceso vivo, con la gente opinando, participando, en el que se han aportado elementos muy valiosos que ahora la comisión redactora tendrá en cuenta, para introducirlos y seguir trabajando en una norma que se ajuste mejor a la realidad de todas las personas y familias”, añadió.
La experta, hija del expresidente Raúl Castro y la ya fallecida dirigente femenina Vilma Espín, aseguró que “estos procesos no son lineales ni tampoco fáciles; llevan mucho debate, mucho diálogo y discusiones”, pero apuntó que “lo importante es que entre todos nos vayamos escuchando, nos vayamos entendiendo y vayamos avanzando”. No obstante, reconoció la importancia de continuar el diálogo sobre el Código de las Familias pues, dijo, “todavía hay barrios y sectores que necesitan que ese diálogo continúe, porque no siempre encuentran satisfechas sus inquietudes, y creo que mientras haya posibilidades de seguir intercambiando, de seguirnos escuchando, antes de ya tomar la decisión final, hay que hacerlo”.
La directora del CENESEX señaló que las Jornadas Cubanas contra la Homofobia y la Transfobia, en su decimoquinta edición, se insertan en esa voluntad. Bajo el lema “Todos los derechos para todas las familias”, el evento tiene en la nueva normativa uno de sus ejes principales, con talleres y otras actividades que abordarán varios de los temas que “más resistencia” han despertado durante la consulta popular. Entre estos, mencionó la gestación solidaria, el matrimonio igualitario y la adopción por parte de parejas del mismo sexo, sobre los que precisó que “se ha venido trabajando, en los argumentos, en las líneas de mensaje dirigidas a profundizar en esos temas”.
Además, adelantó que “se está preparando, para después de las sesiones de la Asamblea Nacional, un plan de actividades y de visitas a estos barrios y sectores donde más elementos de este tipo se han posicionado en la consulta”. Con respecto a las iglesias y las congregaciones religiosas, uno de los sectores más resistentes al proyecto legislativo ―con campañas y expresiones públicas de desacuerdo, incluso en la televisión nacional―, Castro Espín explicó que se han seguido “las pautas de la misma política implementada por nuestro gobierno y por el Partido Comunista, y su departamento de Asuntos Religiosos, que en todo este proceso ha estado en un diálogo permanente con líderes religiosos y congregacionales, esclareciendo dudas, aclarando mitos que existen sobre estos temas, para que los mismos líderes puedan ayudar a sus feligreses a comprender mejor el proyecto del Código, a razonar sus propuestas”.
Sobre los planteamientos de un líder evangélico en un programa televisivo, contrarios a varios aspectos de la normativa y laudatorios del papel de la iglesia en la sociedad ―que la especialista consideró como posiciones “muy estrictas”―, mostró su desacuerdo, porque, dijo, “este es un Estado laico”. “La respeto (la decisión de transmitir las declaraciones del pastor), y creo que habrá razones para haberlo hecho, pero personalmente no me gustó, como a tanta gente no le gustó. Pero al mismo tiempo me gustó que la población opinara al respecto, con todos los criterios que eso generó”, respondió a OnCuba.
A pesar de episodios como este, y de las contradicciones y resistencias emergidas de la consulta, Castro Espín confirmó su convencimiento de que el Código será finalmente aprobado por la mayoría de los cubanos. Incluso, de que en la comunidad religiosa también habrá personas que lo respaldarán en el referendo. “Yo sé que hay feligreses que van a votar a favor, porque cuando he hablado con ellos me han dicho que están de acuerdo ―apuntó―. Hay otros, lógicamente, que van a votar en contra, porque es lo que les dicta su fe, su forma de entender la vida. Y hay otros que reconocen que temas como los del matrimonio y la adopción por personas del mismo género les generan una contradicción tremenda, pero, al mismo tiempo, consideran que no deben ser un obstáculo para la aprobación del Código, en el que reconocen muchos beneficios y elementos ventajosos en diferentes aspectos y para todas las personas”.
“Es cierto que hay personas que están absolutamente convencidas de que las cosas no deben ser como las plantea el proyecto del Código ―reiteró―; hay posiciones y dogmas religiosos que nosotros no los vamos a transformar porque están muy arraigados en esos feligreses, en las personas que pertenecen a esas iglesias donde promueven este tipo de ideas y tienen todos sus fundamentos. Está bien. Ellos votarán en contra, pero otra parte votará a favor, y yo creo que esa otra parte va a ser la mayoría. Esa es mi percepción.”
Más allá del Código
Aunque ahora todas las miradas están puestas en la elaboración definitiva del Código de las Familias, y su presumible aprobación, la directora del CENESEX es consciente de que, de aun de lograrse, con ello no terminarán los desafíos para hacer realidad lo que la normativa plantea. “Hay que seguir trabajando. La ley sola no va a transformar los prejuicios, como no los transformó que se aprobara la Constitución, pero sí va a proteger los derechos de todas las personas frente a esos prejuicios”.
“Este proceso no termina con la aprobación del nuevo Código. Queda mucho por hacer, pero se han estado sacando aprendizajes importantísimos”, aseveró. En particular, ponderó el trabajo comunicacional realizado por las instituciones estatales en esta ocasión, al que consideró “excelente”. “Fue mucho mejor que el que se hizo cuando la Constitución, del que se sacaron lecciones importantes, y ahora se ha estado trabajando con mucha mayor calidad en ese sentido. Ya veremos el resultado, pero al menos yo tengo esperanzas de que un pueblo que votó por la nueva Constitución, es un pueblo que va a votar en su mayoría, tal vez no tan alta como la de la 2019, pero sí de forma mayoritaria por este Código, que es muy novedoso y avanzado”, reiteró.
Castro Espín también destacó, “como parte del aprendizaje”, que este proceso “ha puesto en evidencia la importancia de la educación, la responsabilidad de la institución escolar en el abordaje de estos temas”. Al respecto, defendió la labor que deben realizar las escuelas “en la actualización de la formación de las jóvenes generaciones, en la explicación de los argumentos y elementos de análisis que se les debe aportar para que entiendan la importancia del sistema jurídico en la sociedad, de la protección legal de los derechos de todas las personas, para que comprendan la importancia del derecho familiar, y los conceptos e ideas que se manejan al respecto en el Código”. Ello, sin descuidar la importancia de hacer “más comprensible” la norma, de trabajar en su lenguaje siguiendo las peticiones de la propia población, “porque una ley que la gente no entienda, no ayuda a que se apropie del conocimiento de sus derechos y pueda ejercerlos plenamente”.
“Este es un proceso que tiene un componente legislativo y jurídico importante, pero que tiene sobre todo un componente educacional y comunicacional en la formación de la ciudadanía, de una ciudadanía activa, porque conocer sus derechos les permitirá ejercerlos con plena conciencia, cuestionarlos, fortalecer su manera de implementación, y así propiciar que todos los actores sociales, comunitarios, utilicen la ley en toda su riqueza y posibilidades, y no se imponga una interpretación sesgada por prejuicios ni por las posiciones fundamentalistas y retrógradas”, concluyó.
Es estado es laico pero todos tienen el derecho a opinar. Es preocupante que una persona intente ecualizar quien tiene el derecho a ser escuchado.