Cuba es en estos momentos varios países. El huracán Irma trazó fronteras en la Isla con la huella de sus afectaciones.
Mientras en algunos lugares –los menos–, la vida va volviendo a la normalidad, en muchos otros se viven realidades diferentes, contrastantes en ocasiones.
La existencia o no de electricidad sirve de brújula. Poco a poco la Isla va recuperando el servicio eléctrico y con ello las personas respiran aliviadas. El oriente cubano lleva ventaja en este panorama.
“Tener ya la luz es una suerte –dice Mariela a OnCuba desde Camagüey–, más cuando parte de la provincia y el país todavía están a oscuras. Al menos no se me echaron a perder las cosas en el refrigerador.”
En ese territorio –incluido la ciudad cabecera–, el huracán dejó daños considerables en casas e instalaciones estatales y la recuperación no es cuestión de coser y cantar. Tampoco en Ciego de Ávila la situación es fácil, en particular en la cayería norte, donde los hoteles sufrieron con crudeza el golpe del huracán.
En Villa Clara la paulatina llegada de la corriente eléctrica calma los ánimos en la medida de lo posible. “En la ciudad las cosas se van restableciendo –cuenta Enrique desde Santa Clara–, pero para la parte norte la cosa está fea. Por lo que dice la radio Caibarién está muy afectado y del cayo (Santa María) mejor ni hablar”.
Como el resto de Cuba, la Habana tiene también sus fronteras. Quien camina por ella este martes, en medio de los trabajos de recuperación y el restablecimiento parcial del transporte público, encuentra disímiles paisajes.
En La Habana Vieja y Centro Habana, donde el mar entró calle adentro, son frecuentes imágenes ruinosas y las pilas de escombros y objetos dañados por la tormenta. Pero en muchos lugares de la zona ya hay electricidad.
El Vedado, en cambio, también sacudido por la inusitada visita del mar, todavía está mayormente a oscuras. Muchos árboles –grandes árboles– fueron al piso y con ellos cables, postes, señales del tránsito.
No obstante, muchos semáforos ya funcionan y no pocas brigadas trabajan en la poda de los árboles derrumbados para luego reponer los postes que reclaman un cambio.
“Aquí ha trabajo para rato”, dice un operario con la motosierra en la mano.
Aunque las labores en este y otros barrios de la capital no terminarán en un día, hay esperanza de que la oscuridad no se prolongue mucho tiempo.
Frente a una de las brigadas que trabajan en la calle Paseo se detiene Álvaro. Es un turista español que dice haber vivido “uno de los momentos más aterradores” de su vida la noche que Irma golpeó a la Habana.
“Me habían dicho que sería duro, pero no imaginé que tanto”, asegura.
Pasó el huracán en la casa donde permanece alquilado, en uno de los edificios del Vedado. No tiene corriente eléctrica todavía y por eso peregrina junto a su novia durante el día buscando un sitio donde cargar sus equipos y conectarse a internet.
Este lunes Álvaro estuvo en el Hotel Nacional “donde no cabía la gente y la prioridad era para los huéspedes”, dice, y ahora tomó rumbo al Meliá Cohíba. La destrucción que ha visto a su paso lo mantiene asombrado.
“Unos amigos míos estaban en Varadero pero gracias a Dios pudieron salir antes del huracán –afirma–. Han hablado con la casa en que estaban y el cuento que le han hecho es terrorífico. Esperan marcharse a España ahora que ya el aeropuerto volvió a funcionar, pero yo pienso estar todavía algunos días más. Ojalá y cuando me marche la ciudad tenga ya mejor vista.”
También Maikel quiere salir de la capital cubana. Las rutas de ómnibus nacionales fueron restablecidas y la terminal de la Habana ya tiene electricidad.
Maikel lleva rumbo a Sancti Spíritus donde “la destrucción fue grande”. Va determinado. “Por lo que me han contado, los mayores problemas no son la ciudad pero sí en Yaguajay. Imagina que tengo familia allá y no he podido saber de ella. En cuanto llegue trato de ir a verlos a ver en qué los puedo ayudar.”
Fuera de la terminal, los boteros –choferes particulares– “cantan” sus viajes como un día normal. Santa Clara, Cienfuegos, Pinar del Río, son los destinos anunciados. Incluso alguno se aventura con Varadero.
La vida no se detiene. No puede detenerse.
A pesar de las fronteras trazadas por el huracán.
Maravilloso Eric, otra vez!!!!