Pudimos encontrarnos en La Habana. Ambos estábamos esperando para asistir —él como invitado, yo como periodista— a la IV Conferencia de La Nación y la Emigración que al fin se celebraría el 18 y 19 de noviembre, después de más de dos años de pospuesta por causa de la pandemia.
Decidimos hacer la entrevista tras los días intensos y ajetreados de la Feria Internacional de La Habana. Buscamos dos cámaras, luces, micrófonos, un pequeño equipo de apoyo entre La Habana, Miami y Madrid, y nos sentamos a conversar en su apartamento. Le agradecí mucho que le concediera a OnCuba, nuestra casa, estas dos horas de diálogo; un tiempo que en realidad se duplicó, porque en dos ocasiones debimos detener la entrevista para que pudiera asistir a reuniones de trabajo que tenía pactadas. Fue un largo día.
En contraste con la época del “deshielo” entre Cuba y Estados Unidos, después del 17D —días de optimismo en que muchos medios de comunicación, sobre todo en su país adoptivo, procuraron obtener su testimonio— en los últimos años Hugo Cancio apenas ha conversado con la prensa.
Su distanciamiento de los micrófonos, paradójicamente, le dio oportunidad de multiplicarse al “ruido” en torno a su persona, en un contexto de polarización política muy agudizada a raíz de la crisis integral tan profunda que vive la isla.
Anuncios que ha hecho en los últimos meses su empresa Katapulk; reuniones o eventos en los que ha participado en Cuba o en Estados Unidos; las manos que ha estrechado en algunas de esas oportunidades… han motivado no pocas “noticias”, muchas veces sazonadas con inferencias tendenciosas sobre su posición política: para algunos, un aliado incondicional del Gobierno cubano; para otros, un agente de desmontaje del socialismo en Cuba.
Por hoy, la voz en primera persona de nuestro entrevistado quizá sea la mejor manera de conjurar esos enfoques maniqueos. Permite agregar matices y comprender mejor la complejidad de la hora actual de Cuba, más allá de los elementos biográficos que aparecen en esta larga conversación con Hugo Cancio.
A nuestra audiencia entregamos la entrevista en varios formatos: el tráiler, el video completo, el audio —para quien desee escuchar mientras conduce por un expressway de regreso a casa o mientras ejercita a marcha rápida por el Malecón habanero.
Play para escuchar la entrevista
A continuación podrán leer un resumen organizado por temas con fragmentos destacados de sus respuestas a mis preguntas.
Por más de 25 años
El regreso de Hugo Cancio a Cuba, tras su salida del país en el año 1980 durante el éxodo del Mariel, comenzó en la década de los 90. En 1997 se convirtió en el productor de la película Zafiros, locura azul —un regalo que le hizo a su padre, Miguel Cancio, uno de los fundadores del cuarteto Los Zafiros fundado en 1962.
Zafiros, locura azul comienza con un “disparate” mío —te lo comentaba antes de empezar a grabar. En 1994 tuve la oportunidad de venir a la primera Conferencia de la Nación y la Emigración y un funcionario cubano me preguntó si había tenido la oportunidad de ver el documental Herido de Sombra, de Jorge Dalton, que habían pasado en la televisión cubana y había sido muy popular y muy aclamado. Dije que no. Enrique Román, el entonces presidente del Icrt, me hace llegar el casete en VHS de ese documental.
(…) Yo estaba muy emocionado, sin embargo, mi padre no lo acogió bien. Consideró que el documental no reflejaba la verdadera naturaleza, nobleza y éxito que tuvieron Los Zafiros. Terminaba con una historia no muy feliz donde mi tío Kike [Leoncio Morúa], miembro fundador del cuarteto que había muerto muy joven; Ignacio [Elejalde] también; mi padre había emigrado y solamente quedaba el Chino [Eduardo Elio Hernández Mora] en Cuba. El Chino andaba por su barrio de Cayo Hueso, alcohólico, sin ningún tipo de ayuda. Estaba sujeto a la admiración de la gente de su barrio, de Cayo Hueso pero también a las críticas y las burlas.
Mi padre se ofendió con eso y yo le prometí que iba a regresar a Cuba a hacer un documental que enseñara la otra cara de la moneda. En una conversación con un amigo de la Dirección de Cubanos Residentes en el Exterior, le comenté que quería hacer una “película”; se me fue la palabra “película”.
Ahora no me acuerdo si es que se me fue o exageré. El hecho es que dos horas después me vi en el Icaic conversando con Alfredo Guevara, hablando de hacer un feature film, una película basada en la historia de Los Zafiros. Y ese disparate, mal uso de la palabra o exageración, me llevó a lo que luego se convirtió en la película Zafiros, locura azul.
Reacción en Miami
Finalmente decidí presentar la película en un cine en el downtown de Miami y las entradas se vendieron en 24 horas. Decidí invitar al cast completo de la película, al director, los actores, grupos cubanos que iban a un festival de jazz en Massachusetts. Hasta ese momento ningún artista cubano había tenido un concierto en Miami. Fue una sorpresa. Vivía en Miami y sabía que había un sector de mi comunidad que se oponía a todo lo que tuviera que ver con la participación del Gobierno cubano. Y a pesar de que ninguno de nosotros era miembro del Gobierno cubano, jamás pensé que nos fuéramos a encontrar una manifestación tan grande como la que estaba afuera del teatro.
(…) Ese es mi primer encuentro con ese sector de la comunidad que lleva un dolor genuino dentro de ellos por el simple hecho de haber emigrado, o por no compartir la ideología del país donde en su momento residieron. Pero que en ocasiones salen a manifestarse y ejercer el derecho de criticar, y era la primera vez que me encontraba con ese sector de mi comunidad. Y eso me obliga a salir públicamente, no a criticarlo, porque defendí y todavía defiendo el derecho a las manifestaciones públicas, siempre y cuando se hagan ordenadamente y demás… Salí a defender mi derecho a presentar mi película. Y me dolió muchísimo porque no entendía cómo un proyecto musical, cultural, una película no politizada, que no representaba al Gobierno cubano ni su ideología, una película que extendía puentes de conversación, entendimiento… era recibida así.
(…) Hasta el día de hoy a veces tengo que salir a defender mi derecho a hacer lo que hago, que no entra en conflicto con nadie, pero muchas personas o algún sector de mi comunidad se opone.
Productor y promotor musical: música “made in Cuba” en Miami
En los años posteriores Hugo Cancio produjo los primeros conciertos y giras de músicos de la isla en Estados Unidos. En cada momento intentaba contribuir a la mejoría de las relaciones entre ambos países y explorar oportunidades de negocio, en una época en la que todavía muy pocos cubanoamericanos buscaban ese tipo de acercamiento.
(…) Cuando tuve la oportunidad de vivir en Cuba e interactuar, intercambiar con el mundo cultural cubano, me recordó tanto mi infancia y me empecé a preguntar: “¿Cómo yo participo en este ecosistema de la cultura cubana sin ser músico, sin haber estudiado música y respetando aquellos consejos que me daba mi abuela?”.
Y encontré que podía hacerlo desde la producción, que me acercó mucho más a mis raíces, a lo que mi padre creó.
(…) Con Isaac Delgado nos sentamos y decidimos, nos atrevimos, a hacer en Miami el primer concierto de música cubana con un artista cubano residente en Cuba. Lo hicimos y fue un éxito. Y fue tan bonito. Recuerdo haber presentado el concierto. Las imágenes están por ahí. Ambos pensamos que íbamos a fracasar por las amenazas, la coacción, no se podía promover por ningún tipo de medio de comunicación.
(…) La promoción era a través de flyers que regalábamos y fax. Nos sentábamos en una oficina con las páginas amarillas a mandar faxes. Era así como promovíamos. No había forma de que nos permitieran promocionar un concierto donde participaran músicos cubanos. Las invitaciones que recibíamos eran para programas que sabíamos nos iban a acribillar de alguna manera. No salíamos vivos de ahí, por decir cualquier cosa.
(…) Dije: “Por primera vez vamos a presentar, vamos a tener la oportunidad de escuchar música cubana, made in Cuba. Directamente desde La Habana, Cuba”. Yo presenté el concierto. Después del éxito de ese concierto, decidí hacerlo por un año más con otros artistas. Los artistas fueron Isaac Delgado, Manolín, Los Van Van, Orquesta Revé, Ballet Folklórico Nacional de Cuba, Buena Fe, Paulo F.G. y su élite, Juana Bacallao, Rosita Fornés… Y me retiré de ese mundo con las giras de Silvio Rodríguez y luego Pablo Milanés, con un concierto en el Miami Arena, en el centro de Miami, en el estadio de basquetbol de Miami.
Bombas y amenazas
No, yo no recibí una amenaza de bomba: nos pusieron una bomba en el club donde se presentó Manolín el día antes, la noche anterior. Explotó un carro en Miami. Yo estuve más de seis meses con protección de las autoridades federales porque tenía amenaza de muerte. Y pusieron una bomba en un carro que pensaron que era el mío. No era el mío. En aquella época existía la violencia física. Las amenazas eran constantes. Yo he estado en un vuelo de Miami a La Habana que ha tenido que regresar porque han llamado amenazando que había una bomba a bordo del avión.
La insistencia
Vengo de una familia que no se rinde ante los desafíos, ante los obstáculos; que convierte adversidades en oportunidades; que siempre ha creído en las posibilidades infinitas. Yo creo que está en mis genes. ¿Sabes cuántas veces yo he pensado en decir: “Bueno, yo puedo vivir en cualquier parte del mundo, ¿qué hago yo en Cuba? ¿Qué hago yo enfrentándome a medidas absurdas, a la incomprensión?” Es absurdo pensar que yo no tenga mis inconformidades, mis discrepancias con el Estado cubano. Las he tenido siempre.
“No soy comunista”
No soy comunista, a pesar de que nunca he tocado el tema. No comparto esa ideología. Hace 45 años vivo en el que considero uno de los mejores países del mundo, al que debo muchísimo. Ha habido muchísimas veces en que he desistido y he dicho: se acabó. Pero no me lo he permitido. No está en mí. No puedo. Amo este país incondicionalmente. Yo he aprendido a separar gobierno, ideología y país. Este es mi país, nuestro país, donde todos los cubanos nacimos. Imagínate que me hubiera ido de los Estados Unidos durante el mandato de presidentes cuyas ideologías y valores yo no he compartido.
Sin privilegios en Cuba, y abriendo caminos
¿Sabías que hay más de 100 solicitudes de cubanoamericanos para registrar sus empresas ante la Cámara de Comercio de la República de Cuba? ¿Que hay más de 20 o 30 que ya tienen proyectos tan grandes o más grandes que el nuestro? ¿Y sabes cómo sucedió todo eso?
Sucede porque cuando nosotros, Fuego Enterprises, decidimos registrar la empresa ante la Cámara de Comercio, fuimos allí con nuestro expediente muy humildemente, y nos dijeron que no podíamos. No nos dieron ningún tipo de explicación. “Ustedes no pueden tener una empresa registrada en Cuba”. Insistimos. Nos sugirieron que buscáramos la manera de tener una persona no cubana, residente en el exterior, llámese francés o italiano, y que representara nuestra empresa en Cuba, y así accedían a admitir la aplicación.
Eso me ofendió enormemente. ¿Cómo yo voy a necesitar un extranjero para tener una empresa en el país donde yo nací, donde yo crecí? Siendo yo cubano. Eso me indignó tanto, que me obligó a escribir una carta a la dirección del país, directamente al presidente de la República de Cuba.
Un derecho como cubano
(…) En la carta no hablo de mi derecho como cubano a abrir una sucursal ante la Cámara de Comercio de la República de Cuba, hablo en nombre de todos los cubanos. Y hablo de la necesidad, de eso que repito últimamente, de [entender] que el activo más grande que tiene Cuba es su diáspora. Y que se debía aprovechar esa diáspora. ¿Cómo era posible que los cubanoamericanos tuviéramos dificultades para registrar nuestra empresa?
Eso dio por consecuencia que, un año y medio después nos aprobaran la sucursal. La número uno. Pero no solo aprobaron a Hugo Cancio. Se abrió el espacio para todos los demás. Lo que estás viendo hoy. No se abrió para Hugo Cancio. Eso no es así. Nos costó un año y medio. ¿Pero por qué? Porque insistimos. Porque no nos dimos por vencidos. Porque los “no” eran un “por qué no”. Porque cuestionamos.
Y sobre todo por la voluntad del Estado cubano y de los funcionarios cubanos de hacer el mismo cuestionamiento. Porque las reglas no se aplican para Hugo.
Sin privilegios en Estados Unidos
¿Qué privilegios puedo tener ante el Gobierno de los Estados Unidos? ¿Qué privilegios pude tener yo durante los cuatro años de la Administración de Donald Trump, que cerró los cruceros, que echó para atrás algunas de las categorías de viaje?
(…) Yo fui a Washington, intenté reunirme con miembros de la Administración. Me reuní con muchísimos, nunca llegué al Presidente; pero me recibieron miembros de la Administración. ¿Por qué? Porque hay 25 años de trabajo, de relaciones que tengo con Cuba y Estados Unidos, que he ido fomentando con los años y me he ganado ese espacio. Pero no porque exista ningún privilegio. Y cada espacio que me he ganado —porque nadie me ha dado absolutamente nada— es un espacio que se gana para todos los cubanos, no solamente para mí.
Katapulk, un marketplace
¿Cuántas tiendas online existen hoy? Se habla de Katapulk y Katapulk, pero hay una hemorragia de tiendas online y la gran mayoría son de cubanos residentes en el exterior.
(…) Antes de Katapulk ya existían varias plataformas que llevan años trabajando. Katapulk llegó durante la covid-19 y creció con una rapidez enorme. Cuando a mí se me dio la oportunidad de hacer Katapulk pusimos condiciones lógicas: que el proyecto entero, desde su principio hacia la entrega, la última milla, fuera absolutamente manejado por nosotros, con la menor intervención del Estado cubano.
Los choferes son nuestros, los almacenes los rentamos, pero el personal adentro es nuestro. Esa fue una de mis condiciones. Quiero presentar este proyecto, pero si me lo aprobaran, quiero que sea totalmente nuestro, con la menor intervención del Estado cubano, donde participe el sector privado, donde la mayor cantidad de productos que tenemos a la venta dentro de nuestra plataforma venga de los productores nacionales, de los trabajadores por cuenta propia, del sacrificio que está haciendo el cubano a pie para salir adelante. Katapulk siempre se trató de eso: de dar las oportunidades a los trabajadores por cuenta propia, productores, campesinos, artistas, que pudieran tener una vía, un mecanismo, para exponer y comercializar sus talentos.
Las únicas tiendas dentro de Katapulk que son nuestras se llaman Mercado Único y Reforma. El resto de las tiendas que están dentro del ecosistema de Katapulk son trabajadores por cuenta propia, mipymes, agricultores, personas dentro de Cuba, a quienes les hemos dado el espacio para que vendan sus productos. El precio lo eligen ellos. Nosotros tratamos de regularlos un poco, que no se vayan por encima… A veces se abusa de esos precios y nosotros los monitoreamos. Pero si cualquiera de las personas que están viendo o leyendo esta entrevista entra en Amazon, pueden ver un mismo producto con diferentes rangos de precio. Porque son diferentes proveedores. Ah, tú buscas el más barato.
Apoyar al sector privado
Somos un marketplace con un ecosistema bastante amplio, que va desde renovaciones de pasaporte, recarga de teléfonos móviles, y próximamente, en una asociación que hicimos con una de las empresas más grandes del mundo, nos introdujimos en el mundo de las remesas familiares.
Y obviamente, como estamos apoyando al sector privado, que son la mayoría de las tiendas que tenemos, los precios pueden variar. Pero si entras a la tienda que se llama Mercado Único, dentro de Katapulk, vas a ver que los precios son más baratos que en muchas de las tiendas en Estados Unidos que encuentras y, sobre todo, en mi comunidad.
Los precios son más baratos porque nos hemos dedicado precisamente a que los precios sean asequibles a la mayor cantidad de cubanos residentes en el exterior que quieren y necesitan ayudar a su familia.
Ahora han aparecido muchísimas tiendas de barrio de alimentos y unos llamados bodegones, que tienen la misma cantidad de alimentos que te puedes encontrar en cualquier tienda en Estados Unidos.
Comprar desde Cuba
Katapulk se va a orientar también a esto, a la posibilidad de que la gente desde Cuba pueda también adquirir sus productos. Ya, por ejemplo, quien tenga acceso a MLC, esa moneda virtual que existe, o que recibe dinero desde el exterior a través de una remesa familiar, o lo que sea, y tiene su tarjeta de Transfermóvil, ya puede comprar en Katapulk. La mayoría no lo sabe, pero ya pueden comprar en Katapulk.
A donde queremos llegar —que estamos muy cerca— es a que las personas que no tienen MLC puedan comprar en Katapulk en moneda nacional. ¿Pero te imaginas el sacrificio, la estrategia que eso lleva si nos ponemos a vender en moneda nacional? ¿Cómo volvemos a reabastecer nuestros almacenes si la moneda nacional (la palabra lo dice: nacional) no sirve fuera del mercado cubano?
Katapulk es un proyecto de progreso
A diferencia de las personas que están trayendo contenedores para venderlos y los venden en moneda nacional o los venden en dólares, nosotros tenemos una infraestructura montada en el país. A medida que vamos creciendo, tenemos gastos internos en el país.
Todo dentro del marco de la ley, respetando las leyes de los Estados Unidos, que nos permiten tener la presencia que tenemos en este sector de los alimentos. Dentro de ese sector donde estamos autorizados nos estamos expandiendo, nos estamos diversificando y obviamente empezamos a tener gastos en moneda nacional. Es la oportunidad que estábamos esperando para poder hacer ofertas dentro de nuestra plataforma en moneda nacional y que la mayor cantidad de cubanos tengan acceso.
Katapulk es un proyecto de progreso, no es un invento del momento.
Nosotros estamos enfocados en contribuir y formar parte de esta cultura económica dentro de los marcos de la ley de Estados Unidos y dentro de los marcos de la dirección del Estado cubano.
Promover la producción nacional
¿Cómo potenciamos a esos trabajadores por cuenta propia, a esos campesinos, a esos pequeños y medianos agricultores, para que puedan seguir aumentando sus niveles de producción?
En este momento las leyes de los Estados Unidos no nos permiten invertir en este tipo de proyectos. Habría que pedir una licencia específica. Nos encantaría, estamos encaminados en ese rumbo, el de potenciar a esos emprendedores para que puedan levantar su capacidad de producción y se puedan seguir expandiendo.
Ahora mismo la oportunidad que les estamos dando es que puedan vender sus productos en nuestra plataforma, donde les pagamos en cuentas en el exterior, para que ellos tengan acceso a moneda dura. Es decir, los productos que ellos venden en el territorio nacional,
en los bodegones, o que les venden al Estado los están vendiendo en moneda nacional. Con esa moneda nacional no pueden comprar tecnología, materia prima, no pueden acceder a los materiales que necesitan ellos para seguir creciendo. Nosotros, indirectamente, sin hacer una inversión directa en ellos, solamente dándoles las oportunidades de que vendan sus productos dentro del ecosistema de nuestra plataforma, les estamos generando divisas, dinero fuerte, con lo que pueden salir a comprar sus productos en el exterior. Estamos contribuyendo al crecimiento del sector privado sin tener en este momento que hacer una inversión directa con ellos. Pero a eso queremos llegar. Ahí vamos a llegar.
Estreno: deCancio Foods
¿Sabías que no hay un solo ejecutivo en mi empresa, tanto en Estados Unidos como en Cuba, que estuviera de acuerdo con esa decisión? Mis ejecutivos en Miami decían que nadie iba a comprar un producto con la marca deCancio. Y yo siempre he dicho que esas personas que se oponen a lo que yo he venido haciendo durante muchos años son un grupo, no representan la totalidad de mi comunidad, de la comunidad donde vivo.
Nosotros los cubanos, la sensibilidad la tenemos a flor de piel. Pero no fue un acto de vanidad. Fue más bien un acto de necesidad. Y hasta podría decir, desesperación.
Primero, lo hice por honrar a mi padre y el apellido de nuestra familia.
Yo soy el único hijo varón. Tengo tres hermanas, tres hijas. Ya tengo cincuenta y tantos años. No sé si me atrevo a tener otro hijo, solo para esperar un hijo varón que pueda perpetuar el apellido.
Una marca nuestra
En segundo lugar, hemos traído importantes marcas de Estados Unidos hacia Cuba. En algunas ocasiones nos las han dado con carácter de exclusividad. Las hemos promovido.
Hemos tenido que convencer primero a los dueños de las marcas de Estados Unidos de que entren en el mercado cubano. Y claro que eso es una odisea. Después hemos tenido que convencer a las autoridades cubanas de permitir alguna marca X porque los dueños de las marcas apoyaban a Donald Trump y en algún momento han hecho comentarios negativos sobre el Gobierno cubano. Después que hemos logrado eso, y que hemos logrado las expectativas o las exigencias contractuales, las marcas han venido a Cuba, se han enamorado de Cuba, han visto el sector creciente y la apertura económica y han dicho: “Cancio, muchas gracias, pero ahora nosotros vamos a encaminarnos por nuestra propia cuenta”. Y yo dije: “Nos va a seguir pasando con otras marcas. Si no controlamos una marca y no tenemos una marca propia, no vamos a poder”.
Decidimos que teníamos que hacer una marca. ¿Dónde viene el problema? En el nombre. Después de haber lanzado la marca, tuve una recepción con un amigo, alguien a quien admiro muchísimo, y cuando entro, me da un abrazo y me dice, ¡¡Así que “deCancio”, ¿no?! Si yo hubiera lanzado una marca con el nombre “Inki Inki”, o qué sé yo, nos hubiera costado, como empresa, cinco años para establecer la marca y 3 millones de dólares para posicionarla.
Con “deCancio”, por las razones que sean, sabíamos —o yo sabía— que iba a causar controversia. Pero es como ese ejercicio, el jiu-jitsu, que a veces tú coges las energías negativas de otros o las energías del ataque del adversario y las pones a tu favor.
Yo nunca hago nada con la intención de provocar controversia, pero cuando esa controversia se fomenta y se cultiva sola, sabemos cómo maniobrar para aprovechar eso y convertir esa adversidad en una oportunidad.
deCancio no es la marca blanca de Katapulk
Es una marca internacional de alimentos. Yo creo que muy pronto, a mediados del año que viene vas a ver nuestros aceites y nuestros quesos en supermercados europeos y posiblemente en Estados Unidos. Yo quería crear una marca que fuera nuestra. Si te fijas, si te vas a un supermercado en Cuba, o si te vas a las plataformas de venta online, hay muchísimas marcas de primer nivel, casi ninguna hecha en Cuba, con el sentido de pertenencia, de cubanía, de lo que representamos nosotros como cubanos.
Muchas de las marcas que se comercializan son —no voy a mencionar nombres— españolas, norteamericanas, puertorriqueñas, y nosotros no vendemos productos nacionales producidos en Cuba.
deCancio es una marca que, a pesar de que se fabrica afuera, es hecha por un cubano, pensando en el mercado cubano, para los cubanos, yo la llamo “una marca nuestra”, yo creo que lo es —no voy a decir que es la primera, habrá otras, no lo sé. Está hecha pensando, además, en calidad premium y buenos precios. Es decir, se hizo con esa intención, de llegar a la mayor cantidad de cubanos posible.
Y muy pronto la vas a ver en las tiendas nacionales dentro de Cuba. Porque esa es la intención. No fue hecha para ser comercializada única y exclusivamente a través de nuestro marketplace.
(…) Los productores nacionales van a hacer sus productos con la marca deCancio. Con la doble intención de atender las necesidades del mercado nacional, exportarlos hacia los Estados Unidos y a trabajar para otras partes del mundo.
Hay muchísimo talento aquí en Cuba. Hay muchísima gente con deseos de trabajar. Gente linda, noble, entusiasmada con estas oportunidades. Dadas las herramientas necesarias para satisfacer las necesidades básicas que tienen, sería interesantísimo ver hasta dónde pueden llegar.
Moderación y cautela
Los humanos tendemos a fluctuar entre polos opuestos, entre los extremos, sin medir a veces las consecuencias. Mira el proceso en la antigua Unión Soviética, cómo el país se fue hacia los grandes negocios, y las grandes empresas cayeron en manos de los oligarcas y se caían a tiros en las calles de Moscú. Yo siempre he sido un estudioso de esos procesos en China, en Vietnam, y siempre he temido que, basado en la necesidad económica que atraviesa el país, que atravesamos los cubanos y nuestro país, después de unos 62 años de medidas económicas extremadamente fuertes y contundentes —que sí existen… El embargo es tan real como nuestras palmas—; después de haber pasado por dos años de COVID, la necesidad conlleve a una apertura tan repentina, tan rápida, que nos obligue, y digo nos obligue porque me pongo el sombrero de cubano, que obliga a las autoridades cubanas a irse de una sociedad comunista, socialista, con un sistema económico ineficiente, a un capitalismo salvaje. Esa siempre ha sido mi preocupación.
(…) Yo nací en el año 64, yo no vi el capitalismo en Cuba, pero todos sabemos que las grandes empresas y los grandes intereses económicos de aquella época estaban en manos de empresas norteamericanas. A mí no me gustaría que eso volviera a suceder. Me gustaría que en Cuba, esté quien esté de presidente, con cualquier sistema de gobierno que exista, los gobernantes sean lo suficientemente capaces e inteligentes para no dejar que eso ocurra. Que no permitan que nuestra economía, nuestro bienestar, el futuro de nuestro pueblo y de nuestros jóvenes caigan en manos de intereses foráneos.
Entre cubanos
Cuando me comentaron a mí hace unos años que ya estaba en camino a aprobarse que los cubanos residentes en el exterior tuviéramos la oportunidad de venir a Cuba y participar en la economía, sentado aquí mismo en mi casa yo les dije: “Qué bueno, pero ¿están ustedes realmente convencidos de eso que van a hacer? Porque tienen que estar realmente convencidos porque no piensen que nosotros vamos a venir a Cuba con un cheque, con una idea y una maleta llena de dinero a invertir. Con ese cheque y esa maleta llegan nuestros criterios políticos, llegan nuestras diferencias políticas.
Muchos de nosotros no compartimos los mismos valores y la misma ideología. Tienen que estar dispuestos a aceptar todo eso de conjunto, les dije. Si no, no abran. Porque si piensan que si van a abrir para darles la oportunidad solo a quienes coinciden con ustedes, no abran porque no va a ser así.
Yo mismo no comparto la misma ideología. A mí me gustaría ver una Cuba muy diferente a esta Cuba que existe. A mí me molestan y me duelen las mismas cosas que le duelen al resto de la comunidad cubana donde yo resido. Lo que pasa es que mi forma de contribuir, de aportar para que esas cosas no sucedan no es vociferar en las redes sociales. Yo a veces les digo a amigos que me dicen: “…porque mira lo que pasó en Cuba y tú no sales públicamente a comentarnos”. Y les digo: “Oye, yo no me enteré que tú estabas en un proceso de divorcio con tu esposa. ¿Tú no sales en redes sociales a vociferar todos los problemas internos que tienes en tu casa?”.
No, porque son asuntos míos, pero los problemas que yo tengo en mi país se deben resolver entre cubanos. Mi aporte, mi granito de arena es cada vez que tengo la oportunidad de expresar mi descontento, mi sentir, mis frustraciones a las personas que realmente tienen la capacidad de tomar esas decisiones y cambiar las cosas. Publicarlos en redes sociales no mueve la aguja.
El bloqueo sí existe
“El embargo no existe. En Cuba hay Coca-Cola, en Cuba hay Kellogg’s, en Cuba hay Haagen-Dazs”, dicen algunos. Mira los precios que tienen esos productos en Cuba. No tienen presencia en Cuba. Coca-Cola llega a través de un intermediario, que a compra en otro país y se la vende a Cuba. Una Coca-Cola tiene en Cuba un precio extraordinario. Ninguna de esas grandes empresas tienen presencia en Cuba, ni la van a tener. Entonces, sí hay esos productos, pero por la maniobra de intermediarios, de brokers alrededor del mundo que importan esos productos a Cuba.
Yo no voy a hacer una disertación sobre el bloqueo o de lo severas que son las sanciones económicas impuestas por mi país adoptivo a mi país natal, que es el de todos. Son visibles, lo ves en las calles de La Habana; son palpables.
Cuando tú ves al presidente Biden o al secretario Blinken decir que le han impuesto a Rusia, que le van a hacer pagar a Rusia el precio de haber invadido un país soberano como Ucrania —invasión con la que estoy en total desacuerdo—, cuando tú escuchas que le han impuesto a Rusia las sanciones más severas destinadas a ahogar, a estrangular la economía rusa, esas sanciones a las que el presidente Biden y el secretario de Estado Blinken se refieren, no representan ni el 30 % de las sanciones impuestas por el Gobierno de los Estados Unidos a Cuba.
¿Sabías tú que la sanción más severa que algunos políticos en Estados Unidos quieren imponer en la Rusia, que sería la estocada final, es quitarle el acceso al Swift Code, a lo que en Estados Unidos le llamamos el Routing Number? Para hacer transferencias internas dentro de Estados Unidos usamos el Routing Number. Cuando vamos a hacer transferencias hacia otros países, que son necesarias para mantener un negocio, se llama el Swift Code.
Y la Administración Biden no se ha atrevido a quitarle el Swift Code a Rusia, porque sería ya la estocada final, el fin. Cuba nunca ha tenido el Swift Code. Nunca lo ha tenido. Cuba nunca ha podido hacer transacciones bancarias en dólares, que es la moneda principal que predomina en el mundo. Entonces, ¿cómo que no existe un embargo?
Una política totalmente incoherente
La gente dice: “¿Qué embargo hay?”. Nuestra empresa ha solicitado nueve licencias a las autoridades de Estados Unidos para hacer negocios en Cuba. Y nos movemos dentro del marco de esas licencias específicas y licencias generales.
¿Sabía la mayoría de las personas que nos leen que si vamos a importar cepillos de dientes a Cuba, los cepillos de dientes tienen que tener cierta cantidad de cerdas porque tiene que ser un producto de necesidad? Si tiene muchas más cerdas y el botoncito ese que es eléctrico, es un cepillo de lujo, y no se puede importar. Es decir, son cosas absurdas.
Sí existe el embargo. Sí existe. Además, en mi criterio personal, un levantamiento del embargo tendría un efecto tan impactante en nuestro país, no solamente económico, sino hasta consecuencias políticas. Ha sido una política totalmente incoherente, no productiva, obsoleta, abusiva. El país más poderoso del mundo queriendo imponer su voluntad. Y, fíjate, yo aprendí hace mucho rato a entender que no es el país.
Yo he estado demasiado tiempo en Washington, he hablado con políticos de ambos partidos sobre lo injustas que son esas medidas y todos lo entienden. Excepto los miembros políticos, miembros del Congreso, representantes en nuestra comunidad. Ahí es donde está el pollo del arroz con pollo. Esa política incoherente se fomenta en mi comunidad. Pero eso va a cambiar.
It´s the economy, stupid
En la medida en que Cuba reconcilia sus diferencias con su diáspora, con los cubanos residentes en el exterior, sobre todo la comunidad cubanoamericana; en la medida que se le ofrezcan más oportunidades a los cubanos para que puedan ser parte de este proceso de apertura económica; que Cuba sea más inclusiva, que se nos reconozcan nuestros derechos dentro de Cuba, nuestra comunidad va cambiando.
La mayoría de mis amigos que son de extrema derecha radical, trumpistas, ya están buscando cómo traer a Cuba cinco contenedores de pollo, cuatro de arroz. Y yo les digo: “¿Pero qué pasó con…?”. It´s the economy, stupid. Ya la mayoría de esos cubanos está pensando en cómo hacerlo. Lo que pasa es que eso no sale en las redes sociales, ni salen ni lo divulgan los influencers.
Cambiar a Washington
A medida que Cuba reconoce a nuestra comunidad como una parte importante de la sociedad cubana, y nos regresa parte de esos derechos y nos hace partícipes, nuestra comunidad cambia.
Y somos nosotros los que cambiamos a Washington. ¿Qué argumento van a tener? A medida que las oportunidades económicas se vayan abriendo en Cuba y que más cubanos residentes en mi comunidad y en Estados Unidos formen parte de este proceso de apertura económica,
el discurso de las personas que se oponen a un acercamiento con Cuba va a estar más enfocado a los derechos humanos. Fíjate que ya no pueden argumentar que las mipymes son de hijos de generales, primos de no sé quién.
Hace unas semanas fueron 70 mipymes a Estados Unidos. Ninguna estaba vinculada a ningún jefe del Gobierno cubano o lo que sea. La mayoría de las personas que venden productos en Katapulk son guajiritos… de Ciego de Ávila, que han luchado toda una vida por salir adelante, que tenían tierras en el usufructo de sus padres y han pasado toda una vida trabajando en el campo y han salido adelante. Y nadie les ha dado nada. No tienen las ventajas que pueden tener otros. Y han salido adelante.
¿Cuál va a ser el discurso cuando la mayoría de los cubanos en mi comunidad ya tengan un vínculo económico con su país? ¿Cuál va a ser el discurso de esos políticos? ¿Cuál va a ser el futuro de esos influencers que, por las razones que sean, se la pasan regando odio, rencor, separatismo y divisionismo? ¿Cuál va a ser el futuro de ellos y de sus propios contribuyentes que contribuyen con sus comerciales en la plataforma?
Defender a los oprimidos ejerciendo la opresión
No todo el mundo está de acuerdo con que los cubanos que residimos en el exterior regresemos y formemos parte de la nación cubana. Hay oposición interna hacia eso. Yo lo he sentido. Yo hacía rato que no daba una entrevista. Y precisamente hace unos días comencé a escribir un texto. Si me permites, te voy a leer algo.
Pero antes quiero decir que yo sería incapaz de frenar el deseo de cualquiera de esos influencers de expresarse libremente. Están en todo su derecho. Y supongo que alguno de ellos tenga una razón para hacerlo así. Lo hacen con buenas intenciones. Hay otros que no. Algunos con razones ocultas o con el objetivo de facturar. O mantenernos divididos.
(…) ‘El acoso y la persecución, el uso de la posición de poder para mentir, difamar, intentar destruir a otra persona por el simple hecho de discrepar con ella, fomentar y cultivar el odio, el divisionismo, el rencor, no es un ejercicio saludable. Además, es improductivo. No se combaten los malos procederes con malos procederes. O para capitalizar, facturar, bajo el pretexto de que defienden al oprimido pueblo de Cuba. Esta gestión en sí es una evidente contradicción de esa Cuba pluralista, inclusiva, democrática, que ellos mismos exigen al gobierno cubano. Y que muchos de nosotros queremos ver. ¿Qué resultado honorable ha dado a través de la historia defender a los oprimidos ejerciendo la opresión?’
Un ejercicio de imaginación
Vamos a hacer un ejercicio de imaginación: que logren eso que ellos pretenden, con su mensaje de odio, de rencor y demás, que es derrocar al Gobierno cubano suceda de la noche a la mañana. Imagínate a uno de ellos, cualquiera de ellos, siendo el nuevo líder de la República de Cuba. ¿Esa es la Cuba que queremos ver? ¿Esa es la Cuba en que yo quiero vivir, que quiero que mis hijas visiten? Si en esa posición de poder en la que se encuentran, en el país de la democracia, no han aprendido el verdadero significado de la democracia, el pluralismo, ¿te lo imaginas en una posición de poder mucho más amplia, donde tengan el poder judicial y el poder policial bajo su mando? (…) ¿Qué pasaría con aquellos, con todos nosotros, que de alguna forma discrepamos y queremos unir, queremos atar, queremos reconciliar nuestras diferencias?
Activista no, empresario
Yo no soy un activista. He expresado mi descontento, mis frustraciones, pero siempre he dejado claro que soy incapaz de levantar un dedo para hacerle daño a mi país.
Un dedo que yo levante para hacerle daño a mi país sería contra mis sobrinos, mis hermanas, mis tíos, mis amigos, las personas que trabajan conmigo, esas personas que caminan por las calles que no tienen la culpa de la ineficiencia del Estado cubano, de los errores que se han cometido aquí y menos tienen la culpa de que nosotros al lado allá, desde la conformidad o, digamos, desde nuestra zona de confort, tomándonos una Coca-Cola en un yate o comiéndonos un bistec de palomilla en el Versailles, queremos hacer todo lo posible para hacerle la vida imposible. No es solo contra el Estado cubano.
La idea es estrangular la economía cubana para que el pueblo se tire a las calles y derroque al Gobierno cubano. Yo nunca he abogado por un derrocamiento del Estado cubano. Yo soy un empresario. Como tampoco lo ha hecho Elon Musk en China o lo ha hecho ninguna de las empresas estadounidenses norteamericanas que tienen presencia en China que no comparten su ideología, no comparten la cultura, no comparten su filosofía de vida, no comparten absolutamente nada y, sin embargo, tienen intereses presentes en China. Yo comparto muchísimas cosas [con Cuba]. Primero, soy netamente cubano. Tengo un amor por este país que no entiendo a veces por qué es tan grande si he vivido la mayor parte de mi tiempo en los Estados Unidos. La cultura, la idiosincrasia, es tan mía como de todos los demás.
Yo trato de ponerme siempre por encima de las diferencias, de las religiones, de los problemas políticos, de las ideologías. Yo no consigo pelearme con un familiar o romper la relación con un amigo por el simple hecho de que pensamos diferente. La mayoría de mis amigos son trumpistas; yo no lo soy. (…) Nos vamos a morir. ¿De qué vale? La mayoría de los seres humanos aprendemos a vivir cuando ya nos toca morir.
No necesito un influencer
El tiempo que me queda yo quiero pasarlo con mi familia, con mis amistades, y contribuyendo desde mi pequeñez con lo que puedo. Pero no puedo dedicarme a hacer activismo político. No me toca, no me corresponde, no me queda bien.
Tampoco he visto a ninguno de estos nuevos líderes, influencers, tener una agenda política coherente, aceptable, factible, tangible, que tú puedas decir: “¿Sabes qué? Ahí puedo, tal vez, apoyar, aunque me busque mis líos en Cuba”. No lo he visto. Todo es odio, todo es rencor, todo son insultos, falsedades y mentiras… No podemos, yo no quiero vivir así. Yo hace más de 15 años que no veo televisión local en Miami, precisamente por eso. Como tampoco veo la televisión cubana. Yo no leo ni Gramma, ni Juventud Rebelde, ni El Herald. Me desintoxico del problema Cuba porque yo no necesito un influencer y ningún medio de prensa que me diga a mí la interpretación de lo que está pasando en Cuba cuando yo vengo aquí a menudo y lo veo, lo siento, lo toco, lo respiro. Creo en mis propias conclusiones.
Pero me duele enormemente que hayan miles de personas, cientos de personas, que cojan su valioso tiempo después que salen del trabajo, corriendo en el tráfico en Miami y se sienten en Internet a ver a uno de estos influencers.
Respetar a tu compatriota
En Cuba tenemos que aprender a coexistir aceptando que no somos iguales, que pensamos diferente y que queremos encaminarnos de manera diferente. No podemos permitir que se nos imponga una ideología. Hay que aprender a respetar a tu compatriota. Esa es la Cuba que a mí me gustaría ver y por eso es que yo pienso que ese es el mejor activo que tiene Cuba y no lo hemos sabido explotar. Voy a seguir abogando por eso. Yo sé que muchos dicen que Hugo Cancio quiere ser el único. No es verdad, lo vengo diciendo hace mucho tiempo y sigo abogando por eso porque existan mil Hugo Cancio y como yo, que existan 2 mil más y que, sobre todo, no nos olvidemos de los desprotegidos, de los que no tienen un primo, un hermano o un sobrino residentes en el exterior.
A los nuevos emprendedores…
Que no se den por vencidos y que por sobre todas las cosas que no se fueran del país. Yo entiendo la desesperación, pero es el momento en que yo me quedaría en mi país. Es el momento de contribuir a la evolución y la transformación económica de mi país porque si yo soy próspero en el negocio que tengo, creo más empleo, creo fábricas, puedo ayudar al sector privado a que se integre de personas que migren del sector estatal al sector privado. Paciencia, perseverancia, persistencia.
Siempre digo que las posibilidades son infinitas. ¿Sabías tú que aquí hay empresas de cubanos, y cubanos nacionales que se han hecho muy ricos trabajando duro, trabajando duro, no haciendo inventos? Y en el proceso de crear esa riqueza personal están regando ese beneficio hacia otros. Cualquier empresario, cualquiera que sea, no piensa que el éxito llega de la noche a la mañana. La diferencia entre los que logran algunas cosas y los que no, es que algunos se retiran y se echan para atrás, se dejan vencer, y otros continúan. (…) Todos los días que me levanto en la mañana y todos los días sucede algo que yo tengo que sacar lo mejor de mí para salir adelante y no darme por vencido. Y decir: “No, no, no; esto no es el fin del mundo, esto lo vamos a resolver de esta manera”. Esa es mi naturaleza y esa es la naturaleza de convertir la adversidad en una oportunidad que no sea empresaria, que se dedique, no sé yo, a escribir un buen libro, a leer un buen libro. La naturaleza de un empresario es la persistencia, la perseverancia, en no darse por vencido y en convertirse en un mago, en convertir adversidades en oportunidades, que todas nos pasan a todos por igual. Lo que pasa es que unos se ahogan en un vaso de agua y otros dicen: “No, no, no, no, esto yo me lo como con papas fritas y no me detienen”.
Me encanto lo planteado por Cancio
Solo me permito recordarle al Sr. Cancio, que la “ineficiencia” del estado cubano fue la que produjo CINCO vacunas contra la Covid19. Ninguna empresa privada del tercer mundo pudo hacer eso.
También me permito recordarle, que el ron cubano, se produce por empresas estatales. Al igual que el tabaco cubano. Y que muchas empresas estatales cubanas, con el bloqueo norteamericano en contra, han funcionado de la mejor forma posible.
Hay ineficiencias ? Es cierto. Pero es el mismo estado que todos los días intenta garantizar que todos tengan acceso a una alimentación más o menos estable.
Co. Román, lastimosamente no entendió nada. ¿Sabes que es “reconciliar nuestras diferencias”? No tiremos más piedras a las que vienen del Norte. Voy a contribuir con el ideal de Hugo, aunque sea insignificante. Para mí es suficiente.
Se parece mucho a la entrevista a Diaz Canel, algo preparado y hecho a la medida. Ojala el futuro de Cuba no dependa ni de Diaz Canel y comparsa y tampoco de personas como usted senor Cansio.
Excelente entrevista hacé mucho tiempo no leía algo así que llevará a la unión de todos los cubanos coño por el mejoramiento de la patria