Aunque lleva más de 20 años fuera de Cuba, Ignacio “Nachito” Herrera no ha perdido nunca el camino hacia su tierra natal. Natural de Artemisa y residente en Minnesota, Estados Unidos, su nombre se ha hecho habitual en eventos y festivales en la isla, como lo es también en escenarios estadounidenses y de otros países.
Este reconocido pianista, ganador de premios como el Grammy y dueño de un amplio registro interpretativo que va de la música de concierto a la popular, pasando por el jazz, ha defendido siempre, con el piano y con la palabra, los valores de la música y la cultura cubana. De ellas no se siente desligado en lo absoluto, aun cuando, como muchos otros, decidiera un día emigrar de Cuba.
Aunque no niega que existan dificultades y diferencias, Nachito insiste en la necesidad de unir y dialogar, de anteponer el respeto y la cordialidad a la ofensa y el odio, en aras de construir un país mejor. Un país en el que los cubanos residentes en el exterior también sean protagonistas porque, afirma, quienes comparten con él esa condición pueden —y muchos quieren— “hacer cada vez más por Cuba”.
Con esta convicción participó días atrás en la IV Conferencia La Nación y la Emigración, en la que cerca de 400 emigrados intercambiaron con las autoridades de la isla, plantearon inquietudes y confirmaron su voluntad de tener una mayor presencia en la vida nacional y contribuir al desarrollo socioeconómico del país.
“Poco a poco estamos recuperando lo que nunca debió perderse, que es la unidad entre todos los cubanos, tanto los que vivimos en el extranjero como los que viven en el país”, comentó Nachito a OnCuba durante la celebración del encuentro.
¿Qué impresión se lleva de la Conferencia? ¿Qué le parece lo más relevante de lo sucedido durante sus dos jornadas?
Lo más importante para mí ha sido ver cómo de manera cordial y respetuosa los cubanos que residimos en el exterior pudimos exponer nuestras inquietudes durante la Conferencia, y fuimos escuchados por las autoridades, a las que agradezco por la invitación y la oportunidad de poder estar acá y aportar mi granito de arena.
Creo que predominó la voluntad de dialogar, de entendernos, de abordar de manera diáfana y cordial inquietudes y situaciones que sigue presentes en nuestras relaciones, como demoras en los trámites migratorios, como una mayor participación en la vida del país, porque somos muchos, miles y miles, los que queremos trabajar por una Cuba mejor, una Cuba para todos los cubanos, y apostamos por mantener este vínculo con nuestro país y por hacer cada día más por Cuba y nuestra gente.
¿Cómo valora el contexto en que tuvo lugar el evento y qué cree que puede suceder a partir de lo discutido en La Habana?
Estamos atravesando por momentos muy difíciles en Cuba, creo incluso que más difíciles que cuando el Período Especial. Este es un momento extremadamente complicado en todos los ámbitos: económico, político, social, en la salud.
Hay un impacto real del bloqueo de Estados Unidos; el impacto de la pandemia también ha sido muy fuerte, y hay otras dificultades en el país sobre las que es necesario seguir trabajando. Pero no podemos cesar en la fe, no podemos dejar de trabajar, de insistir. Estemos donde estemos Cuba es nuestra patria y todos somos cubanos.
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Además, veo cambios muy positivos con relación a los cubanos residentes en el exterior. Veo una mayor disposición de las autoridades y las instituciones cubanas de escucharnos, no solo aquí en la Conferencia, sino en otros espacios y encuentros, y de tener en cuenta nuestras opiniones y nuestra voluntad de hacer.
Sería muy ambicioso pensar que en unos meses se pueden resolver todas las situaciones y dificultades, pero creo que paso a paso, con eventos como este, estamos dándole a ver al mundo que sí podemos avanzar y hacer un cambio todos unidos. Así que tengamos fe, porque en algún momento todas esas cosas van a ser solo del pasado. Van a quedar atrás y seguiremos adelante por el bien de Cuba.
¿Qué puede hacer la emigración en este sentido?
Creo que una de las cosas que debiéramos hacer es no dejar de plantear nuestras inquietudes. Continuar haciéndolo de manera cordial, diáfana, respetuosa; pidiéndole a las entidades y autoridades que nos escuchen, como lo han hecho durante la Conferencia, y que nos sigan teniendo en cuenta cada vez más para trabajar y hacer por el país y por el pueblo cubano, que es nuestro pueblo.
Sé que existen diferencias, y que hay personas que no creen en el diálogo como vía para superar esas diferencias, o para trabajar unidos a pesar de ellas, pero no necesitamos llegar al punto de la ofensa, del odio, del rencor, porque eso no nos va a llevar a nada bueno. Solo producen más odio y más rencor.
Como ya te decía, creo que los cubanos residentes en el exterior podemos hacer cada vez más por Cuba, y creo que juntos podemos lograr muchas más cosas que separados, que divididos. Respeto la opinión de todo el mundo, como espero que respeten la mía, y ese respeto debe ser siempre la base para dialogar, al igual que la cordialidad, la sinceridad. Si logramos eso, podremos seguir avanzando.
El estado actual de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos es un factor también a considerar, en particular para quienes como usted residen en ese país…
Creo que en cualquier lugar del mundo en que estemos tenemos que seguir luchando por la unidad de todos los cubanos, pero, en el caso de quienes residimos en Estados Unidos, también es importante insistir en que los gobiernos de ambos países puedan sentarse a conversar, que puedan trabajar de conjunto en resolver muchos problemas. Porque más allá de la política, aún con las diferencias que existen, hay muchas cosas que se podrían conversar, y que se podrían hacer en beneficio de ampos países, de ambos pueblos, y de todo el mundo también.
Mi sueño es una Cuba sin bloqueo. Una Cuba con todo el desarrollo que se merece, en la que los estudiantes de los conservatorios de música puedan tener acceso a todo lo que yo tuve cuando estudié y en la que las escuelas, los hospitales, las industrias, la gente, tengan a su alcance todas las cosas que necesitan.
Un Cuba que tenga unas relaciones normales con Estados Unidos, aun con sus diferencias, como Cuba ya las tiene con muchos países, y cómo ya se demostró que es posible, en el período final de la Administración de Obama, o como cuando Estados Unidos le levantó el bloqueo a Vietnam. ¿Por qué no puede pasar algo así?
Como artista, ¿qué papel cree que puede desempeñar el arte y, en particular, la música, en ese camino de diálogo que usted defiende?
La cultura y el arte no tienen fronteras. La música es un lenguaje universal creado para unir y no dividir. A lo largo de mi carrera, en mis presentaciones en diferentes países, he podido comprobarlo. Y solamente transmitiendo con piano mi deseo de ver una Cuba mejor, unida, una Cuba que nos incluye a todos, vivamos donde vivamos, creo que estoy haciendo un aporte, que, aunque sea modesto, es sincero, y además, estoy mostrando al mundo cuánto se ha hecho en Cuba por la música.
Nosotros los artistas, los músicos que vivimos en el extranjero, podemos hacer mucho para esa unidad con nuestro arte, de conjunto con los artistas que viven acá, y solo queremos que se nos siga escuchando y se nos tenga en cuenta, aun con las diferencias que podamos tener, y que siempre van existir.
No existe un país perfecto, ni una persona perfecta, pero bajo el lenguaje de la comprensión, el respeto y la cordialidad, hay muchas cosas que podemos lograr.