La “Primera Jornada de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora”, celebrada entre el 15 y el 25 de julio de 2022 en La Habana, ha venido a enriquecer el panorama sociocultural de la Isla abriéndole paso a las tradiciones y expresiones artísticas que se han caracterizado por ocupar los fondos de los espacios de visibilidad y promoción mediática.
El diseño conceptual del evento presentó fines claramente reparativos en interés de los derechos de la mujer negra, allende las fronteras nacionales. De tal forma, la materialización de esos anhelos es resultado de una lucha que antecede varias décadas en el tiempo, llevado a cabo por un colectivo que aún posee numerosos reclamos sociales por la equidad racial y de género.
Entre la variedad de las presentaciones que tuvieron lugar en la cita, me detendré de manera particular en la propuesta de SonGálvez, dúo integrado por las hermanas Alba Liria Shand y Wendy Oram Gálvez, quienes destacaron por su singularidad, capaz de cautivar a todo un auditorio integrado por cientos de personas al interior del Teatro Chaplin, en la capital cubana. Estas jóvenes de formación académica han trascendido en un contexto adverso para el reconocimiento de su talento. También ante los desafíos que implica el éxito en un ámbito altamente competitivo y clasista, sumado al hecho de abrirse paso ante las variables del género y el color de piel en su carrera profesional.
Su representación armónica está influenciada por las expresiones más auténticas de la cultura nacional, enriquecida con los estándares clásicos que rigen los cánones de la instrucción artística; a pesar de su confesado encanto por la música africana, el pop estadounidense y el rock argentino. De manera que en su sonoridad se percibe la fusión de una rítmica caribeña mezclada con varios géneros musicales que han pasado a formar parte del patrimonio de los cubanos, como es el caso de la timba, el son, la rumba, el pilón, la salsa, el guaguancó, entre otros.
SonGálvez se aleja de toda vocación purista en busca de un público plural y una acogida amplia en el plano de la crítica, ligeramente distanciada de las expresiones más coloquiales de la música urbana, como pueden resultar las letras signadas por una hipersexualización de la mujer, la simpleza en la producción estética o la idealización que roza la fatuidad del erotismo romántico, al optar por separarse de los usuales recursos de violencia implícita en las composiciones, —tan naturalizados por los medios de comunicación y redes sociodigitales—, que en gran medida condicionan el consumo en la contemporaneidad. Mas, eso no las hace denostar la influencia e importancia que tales manifestaciones tienen en su repertorio y proyección grupal.
La frescura de su aceptación pública está adscrita a los saberes de la experticia junto a la acertada combinación de otros ritmos e influencias procedentes del arraigo popular cubano, motivado por la admiración hacia exponentes como Celia Cruz, Benny Moré, Chano Pozo, José Luis Cortés, Chucho Valdés, Adalberto Álvarez, Alexander Abreu y Juan Formell.
Un canto a la emancipación de la mujer afrodescendiente
Durante la etapa de confinamiento pandémico (2020-2022) se produjo un giro en lo que hasta entonces había sido la propuesta musical de SonGálvez. En ese momento, Alba y Wendy deciden romper con los resortes proyectados y emprenden el sendero de cantarle a la belleza afro-femenina desde una perspectiva decolonizadora. Esta variable llegó a sus vidas en un momento de re-significación identitaria que marcó un cambio en su filosofía cotidiana y exposición visual en los planos de la existencia.
Este hecho, por lo general acompañado de un proceso de lecturas y búsqueda de nuevos paradigmas, vino a reafirmar desde el arte lo que en la praxis había sido el inicio a un nuevo ciclo de introspección conceptual, acompañado por un emplazamiento de orgullo ante los desafíos que implica el éxito en un espacio tan marcado por el blanqueamiento de las/os afrodescendientes para su legitimación en tales circuitos.
Así, Alba y Wendy se convierten en representantes de un sector poblacional que no suelen tener representación en un mercado promueve en sus plataformas, —en el mejor de los casos, la industria absorbe a sus referentes convirtiéndolos en modas temporales con fines puramente mercantilistas—; de la misma forma que brilla por su ausencia el reconocimiento de esta realidad por parte los exponentes de mayor visibilidad mediática.
En tal sentido, SonGálvez es continuadora de una obra que tiene antecedentes como: El Mola, Obsesión, Sekou y Rober L. Ninho, quienes han realizado productos de alta calidad en sus composiciones y arreglos, cuyas letras hacen alusión a la justicia reparativa en términos raciales. En el caso de las hermanas Gálvez, su trascendencia resulta aún mayor, al incluir en su estandarte los tópicos del feminismo negro, por la liberación de la mujer afrodescendiente bajo una lograda fusión caribeña. En sus creaciones existen dosis de experiencia personal ante los retos que implica formar parte de un colectivo históricamente subalternizado, cuyas variables de superación no solamente están en manos de sus miembros, sino es deber de la sociedad toda hasta lograr fines equitativos en las múltiples esferas de la vida.
Sin embargo, sus ambiciones como agrupación trascienden estos elementos de abordaje social para abarcar otras complejidades existenciales y sonoras que resultan de su pleno dominio, a pesar de que permanecen en continua superación desde los planos de la poesía, la literatura y la música, en admirable representación de cubanía que ratifica el inagotable acervo cultural que confluye a lo largo de la Isla.
Lo único que no me ha gustado es lo de Afrocubano,creo que los negros cubanos somos eso cubanos y despues puedes ponerle la etiqueta negro.Eso me suena a los negros en EstadosUnidos que de tanto hacer la diferencia caen enelmismoracismoquecritican