Con el afán de promover la iniciativa ciudadana se soltaron las amarras que contenían al pequeño negocio particular. Bajo ese ánimo los cubanos, por encima de tabúes y esquematismos, transformaron hogares, portales, jardines y apacibles paseos en confortables cafeterías, bares, peluquerías, casas de alquiler y auténticos mercados.
El renaciente sector privado se expande, y se espera que esta alternativa absorba fuerza laboral excedente en el área estatal, en medio de un proceso difícil de reestructuración del empleo.
Más de 390 mil cuentapropistas, hasta el mes de junio, ratifican que estas nuevas figuras económicas constituyen una alternativa para un número importante de cubanos.
Entre las 181 actividades aprobadas para el ejercicio del cuentapropismo dominan los trabajadores contratados, los elaboradores y vendedores de alimentos, los transportistas de carga y pasajeros, el polémico carretillero o vendedor de productos agrícolas y el arrendador de vivienda.
A todos hoy los acompaña un marco regulatorio más flexible que busca ampliar sus posibilidades, y que entre varias prerrogativas, les permite la comercialización de bienes y servicios con entidades estatales, así como la contratación de fuerza de trabajo, lo que convierte a los negocios en microempresas.
No menos importante es el apoyo desde la banca estatal cubana, que con la nueva oferta de crédito coloca recursos monetarios en las manos de los emprendedores y les reduce costos operacionales gracias a la apertura de cuentas corrientes y la utilización de instrumentos de pago.
En la actualidad estas personas ya pueden alquilar locales y activos del Estado o de otros ciudadanos, y cuentan, además, con la facultad de disponer de varias licencias para ejercer más de una actividad.
Todas estas facilidades, entre otras, fueron acogidas con beneplácito por aquellos que decidieron gestionar y aumentar sus ingresos por cuenta propia, y por ende contribuir al presupuesto público, intentar hacer más eficiente la producción nacional, y fortalecer el mercado interno.
Pero, si bien los muchos adscritos son un reflejo de la buena acogida, las medidas que rodean al sector dan pie, igualmente, a un conjunto de limitaciones que pudieran atentar contra la ampliación sostenida de esta figura.
Desde la consideración de los economistas Pavel Vidal Alejandro y Omar Everleny Pérez, ambos del Centro de Estudios de la Economía Cubana, resalta el poco margen que deja la lista de actividades autorizadas a la iniciativa individual, y de tal manera, se excluyen modalidades relacionadas con técnicos y graduados universitarios, con el consiguiente desaprovechamiento de una gran inversión hecha por el país en la formación de profesionales.
Por otra parte, sobre la ausencia de un mercado mayorista de insumos para los cuentapropistas, Vidal y Everleny afirman que actualmente los mercados de insumos para las empresas estatales sufren de problemas de desabastecimiento, como consecuencia de las dificultades económicas y financieras del país, lo que hace muy difícil que en este momento se vislumbre un apoyo estatal enfocado en mejorar este aspecto para los privados.
A la par, reconocen que la instrumentación de algunas flexibilizaciones en la política tributaria, con énfasis en la valoración de las diferencias, puede favorecer la promoción de estos negocios.
En el actual contexto de transformaciones económicas que se instrumentan en el país, si bien es imprescindible para sanear la economía una eficiente gestión estatal, el estímulo, la valoración y el crecimiento del trabajo privado es necesario, porque como bien significó José Barreiro Alfonso, viceministro del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, el trabajo por cuenta propia, desde el punto de vista del empleo, ha sido positivo, pero la mayoría de quienes ejercen esta actividad no provienen del proceso de disponibilidad en las empresas.