La pasada semana, las autoridades cubanas anunciaron la creación de un nuevo Instituto de Información y Comunicación Social (IICS). La nueva entidad sustituye al ahora extinguido Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) y tendrá un perfil más amplio que este, con funciones que, según lo esbozado hasta el momento, superan el ámbito mediático para abarcar un mayor espectro comunicativo.
La noticia, informada a poco más de un mes de las protestas antigubernamentales del pasado julio y a apenas unos días del anuncio de unas controvertidas normas sobre telecomunicaciones y ciberseguridad, ha provocado diversas reacciones dentro y fuera de la Isla. La mayor parte de ellas van desde las que prevén un mayor control gubernamental sobre la comunicación en el país y la proscripción legal de cualquier iniciativa independiente en este sector, hasta las que arguyen que se trata solo de un retoque cosmético y nominal, sin cambios verdaderos —y positivos— en las dinámicas y matrices comunicativas oficiales.
Pero, ¿qué se conoce en realidad del nuevo instituto? ¿Qué ha sido informado hasta la fecha por las autoridades de la Isla? OnCuba se acerca a este tema, sobre el que existen todavía más preguntas que respuestas.
1- ¿Cómo y por qué surgió el IICS?
La creación del IICS fue establecida en el Decreto-Ley 41/2021, publicado el pasado 24 de agosto en la Gaceta Oficial de la República de Cuba. Según consta en el documento, el mismo fue aprobado por Consejo de Estado y firmado por su presidente, Esteban Lazo, más de un mes antes, el 20 de julio, y su entrada en vigor coincidió con su publicación en la Gaceta. Por lo tanto, ya es oficial.
De acuerdo con este Decreto-Ley, que tiene apenas dos artículos, “la ausencia de un organismo que conduzca y controle el sistema de comunicación social para fortalecer la institucionalidad del país, hace necesario extinguir el Instituto Cubano de Radio y Televisión y, en consecuencia, crear el Instituto de Información y Comunicación Social como Organismo de la Administración Central del Estado”. Tal es el motivo central de este paso según la normativa, que no brinda más detalles al respecto.
Su nacimiento viene gestándose desde 2013, como resultado de los acuerdos de la Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba (PCC), celebrada un año antes, según explicó en conferencia de prensa Humberto Fabián Suárez, vicepresidente primero de la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales y miembro del grupo de trabajo encargado de la creación del nuevo instituto. En ese tiempo, dijo, ese colectivo realizó una investigación y un diagnóstico sobre la comunicación en el país, estudió las normas existentes sobre el tema dentro y fuera de la Isla, y se reunió con especialistas y profesionales del sector. Por tanto, aseguró, “esta no es una decisión festinada ni una medida que se tomó ayer y esté relacionada con ningún acontecimiento en específico (como las protestas de julio), sino que tiene una trascendencia en el tiempo”.
En cuanto al hecho de ser reconocido como un Organismo de la Administración Central del Estado, ello le otorga “el mismo rango de un ministerio”, por lo que “su presidente tendrá rango de ministro”, precisó Suárez. Ello lo coloca en un plano similar al que ocupaba el ICRT dentro de la estructura gubernamental de la Isla, aunque, en opinión de Onelio Castillo Corderí, también integrante del grupo de trabajo, se trata de un cambio que “robustece la institucionalidad del país en un campo vital y estratégico para la consecución de las principales aspiraciones de la nación en el orden económico, político y social”.
2- ¿Cuál es la misión del IICS?
El Decreto-Ley 41 establece que el instituto “tiene la misión de conducir y controlar la Política de la Comunicación Social del Estado y el Gobierno cubano; proponer su perfeccionamiento, así como contribuir a fomentar la cultura del diálogo y el consenso en la sociedad cubana”.
“Lo que se pretende es que este órgano sea capaz de articular, facilitar, apoyar, conducir y organizar el nuevo sistema de comunicación cubano, que hasta ahora ha estado algo disperso en el país y que necesita conducirse adecuadamente para lograr una gestión de la comunicación social que sea coherente y que responda a los intereses no solo de la nación sino también de sus ciudadanos”, comentó al respecto Suárez en la ya citada conferencia de prensa.
Por su parte, Castillo Corderí precisó que la entidad se encargará de “gestionar la comunicación social, entendida desde los ámbitos mediático, institucional y comunitario, y tanto en el espacio público físico como el espacio público digital”, y añadió que la misma es concebida “como uno de los pilares de la gestión del gobierno” y también como una vía para “propiciar la participación ciudadana” y para “fomentar la cultura del diálogo”, aunque sin brindar más detalles sobre cómo el instituto llevará tales objetivos a la práctica.
Sobre la Política, aprobada en 2018 por las autoridades cubanas y que ahora deberá “conducir y controlar” el IICS, baste decir que desde su aprobación ha sido motivo de críticas y controversias por sus preceptos y objetivos. En ella, aun cuando se reconoce a la información, la comunicación y el conocimiento como un bien público y un derecho ciudadano, se deja claro que “el Partido Comunista de Cuba es el rector de la comunicación social en el país, traza la política general para su desarrollo y ejerce su control”.
Además, a la par que afirma “fortalecer la cultura del diálogo a nivel social, institucional y comunitario”, así como “propiciar mayor participación de la población en el control y fiscalización de la gestión pública”, también asegura que busca “contribuir a garantizar el consenso y la unidad nacional en torno a la Patria, la Revolución Socialista y el Partido (PCC)”.
Y de igual forma, aunque abre la puerta para “ordenar y ampliar de forma dinámica, racional y controlada la publicidad y el patrocinio en el país”, reitera que “la radio, la televisión, la prensa impresa y otros medios de comunicación masiva, así como las plataformas tecnológicas empleadas por estos, son de propiedad estatal o social, según las regulaciones que se establezcan, y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada”.
3- ¿Cuál será la estructura del IICS?
Por contradictorio que parezca, todavía no están definidas oficialmente ni la estructura ni las funciones de la nueva entidad. En la misma norma que se decreta su surgimiento también se dicta que “el Consejo de Ministros, dentro de los treinta días posteriores a la fecha de entrada en vigor del presente Decreto-Ley, establece las funciones específicas, estructura y composición del Instituto de Información y Comunicación Social”. Es decir, que el IICS nació sin esos aspectos —más que necesarios, vitales para su funcionamiento— ya establecidos y que su definición pudiera tardar, incluso, hasta el 24 de septiembre.
Por ende, hasta que el Consejo de Ministros no dé el visto bueno a la propuesta ya redactada por el grupo de trabajo encargado de la creación del instituto, no podremos saber con toda claridad cuál será su estructura definitiva, quién lo dirigirá, qué instituciones y medios formarán parte de él y cómo funcionará en la práctica cotidiana. No obstante, ya las autoridades cubanas han dado algunas pistas al respecto.
El hecho de que el ICRT desaparezca con el nacimiento del IICS deja prácticamente por sentado que los sistemas de la radio y la televisión, integrados hasta ahora en el primero, pasan a formar de la nueva entidad. Así lo da a entender el propio Decreto-Ley 41, el cual establece en su única disposición especial que “todas las menciones que en la legislación vigente se hacen respecto a las funciones del Instituto Cubano de Radio y Televisión, se entienden referidas al Instituto de Información y Comunicación Social que por el presente Decreto-Ley se crea”.
Tras la publicación de la norma, el hasta entonces vicepresidente primero del ICRT, Waldo Ramírez, explicó en un reporte televisivo que, aunque ese instituto desaparecía, “las políticas para llevar a efecto los programas de radio y televisión van a seguir estando ahí, porque a nivel de ejecución las direcciones generales de la radio y la televisión cubanas, o sea, los dos grandes sistemas que conforman el ICRT siguen vigentes y seguirán funcionando del mismo modo”.
“No hay un impacto dentro de esas estructuras. El cambio es en el nivel superior del Organismo de la Administración Central del Estado, que es el que tendría ahora que incorporar todos los demás ámbitos de la comunicación para poder gestionar lo que está buscando la dirección del país en materia de seguir fomentando la cultura del diálogo y seguir construyendo consenso dentro de la sociedad cubana”, añadió.
4- ¿Qué pasa con los demás medios?
A diferencia de la radio y la televisión, con el resto de los medios, como los de la prensa plana y digital, el panorama de momento no parece tan claro.
Preguntado al respecto en la conferencia de prensa, Humberto Fabián Suárez confirmó que “el (periódico) Granma sigue siendo el órgano oficial del Comité Central del Partido (PCC) y Trabajadores sigue siendo el órgano de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC)”. “Lo que hará el instituto es proyectar el desarrollo del sistema de comunicación y, dentro de él, de los medios —añadió—. Lograr que el sistema de medios, que estaba dividido entre varios organismos, tenga un aseguramiento material y económico para su desarrollo, que haya articulación entre el ámbito mediático, el institucional y el comunitario, articular el trabajo con las fuentes, entre otras funciones”.
Por su parte, Onelio Castillo al ser interrogado sobre la futura estructura del IICS se limitó a decir que “en estos momentos hay un proceso de implementación del Decreto-Ley. Hay una propuesta del grupo permanente de trabajo que será analizada en los próximos días por el Consejo de Ministros, como también hay un proceso para la propia extinción del ICRT, para cumplir con todos los trámites y procedimientos administrativos que eso implica. En todo eso se está trabajando, para lograr, desde la propia institucionalidad, un elemento superior de desarrollo para que la comunicación social se geste desde una plataforma mucho más articulada y afín con los intereses del país”.
Luego, al intervenir en el programa Mesa Redonda dedicado al nuevo instituto, el propio Castillo fue un poco más allá al señalar que “el ICRT solamente atendía a la radio y la televisión, pero no a toda la prensa del país y a la comunicación mediática”, lo que deja entender que, de alguna manera, esta sí estará bajo su gestión. Además, apuntó que, si bien “el nombre de Instituto de Información y Comunicación Social puede dar a entender que es exclusivo a este tipo de contenidos”, ello, en realidad “no es así” y la nueva entidad contempla “los contenidos de todo tipo que se comunican a través de un medio e incluyen a sus hacedores”.
5- ¿Y las funciones?
En varios espacios y medios las autoridades cubanas han delineado ya algunas de las funciones que tendrá el IICS, si bien para ser oficiales deberán ser respaldadas todavía por el Consejo de Ministros. Además de lo establecido de manera general en su misión, el nuevo instituto tendrá entre sus tareas dirigir metodológicamente la ejecución de la comunicación social en los órganos y organismos del Estado y el Gobierno, las instituciones, organizaciones, empresas y otras entidades de los sectores estatal y no estatal.
De igual forma, según lo explicado por Castillo Corderí en la conferencia de prensa y en la Mesa Redonda sobre el tema la pasada semana, al instituto le corresponderá coordinar y gestionar el desarrollo de las investigaciones en el ámbito de la comunicación social en el país, la superación de todos los profesionales del sector, incluyendo los del periodismo, el diseño, y otras ramas afines, y la inclusión de contenidos sobre la comunicación social en los distintos niveles de enseñanza.
A lo anterior se une igualmente, la planificación de los recursos humanos y materiales que requiere la labor comunicativa, la gestión de la marca país, y la coordinación de las acciones de comunicación que tributen a la identidad, la cultura y a la imagen Cuba.
6- Futuras normas
Por último, las autoridades cubanas han reiterado que la creación del IICS y su implementación en marcha no suponen el cierre del “perfeccionamiento” de la gestión y organización de la comunicación social en la Isla, y tampoco entrañan una resolución inmediata de los problemas existentes en el sector.
“El Decreto-Ley para la conformación del instituto no es el final, es un proceso que continúa hasta que se aprueben sus funciones, su estructura, la expresión que debe tener en las distintas provincias y municipios, porque no se va a quedar solo en el nivel nacional. Y finalmente tendrá otro escalón muy importante en la futura aprobación un Decreto-Ley que paute la comunicación social en Cuba”, explicó Humberto Fabián Suárez en la conferencia de prensa.
Esta legislación, adelantó, debe aprobarse en el año 2022 y debe estar acompañada por un grupo de normas complementarias para “redondear el trabajo que se ha venido realizando en aras del perfeccionamiento de la comunicación social en el país”. Es un paquete legislativo, dijo, que debe establecer “cuáles son los ámbitos de actuación de los profesionales de la comunicación en Cuba, y de las instituciones, de los ciudadanos, de las formas económicas y de gestión legalmente reconocidas. Proyectará la actuación en el país desde la comunicación, lo que supone un trabajo muy serio porque exige tener en cuenta numerosos intereses, aristas y problemáticas presentes”.
A la par, el directivo apuntó que se trabaja en reglamentar la publicidad y el patrocinio en los medios y la comunicación cubana, algo que, dijo, debe estar en sintonía con lo establecido al respecto en la Política de la Comunicación Social del Estado y el Gobierno cubano. Esta norma “va a pautar el uso de la publicidad en Cuba y el patrocinio como una forma de aporte económico que hagan determinadas instituciones y organizaciones a algún patrocinado. Es algo que está en evaluación y será concebido mediante una relación contractual, como sucede en todos los países, para que quede debidamente legalizado y todo funcione adecuadamente, adecuado al entramado comunicativo cubano”.
No obstante, en opinión del vicepresidente primero de la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales “no pensemos que la creación del instituto va a resolver en seis meses un grupo de problemas que están enquistados todavía en la cultura de muchos burócratas, que entorpecen el esfuerzo que hace el país en este sentido”. A su juicio, Cuba precisa una “más amplia cultura comunicacional” y el surgimiento de la nueva entidad y la aprobación de sus normas complementarias, “no son sinónimos de soluciones inmediatas a los problemas de comunicación que persisten en el país”. “Es un proceso complejo, pero hay que iniciarlo y el instituto tiene la función de trabajar para que esto se logre”, concluyó.
En cualquier caso, más allá de críticas y suspicacias, de anuncios y explicaciones, lo qué sucederá finalmente con el IICS es algo que aún está por verse. OnCuba continuará dando cobertura a este tema y ofrecerá la opinión de diversos actores involucrados en este ámbito.
COMUNICACIÓN SOCIAL SIN CONFUSIONES FRENTE AL PERIODISMO
Son tiempos de novedad en Cuba para los que ejercen la profesión de la comunicación social y la profesión del periodismo. Así lo demuestra el acontecer legislativo y noticioso de estos días. Y de pronto se escucha cómo el país debe actuar para mejorar la comunicación social y el papel de la prensa con vistas a ese propósito.
Sin ánimos de caer en un debate científico, pero sí con el de ofrecer un poco de aprendizaje a quienes no saben y para que eviten equivocaciones y conceptualizaciones erróneas sobre qué es la comunicación social y el periodismo, quisiera compartirles mis criterios antes de que se confunda cada vez más al comunicador con el periodista, o al buen ejercicio del periodismo como signo de una buena comunicación social.
La actual carrera de Comunicación Social en Cuba en los noventa se llamaba Comunicación Social y Periodismo. Y existen profesionales que decidieron ejercer como comunicadores institucionales, o como periodistas, o incluso, hubo quienes se las han ingeniado para ejercer cohabitando en ambos campos profesionales.
A inicios del milenio se convirtió (en Cuba) en dos licenciaturas, una es Comunicación Social y la otra Periodismo, con un tronco de formación común: filosofía, teoría de la comunicación, historia y comunicación, etcétera. Los periodistas aprendieron además toda la diversidad de géneros periodísticos y su despliegue en los distintos medios de comunicación. Los comunicadores pues, se adentraron en la diversidad de los campos de la comunicación profesional: relaciones públicas, marketing, publicidad, propaganda, identidad e imagen corporativas, e incluso fundamentos de periodismo.
Qué significa esto: que ambas carreras tienen aspectos similares, comparten quehaceres pero a la vez tienen campos de actuación profesional diferentes, objetos diferentes, propósitos y alcances diferentes.
Los comunicadores llevan a cabo un pensamiento estratégico de largo plazo, y su quehacer se refleja en cómo facilitan procesos sociales para inducir al cambio de actitud, convencer, generar imagen y opinión pública a través de los medios de comunicación. Los periodistas trabajan sobre la inmediatez, la noticia, en lo último, lo urgente; mantienen informados al público objetivo y utilizan para sus fines a los medios de comunicación masiva que le da el carácter social a la comunicación, y tienen un rol determinante en la opinión pública.
De modo que todo periodista es un comunicador por excelencia y todo comunicador no es periodista. Pero el periodista debe saber sobre la conceptualización de los mensajes de acuerdo a códigos comunicativos idóneos para el medio en que se moverá ese mensaje, y el otro debe saber sobre las características del medio que será más efectivo para gestionar la comunicación cuando lo requiera en función del beneficio de la entidad que representa.
Comprender el rol de la comunicación desde el campo institucional como especialización contribuye a comprender los referidos argumentos. Un comunicador profesional:
– Gestiona la comunicación de la entidad, los flujos comunicativos, el contenido y calidad de los mensajes, los canales y soportes acordes al tipo de mensaje. Lo realiza a través de los medios tradicionales y de las redes sociales.
– Gestiona los signos de identidad visual para la proyección y posicionamiento de una imagen corporativa coherente de la entidad con sus públicos.
– Investiga el estado de la comunicación en la entidad, planifica cómo gestionarla a corto, mediano y largo plazo, en función de potenciar lo positivo y erradicar lo negativo detectado, monitorea la implementación de acciones, y controla y evalúa su impacto. (Parecen las etapas del ciclo administrativo: sí, la comunicación se administra, y forma parte del quehacer de la dirección).
– Investiga el impacto de productos comunicativos en la audiencia, investiga mercados.
– Está preparado para la atención a los clientes, asesorar y asumir la organización de eventos, viabilizar las relaciones con los representantes de los medios de prensa, asesorar a los especialistas y directivos para su comparecencia en los medios de comunicación a través de consejos para una oratoria eficiente, una gestualidad adecuada y un código de vestimenta certero.
– Es el principal artífice de la cultura organizacional en su entidad, es decir, es la figura que gestiona para la entidad a través del comportamiento general de las personas y los signos y normas internas, una cultura, una “personalidad”.
– Es capaz de crear lemas empresariales, (los llamados slogans), conceptualizar marcas y mensajes publicitarios, y también campañas de posicionamiento de productos empresariales, campañas publicitarias (de carácter comercial y/o político), campañas de relaciones públicas, campañas de bien público, proyectos de comunicación comunitaria (estos son ámbitos del perfil en el que se debe trabajar en equipo con diseñadores, psicólogos, sociólogos, especialistas de mercado, entre otros).
– Es capaz de dirigir las comunicaciones integradas de marketing para inducir a la compra del producto, además de incidir en el proceso de concepción de la imagen visual de ese producto (marca, envase, etiquetado).
– Gestiona la imagen pública de directivos, la de productos, la institucional, y la marca país desde su puesto de trabajo.
– Asume la redacción de reseñas y crónicas propias de la entidad sobre eventos internos y también la redacción de notas de prensa que faciliten a los periodistas su trabajo a la hora de ellos realizar su investigación o indagación previa a noticias y reportajes institucionales que inciden en la opinión pública.
– Planifica la comunicación de la entidad para tiempos de crisis (generadas por desastres, desplomes económicos, incumplimiento de objetivos estratégicos, epidemias, pérdida de la imagen corporativa) para saber cómo responder con inmediatez y calidad a los clientes, la comunidad y la prensa ante adversidades.
– Realizan toda su encomienda social según lo regulado al respecto en el marco legal cubano, en su política de comunicación, y de acuerdo a los lineamientos políticos del país.
Después de tantas plecas, (que no lo incluyen todo) cabe asumir que el comunicador no puede ser un improvisado, ni un intruso en la profesión. No es que un mismo especialista lo haga todo, sino que tiene formación para llegar a todo, o para trabajar en un equipo con otros comunicadores que asuman roles especializados del perfil en una entidad.
Un comunicador o un equipo de comunicación es necesario en las empresas, en las entidades políticas, en los gobiernos a diferente escala, incluso en la gestión de mercadotecnia en el arte, y en la gestión de pequeños negocios.
Si un comunicador está bien preparado puede hacer frente al personal que no sabe de su materia. Pero si no lo está, acabará haciendo lo que le digan aunque esté mal o no crea en ello. Y la comunicación institucional y la social no tendrán éxito.
Si existieran comunicadores en las diferentes entidades, si los comunicadores pudieran llevar a cabo su encargo social, si los directivos se dejaran asesorar por nosotros, si los que ocupan esta plaza no son formados en el perfil pero se superaran con todas las de ley (no con instrucciones ni con un diplomado de un par de meses), si se cumple el encargo social del comunicador (aquí descrito) en los distintos tipos de entidad (empresarial, gubernamental y política), si fueran los comunicadores los que decidieran los mensajes institucionales, publicitarios y políticos (de acuerdo a las leyes y las políticas, porque para ello están formados), entonces las entidades, las empresas, los gobiernos serían más eficientes y tributarían a la comunicación social del país, pues la prensa, en su quehacer crítico encontraría más elementos positivos a señalar, y ante los negativos, las entidades estarían en mejor posición de rectificar más rápidamente. Si se cumpliera con esto no habría tanto espacio para fakenews o sería más fácil no ser víctima de estas.
Debe comprenderse que la prensa no es la publicidad, sino, puede ser uno de los canales por los que fluya el mensaje publicitario. La prensa no debe existir para el mensaje triunfalista, ni para decir solamente lo bueno que somos, ni para comunicar al mundo la marca país, sino para la crítica oportuna y constructiva tanto de personas equivocadas, como de empresas y de los gobiernos, y sus representantes (sí, de los de afuera, está bien, pero de los de adentro más que todo). Que nuestra prensa apunte a lo que nosotros mismos hacemos mal no es contrarrevolución, es medirnos por nuestra propia vara.
Cuando las distintas entidades cumplan su cometido en materia de comunicación institucional, además cumplan, a través de una gestión administrativa eficiente, con los planes productivos y de trabajo, y además la prensa haga el papel que le corresponde de sensor crítico, entonces estaremos hablando de fomentar en Cuba la comunicación social.