Se habla de danza clásica, moderna, contemporánea, tradicional, folclórica, incluso se pueden encontrar denominaciones como danza renacentista o barroca, callejera, experimental o expresionista… pero de los innumerables adjetivos que acompañan la danza, ninguno es más acertado para explicar su relación con la dramaturgia y la composición escénica que el término Danza Teatro.
Como especialidad, esta mezcla de dos ámbitos alude a un principio fundamental de la creación: entender el cuerpo, en su integridad, como el universo de posibilidades del lenguaje. Ya desde 1900 bailarinas como Isadora Duncan, Ruth Saint Denis y Mary Wigman, defendieron esta cualidad comunicativa de la danza. En 1930, en Nueva York, se reveló una segunda ola de bailarines modernos, entre los que se cuentan Martha Graham, Doris Humphrey y Charles Weidman. Para estos la fuente del movimiento era más interna que externa, y experimentaron con elementos propios del lenguaje cotidiano como el simple hecho de caminar o incluso pararse en un escenario.
De esta forma, y como heredera de las vanguardias que desde la I Guerra Mundial introdujeron nuevas técnicas y conceptos coreográfi cos, la danza teatro ha sido portadora de una reveladora función: la comunicativa.
En el caso específi co de la com pañía Retazos esta función se ex- pande más allá de los lenguajes de la danza y el teatro, para enlazarse con un tercer recurso expresivo: la imagen plástica. Eugenio Chávez, coordinador general del Festival Habana Vieja, Ciudad en Movimiento desde hace más de 10 años, comenta que el concepto de coreografía de Isabel es un mapa organizativo donde la colocación de los personajes en escena, y toda la composición, se distribuyen al modo de una pintura.
Esta forma de asumir el lenguaje de la danza y la dramaturgia del teatro desde elementos visuales propios de la plástica impulsa a Retazos, y conduce su estética hacia un estallido de emociones, pasiones y desenfrenos, a tono con los dos pasajes más frecuentes del estilo coreográfi co de Isabel: el lírico y el existencialista.
La propia Bustos afi rma que el uso de elementos plásticos en la composición es una línea constante de su trabajo, el cual se enuncia a través de la imagen más que del movimiento, donde este último debe estar al servicio de las ideas, como una herramienta para concretar esa misma poética de la imagen. Así, en las coreografías de Retazos se conjugan la luz, el sonido, el silencio, el cuerpo y el espacio como elementos fundamentales de una dramaturgia que, para expresarse, despliega una galería efímera, una imaginería visual a modo de estructura desde la cual se tejen las propuestas del qué decir y cómo decir. Es en este ámbito de interacción de dialectos artísticos donde la danza, como discurso, se plantea esa relación profunda del hombre con el todo, donde los recursos fundamentales del lenguaje corporal: espacio, tiempo, energía, se convierten en materia desde la cual Isabel Bustos dibuja en la escena.
*Este texto es una colaboración del equipo de periodistas del festival Habana Vieja: ciudad en movimiento