Saludables y ecológicos: Emprendimientos cubanos en tiempos de pandemia

Los negocios ecológicos y biosaludables ganan cada vez más espacios y adeptos en Cuba mientras intentan sobrevivir en las condiciones económicas del país.

Maxi Bebé, emprendimiento cubano que propone el consumo de alimentos sanos y caseros, especializados en nutrición infantil. Foto: cortesía de Maxi Bebé.

Sea por cuestión de moda, conciencia, o, incluso, necesidad, cada vez se hace más frecuente la aparición de pequeños negocios que apuestan por fomentar actitudes ecológicas y saludables en Cuba; emprendimientos que poco a poco han ido ganando espacio entre las prácticas de consumo de los habitantes de la Isla.

A raíz de la actual situación sanitaria provocada por la COVID-19 y a las medidas orientadas por el gobierno cubano como parte de la llamada Tarea Ordenamiento, ha sido notable el incremento del número de emprendimientos surgidos en este último año, mientras, en paralelo, otros negocios van reinventándose para subsistir en medio de las adversidades.

En esta avalancha creativa que surge por la necesidad, las carencias y el propio hastío causado por los largos períodos de confinamiento, podemos ver un despertar de pequeños negocios que abogan por fomentar una cultura sana, ya sea a través de la alimentación, los estilos de vida o la convivencia armónica con el entorno.

Entre las mayores complejidades que enfrentan quienes abogan por este modelo de negocios —más allá de la insuficiencia de materiales— está la falta de cultura o conocimientos que existe al respecto en Cuba, “ha sido todo un descubrimiento también en el cuidado personal, incluso en el cuidado de los productos que carecen de conservantes y no sabemos cómo preservar adecuadamente, y eso es un poco más delicado pues pueden arruinarse con más facilidad que un producto industrial” nos cuenta Suney Peña, cofundadora de Corpus Habana, salón de masajes y cosmetología que ha logrado reinventarse en la crisis elaborando sus propios aceites y tónicos para el cuidado corporal.

Por su parte, Yanitza del Toro, quien apuesta por la alimentación saludable con su emprendimiento Maxi Bebé, nos dice: “El objetivo, por encima de que sea un negocio que me reporte un beneficio económico, está en crear una conciencia en las personas que tienen niños pequeños, para que puedan alimentarlos de forma más sana y fomentar una educación alimenticia en general, no solo para los bebés”.

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Lo importante es “ir de menos a más. Comenzar haciendo algo —por pequeño que parezca— que haga la diferencia. Luego la ayuda va llegando a medida que somos capaces de demostrar la validez de nuestro proyecto y de involucrar a los demás en nuestro sueño”, confiesa a OnCuba Amaya Torres Casañas, diseñadora y creadora del proyecto jBAG, que propone una perspectiva ecológica en la fabricación de bolsas.

Del dicho a los hechos

Desde hace ya varios años, en Cuba han prosperado negocios con características bioecológicas y saludables en el llamado sector cuentapropista, así como algunas iniciativas estatales —como es el caso de Ha´Bici—, impulsadas con el apoyo de organizaciones de cooperación extranjera.

En el caso del sector privado, la marca de ropa y diseño Clandestina es uno de los emprendimientos más antiguos y conocidos, mientras otros como Ciclo Ecopapel también llevan un tiempo en el mercado, colaborando incluso con otros emprendimientos.

“Yo ya hacía bolsas de papel, postales y otras cosas cuando la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre me contacta para hacer unas bolsas de papel para un evento, y me dio la idea de hacerlas con papel reciclado. Me encantó y dejé poco a poco de trabajar con otros tipos de papeles. En 2017 abrí el taller”, recuerda Yunairis Estrada (Yuyu), creadora del proyecto.

jBAG, bolsos ecológicos. Foto: Moltosphotography.

Con la actual situación que vive el país varios emprendedores han echado mano de la inventiva para conformar modelos de negocios sustentables en tiempos de crisis, siempre considerando las alternativas más eficaces en materia de sostenibilidad ecológica y saludable, protegiendo además a los consumidores.

Corpus Habana lleva alrededor de cinco años ofreciendo servicios de cuidados corporales a través de los masajes, con un propósito en la mira: la posibilidad de crear sus propios aceites.

“Sabemos la importancia de los aceites en los masajes —tema principal de nuestro negocio— la selección que se hace a la hora de dar el servicio y hemos podido probar en la práctica el buen uso de cada aceite en diferentes personas”, explica Suney Peña, una de las fundadoras de este espacio.

Los productos que ahora comercializan “son muy necesarios no solo para los consumidores, sino también desde el punto de vista económico pues son más accesibles. Comprando un producto a menor precio puedes lograr una mejor calidad muchas veces, también considerando las importaciones que se eliminan porque esos productos, que necesitaría importar, podemos hacerlos, lo que también favorece a los agricultores de acá a los que compramos productos, algo muy bueno para la economía”, precisa.

Aceites corporales de elaboración propia de Corpus Habana. Foto: cortesía.

Algo similar sucede con Yanitza del Toro, al frente de Maxi Bebé, quien se abastece en buena medida de agricultores nacionales y confiesa ser “muy selectiva con las cosas que compro, en especial las frutas, pues trato de ver que no tengan conservantes, de que todo sea lo más natural posible, aunque deba comprarlas verdes y esperar a que se maduren en mi casa”.

En el caso de jBAG, es un emprendimiento que forma parte de un proyecto mayor, nombrado La jirafa ecológica, que “surge en cuarentena, no con la idea de negocio, sino como una necesidad emocional propia, de cómo podía, desde mis capacidades (o aptitudes) creativas y de trabajo, ayudar a solucionar necesidades que se estaban y están dando, como sustituir productos escasos (las bolsas de nylon en las tiendas) que son dañinos a la naturaleza, no solo por la crisis del coronavirus”, expresa Amaya Torres Casañas, egresada del Instituto Superior del Diseño (IsDi) a cargo de la iniciativa.

Este proyecto local de bolsas manufacturadas en formatos diferentes, responsable con el medio ambiente, confecciona sus productos a partir de textiles crudos —recuperados o nuevos— con un valor estético y artesanal añadido; ya sea para emplearlos para hacer mochilas, bolsas de playa, carteras de paseo o bolsas de regalo, siempre trabajando con materia prima local o materiales alternativos que forman parte de nuestra cotidianidad, readaptados a otros formatos.

Se unen así arte y diseño para crear soluciones únicas, con la cual se pretende “rescatar tradiciones artesanales de mujeres alrededor del mundo y adaptarlas a nuestro contexto cubano”, precisa la joven emprendedora.   

Modelo de vida

Otro punto en común en los emprendimientos de este tipo es trascender el aspecto económico y ecológico, para fomentar una conciencia en las personas; que los clientes no solo consuman un producto, sino que entiendan la necesidad e importancia para ellos y el planeta en general de este tipo de actitudes.

“Educar a la comunidad en los beneficios de estos productos y que apreciaran esas maravillas, fue como un gran descubrimiento mútuo porque fuimos descubriendo sus propiedades y composición química, entre otros aspectos. Así nos fuimos nutriendo de cómo las personas aceptaban los aceites —algunos más que otros— lo que nos permitió perfeccionar los productos, algo que seguimos haciendo hasta la fecha y queremos ofrecer cada vez más novedades”, expresa Peña sobre la labor de Corpus Habana.

“La naturaleza exige de cada uno de nosotros si queremos nuestra permanencia en el planeta. Las bolsas ecológicas son hechas y pintadas a mano, donde arte y diseño conviven en estrecho lazo para crear soluciones únicas. Con ellas espero disminuir el empleo de bolsas de plástico u otros materiales sintéticos”, nos dice la fundadora de jBAG.

Bolsos de jBAG. Foto: Moltosphotography.

“El trabajo —agrega— tiene además una labor educativa, tanto para el productor como para el consumidor, por el manejo de la información y por la empatía que se busca transmitir hacia el mundo en que vivimos. Al estar en una sociedad que necesita reducir importaciones, me parece fundamental proponer un producto local artesanal que las personas valoren, con identidad cubana, que a su vez sea único y educativo, que proyecte una imagen de amor y respeto a la vida y al mundo que nos hospeda”. 

En el caso de Maxi Bebé, el trabajo en redes sociales en los meses que lleva en el mercado ha sido fundamental para concientizar a las personas sobre la alimentación saludable, no solo para los bebés, también para que esos hábitos acompañen a la familia en general.

Al respecto Yanitza, quien confiesa a OnCuba que siempre había preparado los alimentos de su pequeña niña Máxima, acción que siempre recomendó a amigos y familiares, quienes precisamente la apoyaron para llevar adelante el emprendimiento, primero con la elaboración de compotas y ahora con una gama más variada de recetas.

Yanitza del Toro, fundadora de Maxi Bebé, durante evento promocional. Foto: cortesía.

“Muchas personas me contactan para consultar dudas sobre la alimentación de sus hijos, lo rico de esto es el intercambio pues me fuerza también a leer e investigar sobre diversos padecimientos y cómo elaborar alimentos a partir de esas condiciones. Me he convertido, de alguna manera, en una especie de consejera en nutrición, con la ayuda de especialistas, además, especialmente a partir de mis publicaciones en redes, sea en Instagram, Facebook o WhatsApp”, expresa.

“La idea es crear un círculo de conocimiento que vaya más allá de vender, crear una comunidad alrededor de este proyecto. Yo no estudié nutrición, pero es un tema que me ha interesado muchísimo, del cual me documento bastante desde que era adolescente. La idea es fomentar un estilo de vida más sano y consciente, encontrar un balance y que predomine lo sano, alimentos frescos y locales”, apunta.  

Por su parte, la creadora de Ciclo Ecopapel expresa: “creo que tiene gran importancia para el futuro del planeta que los negocios y empresas sean cada vez más responsables con el cuidado del medio ambiente, que cada vez más personas se sumen a la práctica del reciclaje y el consumo responsable. A nosotros nos da mucha tranquilidad saber que generamos beneficios económicos ayudando a cuidar al medio ambiente”.

Sostenibles, sustentables, ¿suficiente?

Torres Casañas, a partir de su experiencia, confiesa que “un proyecto biosaludable en cualquier lugar puede ser tan difícil o tan fácil como el empeño que uno le ponga. Primero debemos detectar el problema puntual o los problemas que podemos ayudar a resolver o que nos son familiares. Nadie puede ayudar sin sentir el problema como propio. Después entra la dimensión del proyecto que se lleva a cabo. Se necesita apoyo local, la participación de muchas personas”. 

En ese sentido, el gobierno cubano ha implementado varias medidas con el propósito de potenciar las pequeñas y medianas empresas (Pymes) desde hace algún tiempo, aunque quedan muchos inconvenientes por resolver, en parte por la misma situación que vive el país y el planeta por la COVID-19, y además porque el gobierno cubano pudiera hacer mucho más para garantizar el pleno desarrollo de las iniciativas locales privadas.

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Entre los retos a enfrentar en el caso de Corpus Habana está el “poder ofrecer productos con similares estándares de calidad porque, por citar un ejemplo, si tomas una flor de jazmín de algún tipo en Matanzas y luego no encuentras esa en específico, hay que ir a Güines, o a Pinar del Río, y la que encuentras no es igual a las otras y entonces el producto en cuestión no es el mismo; quizás tiene la misma calidad, pero no es el mismo aceite a fin de cuentas”.      

A su vez, Del Toro precisa que, en el caso de productos como la avena y otros insumos que van más allá de frutas, hortalizas y vegetales, “se dificulta mucho, en general casi todos los ingredientes se consiguen en tiendas en MLC (Moneda Libremente Convertible). Eso hace que se encarezca mucho todo el proceso, situación en la cual estamos casi todos emprendedores ahora mismo, tratando de hacer más con menos, aunque, en mi caso, prefiero dejar de hacer algún producto si tengo que venderlo a un precio excesivo”.

Y agrega: “Por ejemplo, conseguir envases es un problema, hacerlo todo en casa también porque no es el espacio idóneo, aunque ahora veo que van a permitir la venta y alquiler de locales…hay que esperar a ver qué pasa cuando se acabe la pandemia y cómo avanza la cosa con los emprendimientos. Existen muchas interrogantes abiertas”.

En los últimos tiempos, ha surgido interés por una parte de la población —la mayoría jóvenes—, interesada en emprendimientos de este tipo. Una muestra de ello han sido los encuentros en el ámbito de coworking entre emprendedores en espacios como Estudio 50 y Amarillo Coworking, en meses anteriores, oportunidades necesarias y que deben ir incrementando su presencia una vez se normalice la situación epidemiológica en el país.

“El público cubano está ávido de estas actividades porque no las hay o no se conocen, por problemas organizativos y de espacios mayormente, algo que sucede con muchos negocios. Yo por ejemplo no tengo tienda y es muy bueno tener momentos como estos para interactuar con las personas más allá de las redes. Es necesario un espacio con regularidad de apoyo a los emprendimientos, en especial para los pequeños”, precisó Yanitza. 

Suney Peña por su parte precisa que “este tipo de eventos es muy necesario para intercambiar con otros emprendedores que están creando excelentes productos, incluso algunos que solo se hacen en Cuba. Nosotros, por ejemplo, colaboramos con algunos productores independientes de jabones, también con otros que reciclan el papel en la fabricación de bolsas, que usamos para nuestros productos”.

“A su vez —afirma Torres Casañas— existe una empatía muy fuerte en Cuba entre las mujeres emprendedoras, algo que me ha resultado maravilloso porque siempre hay trabajos de colaboración e intercambio, no solo compartiendo oficina, sino proyectos de trabajo. Las redes de contactos que se crean son importantísimas para la visibilidad y para crear nuevas colaboraciones y posibilidades de negocio”.

“Creo que es importante la realización de alianzas y el apoyo que nos podamos dar entre emprendedores para salir adelante en estos tiempos. Todo está en que uno se lo proponga”, apunta Yuyu, de Ciclo Ecopapel.

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Modelos de negocios de este tipo son necesarios no solo por “ser fuentes generadoras de empleo, lo que favorece a la economía local; el concepto ecológico en sí mismo se define por la forma de enfrentar los retos de trabajo, reducir o eliminar costes de envíos, fletes…etc; permite crear valor a materias primas locales sub utilizadas al convertirlas en productos terminados exportables y elimina desechos, convirtiéndolos en productos alternativos”, explica la diseñadora Torres Casañas.

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