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El 69º período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer abrió su agenda el pasado 10 de marzo en la sede de la ONU en Nueva York. Hasta el viernes 21, panelistas de todo el mundo coordinan acciones para reducir la honda brecha de género que pervive a escala global.
Expertos y representantes gubernamentales y de la sociedad civil de todo el mundo analizan además los logros obtenidos tras la implementación de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing (1995), que entró en vigor en 1999 y de la cual fueron signatarios 189 países, entre ellos Cuba.
Qué es la Comisión y en qué estado encuentra al mundo a las puertas de su 69 edición
Subordinada a la Comisión de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, fue creada en 1946 tras un llamamiento hecho por la entonces primera dama de Estados Unidos, Eleanore Roosevelt, respecto a la necesidad de que las mujeres tuvieran mayor protagonismo y representación en las instancias decisoras intergubernamentales.
En 1975, tras la proclamación del Año de la Mujer por parte de la ONU, se realizó la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer en México.
De acuerdo con un informe de ONU Mujeres correspondiente a 2024, “[…] en 2023, las mujeres ocupaban el 26,9 % de los escaños en los parlamentos, el 35,5 % de los escaños en los gobiernos locales y el 27,5 % de los puestos directivos”.
Además, el mundo debe tardar todavía cerca de 137 años en erradicar la pobreza extrema entre la población femenina.
Según el reporte, una de cada ocho mujeres y niñas entre 15 y 49 años había sido violentada física o sexualmente por sus parejas en el año anterior, por solo citar algunas tendencias desfavorables en el panorama global.
Queda mucho por hacer.
Cuba en la 69 Comisión
Zonya Rivero López, segunda secretaria de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), representa a Cuba en el cónclave en Nueva York. El pasado jueves 13 de marzo, Rivero participó en la mesa de debate “Acelerar la implementación de la Plataforma de Acción de Beijing: el papel de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer”, en la cual reforzó el compromiso del Gobierno de la isla con la paridad de género y el empoderamiento de la mujer cubana en la sociedad.
“Las organizaciones de la sociedad civil, cuyo trabajo y programas son coherentes con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, tienen mucho que aportar a la igualdad de género y al adelanto de la mujer. Sin embargo, este proceso no debería alterar el carácter intergubernamental de la Comisión”, apuntó.
En Cuba, el Gobierno sigue siendo la voz primordial en la lucha contra la violencia de género, aunque organizaciones de la sociedad civil como las plataformas “Alas Tensas” y “Yo sí te creo” —esta última surgida durante la pandemia de COVID-19 con el propósito de apoyar y acompañar a víctimas de violencia machista— han sido esenciales en la consolidación de un debate público mancomunado con las instancias gubernamentales.
Feminicidios, una cifra preocupante
El primer dato sobre feminicidios en la isla es relativamente reciente. Corresponde a 2016 y fue publicado por primera vez en un informe de 2019.
En ese año, la tasa de feminicidios fue 0.99 por cada 100 mil habitantes de la población femenina de 15 años o más. Esto supone un aproximado de 50 mujeres asesinadas en 2016 por razones de género en Cuba considerando la densidad demográfica de aquel período.
Aunque en el reporte de 2024 el aumento de los feminicidios (54) luce discreto en comparación con el dato primigenio de 2016, de ese año hasta 2023, período en que perdieron la vida 85 víctimas a causa de violencia machista y considerado hasta ahora el peor año desde que se empezaron a hacer los registros, las mejoras en el indicador no han sido tan notorias, sobre todo si tenemos en cuenta la subnotificación.
Especialistas han alertado sobre la vaguedad del concepto de feminicidio y el impacto que tiene en la cifra el hecho de que no se tipifique aún como figura penal. Según Ailynn Torres, experta en el tema, en Cuba lo que se encuadra como tal sigue siendo deficiente en tanto considera solo los asesinatos perpetrados por parejas o ex parejas de las víctimas.
Un elemento alarmante sobre la cifra de feminicidios más reciente es que, de las 54 víctimas registradas en 2024, 2 fueron niñas de 15 y 16 años, asesinadas por sus respectivas parejas en Santiago de Cuba, provincia en la que se reportó la mayor cantidad de hechos violentos (11).
Adelantos
A pesar de las deficiencias mencionadas, Cuba ha dado importantes pasos hacia una sistematicidad en el monitoreo y combate, con políticas públicas y estrategias económicas nacionales y sectoriales, a la violencia y desigualdad de género.
Como parte del Programa Nacional de Adelanto para las Mujeres (PAM), se creó el Observatorio de Cuba sobre Igualdad de Género, liderado por la Federación de Mujeres Cubanas, que analiza 33 indicadores sociodemográficos para evaluar el progreso en materia de igualdad de género en el país.
Según se fundamenta en su marco conceptual, esta instancia es un “instrumento que recopila, procesa y visibiliza indicadores relacionados con la situación y posición de mujeres y hombres, desde un enfoque de género y derecho”.
Las dimensiones mapeadas por el Observatorio se concentran en siete áreas: 1) empoderamiento económico de las mujeres, 2) medios de comunicación, 3) educación, prevención y trabajo social, 4) acceso a la toma de decisiones, 5) legislación y derecho, 6) salud sexual y reproductiva y 7) estrategias e investigaciones.
El compromiso de Beijing
En abril de 1997 Cuba publicó en la Gaceta Oficial el “Plan de Acción Nacional de Seguimiento a la Conferencia de Beijing”.
Desde su entrada en vigor, el documento reforzó el compromiso del Estado con la igualdad de género y estableció entre algunas de sus acciones concretas la inserción laboral y asistencia en cuidados a las trabajadoras cubanas, la promoción de la inserción de ellas en la ciencia y el sector campesino —que incluía la entrega de tierras en usufructo— el refuerzo de los mecanismos de control y prevención de crímenes de género por abuso de poder en centros laborales y el impulso a una comunicación masiva con enfoque de género para crear conciencia entre la población, entre otras.
A día de hoy, muchos de los indicadores que el Plan intentó enmendar siguen estando en números rojos para las cubanas.
Según cifras publicadas por el Observatorio de Igualdad de Género, todavía queda mucho camino por delante: en lo que a propiedad de tierras agrícolas se refiere, ellas son minoría (22.6 %) frente a los 77.4 % de los hombres titulares, una tendencia similar a la que ocurre en la ocupación de puestos en la Academia de Ciencias de Cuba, a pesar de que la cifra ha crecido continuamente desde 1998.
Además, en las zonas rurales las uniones tempranas siguen siendo más altas que en las zonas urbanas, lo cual agrava la vulnerabilidad de las niñas y adolescentes ante los crímenes de género.
La Declaración Política de la Comisión de la ONU que sesiona actualmente reconoció que 30 años después de lo acordado en Beijing “[…] ningún país ha logrado plenamente la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas”, y “los avances en el cumplimiento de los compromisos en las 12 esferas críticas de la Plataforma […] han sido lentos y dispares”, de lo cual Cuba también ha padecido.
La escalada de conflictos armados, las crisis sanitarias y climáticas, así como el envejecimiento poblacional —que afecta especialmente a Cuba— la densidad demográfica en regiones vulnerables y la falta de financiamiento para encauzar políticas para la igualdad de género ralentizan los avances, que no han sido pocos ni insignificantes.
A nivel local, la prolongada crisis socioeconómica que afecta a la isla —que abarca también la energética y la migratoria— agrava la situación de las mujeres y aleja cada vez más el horizonte de una sociedad pareja y benevolente para ellas.
Como reforzó Rivero durante el cónclave, Cuba continúa comprometida con el acortamiento de la brecha de género en todos los sectores, y con la mitigación de la violencia machista y las políticas públicas que se han puesto en marcha en los últimos años así lo demuestran.
No obstante, al filo de 30 años del Acuerdo de Beijing, todavía queda mucho por hacer en un escenario agravado por la pandemia, por una política económica maltrecha y por las sistémicas malas voluntades políticas desde el otro lado del estrecho.
Cualquier intento de progreso social en un contexto como ese tendrá que pujar con fuerza para poder salir a flote.