Sale del closet el cine queer en La Habana

Veinte años después de que la película Fresa y Chocolate sacara del closet a la temática homosexual de la cinematografía cubana, la periodista y profesora universitaria estadounidense B. Ruby Rich habla de cine queer y celuloides ocultos, en el 35 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

Internacionalmente reconocida por bautizar al movimiento del New Queer Cinema (NQC), la crítico de cine vino a La Habana con la intención de presentar su más reciente libro e impartir una conferencia magistral sobre esa oleada fílmica poco conocida en la Isla.

Sorprendida por el interés que despertó la presentación de New Queer Cinema, the director´s cut en el Salón 1930 del Hotel Nacional – según declaró en exclusiva a OnCuba- Ruby Rich decidió tener otro diálogo con un grupo de periodistas, críticos de cine y directores de audiovisuales, entre otros interesados, que tuvo lugar en la tarde de ayer.

En ambas ocasiones la catedrática de la Universidad de California conversó acerca de la necesidad de tratar sin prejuicios temas referentes a la libre identidad sexual y de género, en el actual discurso cinematográfico de América Latina.

Luego de referirse a las características esenciales del movimiento y a las circunstancias sociales que le dieron lugar, señaló que el NQC tuvo desde su nacimiento varios puntos en común con el Nuevo Cine Latinoamericano, pues nació al calor de las luchas por los derechos de unas minorías y como una reacción al mainstream hollywoodense.

Ruby Rich expresó que a esta cinematografía no le interesa definir claramente de qué lado se está, ni mostrar una imagen positiva. Tampoco cree que haya interés en seguir reglas a nivel narrativo y de personajes; pero que sí hay en todas las películas una preocupación  por el pasado, así como un espíritu desafiante, que no teme en presentar temas que puedan ser agresivos para la audiencia.

Ante la pregunta de si podía hablarse hoy de un post-queer, la investigadora aclaró que preferiría hablar de un periodo pre-queer, porque, “si bien el NQC marcó una audiencia para los realizadores, y posibilitó que muchas compañías transmitieran y aseguraran la distribución de estos productos, todavía queda mucho por hacer”.

Me gustaría pensar que estamos en movimiento hacia algo mejor, que no podrá ser frenado por la homofobia. Creo que lo queer es más un problema de actitud que de acciones, y como las categorías se han extendido tanto, tendría que verse hasta donde es funcional para incluir todo, agregó.

En cuanto al contexto cubano, el ensayista y crítico de cine Víctor Fowler, uno de los presentes en la segunda cita, manifestó su confianza en que llegue el momento en el cual exista un cine en nuestro país que, sin vergüenza, se autodefina queer.

Ruby coincidió con la opinión de Fowler y de otros de los presentes pero sugirió que “más allá de las definiciones el mayor mérito estaría en que los homosexuales podamos tomar las grandes pantallas y salir de las pequeñas casas, sin olvidar el respeto al público, pero sin demasiada autocensura”.

New Queer Cinema, the director´s cut se editó este año en Estados Unidos, y es el segundo de la autora en que se refiere a la historia del cine de temática LGBTI en ese país, pero cuenta además con referencias al contexto cubano y de América Latina. En él se incluyen también recuerdos de su visita al festival dos décadas atrás, cuando organizó la primera muestra de cine independiente de Estados Unidos en Cuba.

El NQC nació dentro del cine independiente de EE. UU. a principios de los años 90, como un movimiento estético y a la vez político, por un grupo de directores, en su mayoría homosexuales que, con los presupuestos de la teoría queer, intentaron contrarrestar las estereotipaciones, miradas edulcoradas, o simplificaciones de las identidades que se han construido desde el cine.

Esta generación de cineastas destacó por el carácter radical de sus películas y por su forma de tratar las identidades sexuales, que desafiaban tanto el statu quo heterosexual, como la promoción de imágenes positivas de la homosexualidad que reivindicaba el movimiento LGBTI.

El término que engloba al movimiento fue utilizado por primera vez por B. Rudy Rich en un artículo publicado en la revista británica Sight & Sound, en el que se analizaba la numerosa presencia de películas con temática homosexual en importantes festivales de cine del año anterior. Entre otros títulos, figuraban Young Soul Rebels (Isaac Julien, 1991), Poison (Todd Haynes, 1990), Eduardo II (Derek Jarman, 1992) y Swoon (Tom Kalin, 1992).

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