Yaíma Orozco, una Eva en la trova santaclareña

Foto: Tony Sánchez Poy

Foto: Tony Sánchez Poy

Durante algún tiempo, Yaíma Orozco fue la primera Eva de la trova santaclareña. Y, aun con la entrada de otras mujeres, se erige como la máxima expresión de lo femenino en ese universo trovuntivitero en que se convierte cada jueves El Mejunje, o mejor, de ese universo sonoro que es Santa Clara toda.

La muchacha que hace mucho no llora porque se le rompa algo, a no ser, claro, que se trate de la guitarra; que ríe casi siempre, que extraña la casa cuando el tiempo de estar lejos se dilata, que adora, más que todo, cantar para su gente, comenzó en la música como por mandamiento divino. Allende de elegir la trova, la trova, sinceramente, la eligió a ella.

Nació el 15 de noviembre de 1980 con una vena que, más que sangre, llevaba arte. No me lo dijo ella, lo intuí después de que me contara su historia un jueves del pasado diciembre.

Primero quiso ser bailarina, luego escritora, locutora hasta que se decidió por el canto. Para el baile no tenía condiciones, o eso le dijeron; lo otro se quedó detrás por su propio peso. Ahora, lo de trovadora no lo vio venir Yaíma hasta que cursaba el tercer año de la universidad.

Por la época del preuniversitario conoció a Raúl Cabrera, integrante del otrora Trío Enserie; y a Vionaika Martínez y Mayelín Pérez, que formaban el dúo Ocasión. Todos estudiaban Educación Musical en el Pedagógico y la guiaron un poco en el camino de la música.

“Cuando me llegó el momento de solicitar una carrera, no sabía qué pedir, realmente no me gustaba nada que no fuera cantar y ya estaba un tanto desfasada del tiempo en que uno puede estudiar en una academia, no existían muchas opciones para la gente grande, o al menos yo no las conocía. Fue entonces que me acordé de Raúl y en la boleta puse Educación Musical y Enseñanza Preescolar, porque me dijeron que ahí también te daban lo elemental en el estudio de la guitarra”.

En la casa, mamá y papá “infartaban” con la noticia porque querían que su hija se dedicara a otra profesión. Finalmente no le llegó Educación Musical sino Preescolar. Pero Yaíma se esfuerza el primer año para cambiar de carrera. Y su facultad que no la dejaba ir. Yaíma que se cierra y dice que si no es así no regresa a la escuela. Yaíma que le escribe una carta al ministro de educación y el ministro que se la responde y, desde La Habana, le otorgan el cambio.

Foto: Alexis Pérez Soria
Foto: Alexis Pérez Soria

Fue en un festival de la Federación Estudiantil Universitaria que Yaíma conoció al trovador Alain Garrido, después de escucharla cantar, le propone que lo acompañe en un concierto que realizaría.

“La primera vez que fui al Mejunje estaba en tercer año de la carrera. Entré y el recibimiento fue Levis Aleaga que tocaba Parece un Aguacero. Recuerdo siempre el impacto de llegar a un lugar tan raro para mí, nunca antes había visto nada como eso. Y fue esa rareza, que lejos de espantarme, me atrajo, la que hizo que vislumbrara los encantos del sitio y conociera la obra de los otros cantores: Alain, Diego, Leonardo, Marchena, Roly.

“Llevo con mucho cariño mis inicios ya como trovadora, que fue precisamente en el concierto con Alain en diciembre de 2004. Y seguí haciendo voces con Leo y Diego, hasta que al fin se me avivó la mente, comprobé que me gustaba la trova y terminé creando canciones”.

Es jueves, y en su casa Yaíma se prepara para la noche de la trova en El Mejunje. No es un jueves cualquiera, es el último de 2014 y quieren que la descarga se parezca más a un concierto. Guitarra en mano repasa los acordes del repertorio que utilizará.

“En el 2005 componía mis propias canciones. Al año siguiente debuté en el Festival Longina y solamente tenía tres terminadas, pero bueno, la cosecha ha ido creciendo.

“Casi siempre le canto al amor, ya me encantaría poder canalizar, a través de la música, como hago con el amor, las otras cosas que claramente están en mi cabeza y me preocupan de la vida. Sí, tengo algún que otro tema digamos no amoroso, pero si habría que caracterizar mi obra, de alguna manera, es así”.

Su obra, como ella expresa, está recogida en dos discos, ambos realizados de manera independiente. Uno es Como siento yo, grabado en el estudio del trovador Ariel Díaz, para presentarlo en el festival de bardos de Barcelona: Barnasant. El otro, y más reciente, Gracia, junto al guitarrista de jazz catalán Alfred Artigas.

“Inventamos un estudio al aire libre en la Asociación Hermanos Saíz (AHS) de Santa Clara y pusimos las guitarras allí, solo nosotros y Reynel Rodríguez ‘El Timba’ que fue quien nos grabó”.

Pero Yaíma Orozco, además, tiene temas incluidos en fonogramas antológicos de la nueva canción de autor en Cuba. En el 2008 Vuelve se insertó en el CD Raspadura con Ajonjolí, con el auspicio de la AHS y bajo el sello EGREM.

“Después de eso, hice un concierto en el Centro Pablo, en un A Guitarra Limpia, con Yordan Romero y Michel Portela y salió un CD en vivo, se llamó Todos para uno y estuvo nominado al CUBADISCO 2010. Aquello me alegró mucho, porque, más que la calidad del sonido, lo que se evaluó fue la música en sí.

“Ahora estoy, como decimos en Cuba, metida de a lleno en el proyecto con Alfred, un guitarrista catalán. Trabajamos en el dúo hace aproximadamente un año y me encanta la dimensión que alcanzan mis canciones con sus arreglos, se van a otro lugar y eso de veras me maravilla”.

Foto: Alexis Pérez Soria
Foto: Alexis Pérez Soria

Detrás del micrófono, con la guitarra, Yaíma acude al encuentro con su yo interior. “Siguiendo una tendencia presente en buena parte de la Nueva Trova, recrea diferentes géneros de la música tradicional cubana, como son la guajira, el danzón y el son, aunque, no desdeña ni el folclor sudamericano ni algunos aires de la música brasileña, así como el pop internacional”, escribió Alexis Castañeda Pérez de Alejo en el libro La vena del centro.

Hoy canto porque estás gritando desde mí/ a ritmo de bombo/ empujas mis pasos/ bendito rock and roll/ me da valor para pensar en ti/ desde mi canción.

“Creo que siempre me gusta más la última canción que hago porque es la más fresquita y la que quieres enseñar, pero mi canción preferida es la que le escribí a papi, que falleció hace tres años. Empecé a escribirla pegadito a su muerte, descansó un año, después la retomé y me salió. Se llama Desde mí. Sé que es por su significado que me toca muy personalmente.

“Para mí no es fácil componer, no es un oficio, no me sale, me demoro mucho entre canción y canción. Tengo rachas en las que de repente hago varias canciones seguidas y otros períodos largos de tiempo en que no hago ninguna y me hunde eso también, porque es a lo que me dedico y es lo que más me gusta hacer y a veces tengo el miedo este de pensar ¡ay mierda!, si no me salen más canciones, ¿qué hago? Porque en realidad a mí lo que me gusta es cantar las mías. Esa es la esencia del trovador: defender su pensamiento a través de sus canciones”.

Pero ya lo escribió ella misma en uno de sus temas: mírame a mí estoy aquí/ vengo de jugar a los poetas/ esta melodía me persigue noche y día/ ¿qué voy a hacer?

Así que, por el momento, no hay de qué preocuparse.

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