Continúan expresando su pesar por la muerte del líder sudafricano Nelson Mandela millones de personas en diferentes rincones del mundo. Los funerales de Estado se han programado para el próximo 15 de diciembre, el último gran acto de las semana de conmemoraciones en memoria del fallecido exmandatario.
En 1990, Giraldo Mazola Collazo, en aquel entonces viceministro del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, conoció a Nelson Mandela en Namibia. Integraba en aquella ocasión la delegación cubana -encabezada por el Comandante Juan Almeida Bosque- invitada a los actos conmemorativos por la independencia de ese país. Este sería el primer contacto entre representantes del gobierno cubano y el futuro presidente sudafricano.
Posteriormente en suelo cubano, Mazola fue testigo de buena parte de los momentos vividos en la Isla por el héroe de la lucha contra el Apartheid, entre ellos una memorable reunión entre Mandela y la leyenda del boxeo cubano Teófilo Stevenson.
Ambos encuentros marcados por la admiración y el respeto de los dirigentes de la Revolución cubana y el líder histórico de la resistencia contra el racismo -fallecido el pasado jueves 5 de diciembre -perpetuaron los lazos de amistad que unen a las dos naciones. En declaraciones a OnCuba, Mazola Collazo, actualmente Embajador de la Comisión Nacional Cubana de la UNESCO, rememoró varias anécdotas para nuestros lectores.
Para Mazola, Nelson Mandela fue un hombre que fundó una nación sin rencores, sin represarías: “Equivocados o no, los sudafricanos blancos son parte de esa nación, de ahí que Mandela se empeñó en crear un país sin odio. Había que eliminar desde luego el Apartheid, pero aquello no se podía convertir en el linchamiento de la minoría, independientemente de todos los factores históricos que podrían manejarse para justificar un hecho así. Él tenía muy claro en sus concepciones de lucha que la construcción de una nueva Sudáfrica tenía que ser sin Apartheid y sin rencores. Esa es su gran trascendencia”, destacó.
“El hecho de que Mandela haya desaparecido físicamente no significa de modo alguno que sus ideas, por lo que el luchó y defendió, tomen el riesgo de desaparecer. Él forjó una nación donde podrán haber como en todos los lugares hombres y mujeres mejores y otras peores, pero gracias a su lucha la juventud sudafricana cuenta con un referente tal y como pudimos contar nosotros con el legado de José Martí por sus ideas y con el de Maceo por su obstinada decisión de no rendirse nunca. Esa son los ejemplos que nos nutren siglos después, por lo tanto para los sudafricanos y para muchos pueblos del mundo las ideas de Mandela no se disiparán con su desaparición física. Es el legado que él dejó a la Humanidad”, señaló Mazola, quien además fuera embajador de varios países.
El encuentro con Mandela en Namibia independiente
“Estando en Namibia a propósito de las celebraciones por la independencia de ese país africano, supimos que Mandela también se encontraba allí. Era su primer viaje luego de su liberación, declaró Mazola.
“En ese momento Mandela no era todavía el jefe principal de Congreso Nacional Africano, ANC. Su Presidente era el abnegado luchador Oliver Tambo, quien se encontraba gravemente enfermo y por ello se había aplazado el Congreso de esa organización cuyos militantes todos, incluido el propio Tambo, consideraban que Mandela debía presidirlo. Durante su encarcelamiento desde luego la ANC tenía que tener una dirección a pesar de que Mandela era el líder indiscutible de esta organización.
“Contactamos con la delegación sudafricana para trasmitirle la solicitud de Almeida de ir a visitar a Mandela; la respuesta de Mandela fue que no, que él con mucho gusto accedería a ver a la delegación cubana pero que él iría a ver a Almeida porque este era Vicepresidente de Cuba. Ahí empezó el forcejeo que Almeida detuvo rápidamente al plantear:
-Díganle a Mandela que no puedo llegar a Cuba y decirle a Fidel que recibí a Mandela, tengo que decirle a Fidel que yo fui a ver a Mandela, porque Mandela para nosotros y para todo el pueblo cubano es el líder indiscutible de Sudáfrica.
“Mandela al conocer esa respuesta aceptó y nos dirigimos a su encuentro. Allí nos dijo por primera vez lo que después repitió ante la televisión y volvió a decir posteriormente en el acto del 26 de julio en Matanzas, cuando visitó Cuba, que él estaba liberado, que Namibia era independiente y que el curso del Apartheid se había liquidado gracias al esfuerzo de los cubanos, particularmente con el contundente golpe de Cuito Cuanavale. Aquel primer contacto con Mandela transcurrió como un encuentro entre viejos amigos, rememoró.
Mandela un admirador de Stevenson
Munich, 5 de septiembre de 1972. En su debut olímpico, con 20 años de edad, el boxeador cubano Teófilo Stevenson, en los cuartos de finales se enfrenta ante el favorito de los Juegos, el campeón panamericano Duane Bobick, quien llevaba una racha de 62 victorias consecutivas-incluida una ante Stevenson en la final de los Panamericanos de Cali, 1971- y sólo esperaba el oro olímpico para acceder a un contrato millonario en el boxeo profesional. La prensa norteamericana lo había bautizado como La Esperanza Blanca.
El primer asalto estuvo parejo, el segundo asalto lo ganó Bobick. Pero en el tercer asalto un Stevenson imparable derribó a su rival en tres ocasiones, siendo reglamentariamente detenido el combate a favor de Stevenson, en lo que aún se considera su victoria más memorable.
Ese propio día, desde su celda, el recluso número 466/64 de la prisión de Robben Island, Sudáfrica, contemplaba la épica pelea. En ese instante Nelson Mandela, un luchador no con los puños sino con las ideas y la justicia, se sumaría a la larga lista de admiradores del gran púgil caribeño, tres veces titular olímpico.
Casi 20 años después, luego de su liberación, Mandela, durante su visita a Cuba tuvo la oportunidad de conocer y disfrutar de un cordial encuentro con el boxeador tunero.
Una petición en suelo cubano: Saludar a Stevenson
“Luego lo vi de nuevo acá cuando nos visitó, entonces ya él era presidente de la ANC, aún no se habían efectuado las elecciones presidenciales en su país. Pero nosotros le dimos un recibimiento de jefe de Estado. Tras llegar al aeropuerto él y Fidel hicieron un recorrido por toda la ciudad en un carro descapotable hasta El Laguito, donde se alojaría. Toda La Habana se volcó a las calles, miles de cubanos saludaron durante el recorrido a Mandela, como se merecía.
“Sucedió que antes de montarse en el carro para el recorrido preguntó si él podía saludar a Stevenson. Rápidamente se dio una orden de ´búsqueda y captura de Stevenson´, cuando llegamos a la casa donde se hospedaría ya se encontraba el tricampeón olímpico allí. Los compañeros que habían salido a buscarlo lo encontraron cerca de su casa, esperando junto a sus vecinos a que pasara la caravana para saludar al visitante.
“Tras propiciarse el encuentro horas después, Mandela se acerca a Stevenson y lo provoca adoptando la clásica posición de los pugilistas -Mandela practicó boxeo cuando joven- Stevenson responde amablemente a la provocación, y durante un rato ambos se enfrascan en un duelo simbólico que ve surcar rectos, swines y jabs. Seguidamente empieza a apreciar los músculos del gigante deportista comentándole a su vez que estando en la prisión se convirtió en un admirador de él porque luego de suspenderle los trabajos forzados, comenzó a disfrutar desde su celda de ciertas libertades como acceso a la prensa, a la radio y contaba además con un televisor, de ahí que tuvo la oportunidad de seguir las olimpiadas de Munich y logró ver cuando Stevenson noqueó a La Esperanza Blanca. Mandela le confesó que había estado viendo antes toda la campaña que se estaba desatando por distintos medios norteamericanos, anunciando que este boxeador invencible norteamericano ganaría la medalla de oro y se convertiría en el próximo campeón de los pesos pesados profesionales.
“Mandela le comentó al deportista -destaca Mazola- que supo en aquella ocasión, que tras la victoria en las olimpiadas, a Stevenson le propusieron un millón de dólares para pelear en el profesionalismo a lo que Stevenson respondió: Prefiero el cariño de ocho millones de cubanos.
“Desde entonces –confesó-, se volvió un fanático de las peleas de Stevenson, incluso se sabía el nombre completo del boxeador ruso Igor Vysotskiy, quien derrotó en dos ocasiones al cubano y se interesó en conocer los pormenores de por qué había perdido tales combates. Fue una conversación increíble y Fidel la disfrutó mucho, admirado de ver que no solo nuestros combatientes sino la fama de aquel deportista, habían influido en el acercamiento de Mandela a Cuba.
“Mandela era un símbolo de lucha y de resistencia para el pueblo y los líderes de la Revolución cubana desde su encarcelamiento. No aceptó ninguna propuesta que le permitiera salir de su cautiverio haciendo concesiones contra sus principios, de ahí que lo mantuvieran tanto tiempo preso y sometido en un inicio a trabajos forzados, luego aislado, después lo pasaron a una celda con ciertas libertades; si cambió algo fue por la presión popular. Él era un símbolo de la lucha del pueblo sudafricano, era su bandera inclaudicable, por lo tanto todos los que apoyábamos la lucha justa del pueblo sudafricano contra el Apartheid lo admirábamos. Yo estuve preso casi un año junto a 700 de mis compañeros, pero si comparamos yo estaba en un aislamiento de recreo, era duro, pero para nada parecido a las circunstancias que marcaron el encarcelamiento de Mandela. Puedo entenderlo quizás un poco más que aquellos que nunca han estado en una prisión”, finalizó el exfuncionario cubano de 76 años .