En algunos países se dan tres, en otros dos o uno, como en Cuba… En algunos lugares no se besan públicamente. Generalmente se posan en la mejilla, otras veces en la boca y ya solo algunos clásicos continúan dándolos en la mano de alguna dama, rezago gallardo de otras épocas.
Hay besos icónicos, como el de la fotografía de Victor Jorgensen, la pintura de Klimt o la escultura de Rodin o los miles en escenas de miles de películas, los famosos besos en serie de la industria. Hay besos cantados… “como si fuera esta noche la última vez”; los tenemos memorables, como el primero o el último, aunque el discreto besito al pasar, el cotidiano, también pueda imprimirse en la memoria.
Una mirada casual en esta o cualquier ciudad cubana los muestra breves, apurados, de vida corta pero intensa, o largos y distendidos; lo mismo durante un paseo que en una pausa de trabajo… El beso, ese testigo de la vida íntima o la pública, moneda de cambio del amor, motivo tierno de poetas, músicos y enamorados, tiene su día hoy.