Hace unos años, mientras compilaba información sobre la etapa cubana en la vida del artista de la plástica José Hurtado de Mendoza Sáenz, sobrino nieto del célebre escritor Benito Pérez Galdós, leí en un sitio de subastas, en Internet, que ofertaban un álbum de dibujos publicado en 1926 por los Talleres del Sindicato de Artes Gráficas.
El volumen era de la autoría del madrileño Alejandro Sánchez Felipe y había pertenecido a Hurtado de Mendoza. No fueron ellos los únicos pintores y dibujantes españoles que residieron durante la década de 1920 en La Habana. También lo hicieron Rafael Lillo, Jaime Valls, Mariano Miguel González, Sanchis Yago y Ramón Mateu, por mencionar a algunos.
La obra que se comercializaba de Sánchez Felipe, firmada con sus apellidos, contenía dibujos de temas costumbristas, sobre la capital cubana y las ciudades de Camagüey y Santiago de Cuba. Incluía además retratos de personalidades y tipos populares.
Hasta donde he investigado, los vínculos profesionales de Sánchez Felipe con Cuba comenzaron en los primeros meses de 1923, pues ilustró para el Diario de la Marina artículos del abogado y periodista Lorenzo Frau Marsal, enviado especial del medio y jefe de sus oficinas en España. A La Habana debió llegar recomendado por el entonces corresponsal más connotado del periódico, entre septiembre y octubre de ese año.
Al igual que hizo con Hurtado de Mendoza, el director de la revista Social, Conrado Massaguer, le brindó su apoyo y divulgó una amplia muestra de su trabajo.
En octubre de 1923 así lo presentaba a los lectores:
El joven y talentoso dibujante español ha visitado nuestra casa, con un mensaje del insigne caricaturista Bagaria. Llega de España con una interesante colección de dibujos al lápiz, a la tinta china y algunos grabados de verdadero sentimiento goyesco.
Acompañaban esta nota dos dibujos de la autoría de Sánchez Felipe y un retrato que le hizo Luis Bagaria, uno de los principales caricaturistas hispanos de la primera mitad del siglo XX.
En diciembre la revista anunciaba que Sánchez Felipe era uno de sus colaboradores e incluía un retrato que le hizo Massaguer.
Modesto, inteligente y simpático. Tres adjetivos que lo harán triunfar. Es muy joven, su historia es breve, y ya está reputado como un gran dibujante de España, este nuestro huésped hoy. Para Social ha hecho varios dibujos de nuestra antigua Habana que iremos publicando en próximos números.
Abiertas las puertas de la redacción de Social, también publicó en el Diario de la Marina y en las revistas Bohemia y Carteles, esta última perteneciente a la empresa de Conrado y su hermano Oscar Massaguer.
Exposición en Prado 44
La Asociación de Pintores y Escultores, presidida por Federico Edelmann, le cedió su salón, en Prado 44, para que exhibiera una muestra —integrada por más de un centenar de cartones— de su obra, exposición inaugurada el 24 de diciembre de 1923.
Al evento, Jorge Mañach, periodista y crítico de arte, le dedicó dos de sus muy leídas Glosas, en el Diario de la Marina. En ellas develó interesantes datos biográficos de Sánchez Felipe, quien había iniciado su vida laboral muy joven como cantero (labrador de piedras), en la construcción del majestuoso edificio de Correos, en Madrid.
Por las noches frecuentaba hermoso los tupis y tabernas de la Villa y Corte; y, llevado ya de su afición al dibujo, hacía, a pluma y el lápiz, los retratos de cuanto noctámbulo se le deparaba por modelo. Pasábase así hasta las dos y las tres de la madrugada, hora en que se recogía a su buhardilla para levantarse otra vez al amanecer, tomar sus avíos de jornalero y repetir en Correos la ingrata tarea. ¡Qué grises y uniformes esas horas utilitarias robadas al arte! Los suspiros se le iban entre cada golpe de la maceta sobre el cincel. Pero, cuando más sufría el infeliz, era a la hora en que pasaban todas las mañanas los estudiantes de la Escuela de San Fernando, camino del Retiro, con sillas plegadizas, sus caballetes y sus cajas de colores, iban a tomar paisajes. Alejandro los veía pasar y los ojos se la aguaban entre hipos de amargura de envidia, de rencor hacia su sino (…) en fin.
Para librarse de aquella situación —confesó a Mañach— se hirió intencionalmente la mano izquierda, que no usaba para pintar, y por accidente de trabajo le pagaron cuatro meses, reposo que aprovechó para visitar el Museo del Prado y hacer copias de obras de Velázquez y Goya, copias que mostraría en la exposición de La Habana y que con anterioridad, a fines de 1922, había expuesto en el Ateneo de Madrid.
Incluyó además dibujos con sus “visiones urbanas de España y de La Habana” y retratos de personalidades cubanas: Conde de Rivero, que era director del Diario de la Marina, doctor Antonio Sánchez de Bustamante, doctor Manuel Abril, del cardiólogo Martínez Cañas, del caricaturista Rafael Blanco, del periodista Alberto Lamar Schweyer, entre otros.
Mañach, en la segunda glosa, publicada el 28 de diciembre de 1923, refería sobre la muestra:
Si lo que es menester es crítica, digamos críticamente, para terminar el comentario de esta exposición suculenta, y como ninguna, atestada, que no todas las semblanzas son aciertos, ni de parecido ni de técnica. Pero sí lo son en su mayoría cuando Sánchez Felipe obtiene su impresión del natural mismo y no al revés de Bles o Buendía (1), no cuesta esfuerzo admitir que nos encontramos en presencia de un certero retratista, inquisitivo y profundo.
Llamaba la atención en la personalidad del artista madrileño su capacidad de trabajo, pues en apenas dos meses había dibujado docenas de retratos de habaneros reconocidos y de diferentes profesiones.
Armando Maribona, pintor, dibujante y periodista, en su sección “Gente desconocida”, del Diario de la Marina, el 17 de marzo de 1927 divulgó un perfil de Sánchez Felipe con un retrato que hizo al artista madrileño, donde subrayaba esta cualidad del biografiado:
(…) un buen día Sánchez Felipe hizo un retrato, como los cientos que lleva hechos a los que saben distinguir a pluma de nuestro Director. Estupendo… desde entonces la data no se remonta, no da abasto. Y cliente hay —recordamos ahora el caso del Dr. Martínez Cañas— que no se ha saciado sino con dos obras. Así se explica que en nada de tiempo haya podido con las docenas de obras suyas —hechas, sin excepción en una sola sesión, sin levantar la mano, que es otra forma de probar lo prodigioso de su inagotable maestría en el dibujo a pluma— formar un Salón y de los más nutridos que hemos disfrutado, en su clase.
Era, como dijo Social en marzo de 1924, “el artista de moda, y sus retratos se habían impuesto “entre gente bien y gente de letras”.
Entre los perfiles de artistas y escritores que dibujó he localizado retratos de Massaguer, Eduardo Abela, Eduardo Sánchez de Fuentes, Prudencio Fernández, Enrique Riverón, Alejo Carpentier, Federico de Ibarzabal.
Viaje al “interior” de la isla
En el segundo semestre de 1924, Sánchez Felipe emprendió un largo periplo que lo llevaría a Camagüey y Santiago de Cuba. Hasta ahora desconozco detalles de esos recorridos. Solo he podido ver sus dibujos y una referencia, en la Gaceta de Bellas Artes, de que realizó también exposiciones. Tal vez para ganarse el sustento hizo retratos a personas pudientes o impartió clases particulares.
Social, el 3 de marzo de 1925, anunciaba su regreso a la capital cubana:
Sánchez Felipe, el notabilísimo artista español, tan conocido admirado de nuestro público por sus retratos y sus dibujos de edificios y palacios coloniales de Cuba, acaba de regresar a La Habana después de medio año de permanencia en Camagüey y Santiago, trayéndonos como recuerdo de su estancia en esas viejas y legendarias ciudad, una valiosa colección de dibujos a la pluma, reproducciones acertadas, tanto desde el punto de vista artístico como históricos, de lo más interesante que ofrecen esas ciudades en viejo edificios, rincones y aspectos típicos, exteriorizaciones en la piedra o en la madera del alma ruda y sencilla de nuestros colonizadores.
Tengo referencias de un viaje que realizó a Matanzas, con Frau Marsal y el inventor de la boya Cuba, Fernando López Sainz, en septiembre de 1925. Quizás dibujó las bellezas urbanas y rurales de la Atenas de Cuba. En ese año, en los Talleres del Sindicato de Artes Gráficas, se imprimió una enciclopedia titulada El Libro de Cuba: historia, letras, artes, ciencias, agricultura, industria, comercio, bellezas naturales: obra de propaganda nacional, editada bajo el cuidado de Emilio Roig de Leuchsenring y Wifredo Fernández. Texto de valor excepcional tanto por la información, redactada por especialistas de primer nivel, como por el testimonio gráfico. De la autoría de Sánchez Felipe reprodujeron estampas coloniales.
La última noticia relevante que tengo es su participación, en 1927, como director artístico, de la revista Renacimiento, en La Habana, dirigida por Luis G. Triay.
De la capital cubana marchó en 1927, según la Gaceta de Bellas Artes, a Colombia. Otras fuentes dicen que la salida ocurrió a principios de 1928. Luego estuvo en Venezuela y finalmente se estableció en Puerto Rico, en 1933, donde ejerció la docencia y continuó enriqueciendo su obra pictórica.
Aunque después de su partida de Cuba, la revista Arquitectura, editada en La Habana, en la década de 1940, reprodujo algunos de los dibujos, incluidos en el álbum que mencioné al inicio, seguramente la obra de Sánchez Felipe volverá a ser visitada una y otra vez, porque sus copias de “rincones encantadores, restos de nuestra época colonial”, como auguraba Armando Maribona:
Cuando pasen muchos años y la plebeyez del cemento armado arrase con ellos, agradeceremos mucho más que hoy a Sánchez Felipe su bella labor.
Nota:
1. Joaquín Blez Marcé y Federico Buendía, connotados fotógrafos cubanos, especializados en el retrato de estudio y colaboradores asiduos de la prensa.
Fuentes:
Bohemia
Diario de la Marina
Carteles
Social
Los cubanos somos muy talentosos. Nuestra mezcla de razas dio mucho fruto en la genética . La creatividad e inteligencia de muchos se unieron en el largo camino de nuestro desarrollo como país. Gracias por compartir y realizar estos aportes al conocimiento