El tren pasó al filo de las 5 de la mañana por el poblado del Quince y Medio, al sur del Ciego de Ávila, en el municipio de Venezuela. Me senté alejado de unos viajeros que cargaban jabas llenas de pescados. El olor se sentía en todo en el vagón. En el paradero de Carolina subieron unas cajas con piñas, seguramente recogidas furtivamente de noche.
En ese año, 1986, estudiaba en la escuela pedagógica Rafael Morales González, situada en la periferia de la ciudad de Morón, colindante con extensos naranjales, en algunos de sus laterales. Era la primera vez que viajaba en tren hacia la urbe. Amanecía cuando la locomotora se detuvo. No he podido olvidar la imagen del edificio que por su belleza arquitectónica deslumbraba al transeúnte, despertaba sensaciones agradables; era como el rostro de la ciudad, un rostro bien cuidado que te daba la bienvenida y auguraba una estancia feliz.
Pronto descubriría otros símbolos identitarios: el Gallo, las famosas torticas, aquel dulce tradicional creado por Serafina Echemendía, especie de polvorón o mantecado y los carnavales acuáticos en la zona de la Laguna de la Leche, entonces un pequeño paraíso.
Siempre que emprendía largas caminatas nocturnas para conocer la urbe moderna y las reliquias de la época colonial el punto de referencia era la Estación ferroviaria. Allí me detenía para merendar con mis amigos Alonso Palenzuela, Gorky Barcelán y Arley Madrigal, antes de seguir hacia la escuela. Todos estos recuerdos me vienen a la mente, en una mezcla de nostalgia y tristeza, al saber por reportes periodísticos, el estado de deterioro que sufre el inmueble centenario. Una vez más hurgo en su pasado, que comencé a conocer en mi adolescencia gracias al historiador Segundo Leiva Casay y sus charlas en el Museo Caonabo.
El contexto
En 1880 Morón era un poblado de relevancia estratégica, que formaba parte de la trocha fortificada por el ejército español. En ese año las vías férreas lo conectaron con Ciego de Ávila y así se benefició el comercio hasta esa época dependiente del transporte marítimo. El 20 de septiembre de 1897 el ferrocarril llegó hasta un punto, próximo a la Laguna de la Leche, que denominaron San Fernando en homenaje al santo patrón de los ingenieros militares. Allí erigieron un modesto paradero.
Al surgir el proyecto de edificar una moderna estación ferroviaria, Morón constituía, en la década de 1920 un centro agrícola e industrial que se había favorecido con el desarrollo de la producción azucarera, tenía 7 industrias en su jurisdicción, y el Ferrocarril del Norte. Pertenecía a la provincia de Camagüey.
Dentro de la ciudad había una estación, desde fines del siglo XIX, ubicada donde hoy está el Joven Club de Computación y la farmacia de la esquina Serafín Sánchez y Martí. Estaba anacrónica, en una urbe donde constantemente se levantaban sólidos y hermosos edificios, de los más diversos estilos.
También demandaba una estación de mayor capacidad el aumento poblacional del municipio, rondaba la cifra de 50 mil habitantes y la infraestructura de la poderosa empresa de los Ferrocarriles del Norte de Cuba que tenía para el servicio de transporte de pasajeros y carga un parque de 41 locomotoras, 32 coches de viajeros y equipajes, y 1 532 carros de carga de todas clases, necesitaba talleres para la reparación y mantenimiento. Los directivos de la compañía decidieron establecerlos, aledaños a la estación.
La inversión para edificar la estación superó los 200 mil pesos. El proyecto fue realizado por Compañía Frederik Suárez Corporation. La estructura de acero fue suministrada por la American Steel y las tejas de barro liso adquiridas en Chicago, Estados Unidos. Los mármoles comprados en Italia y trabajados por un marmolista de ese país.
El inmueble, en el sur de la ciudad, ubicado en calle Van Honre, entre la Avenida Tarafa y Narciso López era en 1924 el segundo más grande de su tipo, con estilo arquitectónico art déco, solo superado por el erigido en La Habana. De 31.10 m de largo y 45.90 m de ancho, su área total techada es de 1400 m2.
En su puesto de fritas habaneras, Armando Valdés Sánchez, conocido en todo el pueblo como Armandito el empanadillero vio pasar a la multitud que desfiló curiosa durante todo el día para apreciar la instalación. El acto inaugural comenzó bien temprano, a las 5.30 de la mañana de aquel 14 de julio de 1924, cuando el maquinista R. Balmaceda echó a andar la locomotora marcada con el número 37 que cubriría el itinerario hasta Ciego de Ávila.
La estación contribuyó a la transformación urbanística. Los historiadores Hiraldo Morffi Delgado y Segundo Leiva Casay en su investigación Morón: la ciudad del gallo, apuntan al respecto:
Lo más interesante de esta conformación en el primer cuarto del siglo XX, es la de la plaza ferroviaria, con la estación al centro y en cuyo trazado, hicieron que confluyeran hacia esta plaza las calles principales de la ciudad: Zayas, Avellaneda (Marina), Narciso López, Martí, la avenida de Tarafa y la calle Serafina llevan a esta bella plaza; lo que es muy cómodo para el tránsito peatonal; pues si el refrán dice que todos los caminos conducen a Roma, en Morón todas las calles te conducen a la Terminal.
Los talleres, una obra maestra
Embellecía el entorno el parque, y varios chalets, uno de ellos perteneciente a José Miguel Tarafa, abogado, ex coronel del Ejército Libertador, devenido en hábil hombre de negocios, artífice de los Ferrocarriles del Norte de Cuba.
Los talleres que construyó la Baldwin Locomotive Works disponían de la tecnología más avanzada de la época. El 26 de febrero de 1923, el corresponsal del Diario de la Marina recorría las instalaciones y narraba así sus impresiones:
Primero visité la planta eléctrica que es de gran potencia, que se utiliza para mover toda clase de maquinaria, hasta el extremo que cambian las máquinas para su reconstrucción por medio de grandes grúas elevándolas a su puesto para su arreglo. Visité los talleres de reconstrucción, que es una gran obra, como tal vez no se conozca otra igual en esta República, hay una nave en que se pueden reconstruir nueve máquinas a la vez.
Visité el departamento de carpintería, donde se mueven por la electricidad los grandes cepillos y tornos, y lo mismo el departamento de las sierras sin fin, todo se mueve eléctricamente. Pasé al departamento donde se construyen los hermosos carros y coches del ferrocarril con una gran comodidad y limpieza, todo con un esmerado orden. He visto los grandes tanques de petróleo crudo para suministro de combustible a toda la maquinaria, que por cierto llenaba unos cuantos miles de galones.
Valores patrimoniales
En el libro Camagüey-Ciego de Ávila. Guía de arquitectura y paisaje, sus autores resumen las características del edificio:
Esta de Morón siguió los códigos eclécticos de su época, con una marcada influencia neoclásica. Declarada Monumento Local, representa a la ciudad y es motivo de orgullo para sus residentes. A la influencia neocolonial, típica de las edificaciones cubanas de los primeros años de la República en las zonas de plantación, pudiera sumársele la norteamericana por el uso de la madera y la cubierta de tejas francesas con grandes pendientes. Se desarrolla en dos niveles: el primero destinado a terminal de pasajeros, y el segundo a oficinas del ferrocarril y viviendas de empleados. Destaca en su interior el doble puntal que alcanza el salón principal coronado e iluminado por un impresionante vitral con motivos florales. En su exterior imponen las arcadas de medio punto y la repetición de balcones sobre ménsulas de madera, todo esto unido a una exquisita carpintería en madera preciosa. Una marquesina de cerchas metálicas recibe al viajero y completa las visuales de una zona esencial del Centro Histórico moronense.
Además de estos valores patrimoniales, de indiscutible relevancia, hay otros relacionados con lo intangible. Una investigación sobre las visitas de ilustres personalidades develará, sin dudas, aspectos hasta ahora olvidados. Como la carretera que uniría a las ciudades de Morón y Ciego de Ávila no se construyó hasta principios de la década de 1950 las numerosas compañías teatrales, cantantes, circos, artistas de la plástica, grupos musicales, empresarios y políticos debían usar el ferrocarril. Así que la estación fue punto fijo para el arribo o las salidas.
Está vinculada, asimismo, con los movimientos sociales, las luchas de los obreros ferroviarios y azucareros dirigidas por el líder Enrique Varona González, el Hombre de las Mil Huelgas, asesinado durante el gobierno de Gerardo Machado, el 19 de septiembre de 1925.
El tiempo y la dejadez no perdonan
A principios de enero de 2001 se conoció que por valores arquitectónicos e históricos la estación había sido declarada Monumento Local. En el año 2010 el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural le otorgó el Premio Nacional de Conservación. Nueve años más tarde se ejecutó una reparación general del inmueble para “erradicar el avanzado deterioro de su techo y otros locales que han sido afectados por varios fenómenos meteorológicos y la invasión de aves migratorias materializándose en ese entonces solamente el cambio de las vigas de madera y la recolocación de tejas francesas. Persistiendo entonces otras como el deterioro de las redes hidrosanitarias, aleros, sistema eléctrico defectuoso y antiguo para soportar las cargas actuales, las divisiones internas realizadas a lo largo de los años, espacios sin accesos por peligro de derrumbes (…)”, según las investigadoras Nordalys Monguía Bello y Aymet Machado Jácome.
Al poco tiempo, siguieron las filtraciones por la cubierta y la humedad volvió a adueñarse del inmueble con su poder destructivo. En el 2022 se intentó otra reparación; sin embargo, no fue ejecutada debido a desacuerdos entre quienes debían realizarla y el hecho de no presentar los documentos legales para llevar a cabo la intervención. Solo pusieron los andamios. El pueblo quedó a la expectativa, luego las esperanzas se han ido desvaneciendo.
Se realizó un levantamiento de los principales elementos constructivos más deteriorados donde se observa la cubierta como la principal afectada por roturas, tanto en su parte plana como la inclinada, provocando las filtraciones hacia el interior de la estructura, el falso techo (aleros) de madera, se encuentra deteriorado y alguno en fase de derrumbe, la carpintería tanto de exterior como interior se encuentran en mal estado, sistema hidráulico ineficiente, sistema sanitario con obstrucciones e ineficiente, sistema eléctrico en mal estado, grietas localizadas en el piso, deterioro en revestimiento de las paredes, acero expuesto, corrosión de las estructuras metálicas, humedad en paredes, presencia de aves expandiendo desechos hacia paredes y pisos, creación de espacios cerrados mediante construcciones actuales irrumpiendo el estilo arquitectónico de la estación ferroviaria.
Mientras tanto…
El 10 de julio del 2024 Eduardo Rodríguez Dávila, ministro del Transporte de Cuba, en su cuenta de Facebook, divulgaba un mensaje del ciudadano Eduardo Méndez, quien había alertado sobre el deterioro del edificio:
Compañero ministro, recuerde ud que la terminal de FFCC de Morón la que fue la segunda en el país y que ud visitó hace un tiempo se va a caer, cuándo comienza la rehabilitación, lo está pidiendo a gritos Morón parece un pueblo olvidado en el tiempo.
Marcos Bermúdez, viceministro del MITRANS, en su respuesta a la inquietud de Méndez, afirmó:
Compartimos su misma preocupación y tenemos indicaciones precisas del ministro de impulsar de conjunto con los compañeros de la Unión de Ferrocarriles de Cuba (UFC) la reparación general de esta Estación de Morón con un importante valor patrimonial.
Le confieso que estamos ansiosos por comenzar, además de tener la exigencia constante del ministro. Sin embargo, es preciso asegurar una buena preparación de la inversión que aún no completamos. Tenemos los proyectos y hemos contratado ya a la empresa DIMARQ de Ciego de Ávila que gestionará la dirección de ingeniería integral de la obra; está contratada la ENIA de Camagüey que acometerá en breve estudio topológico para determinar la envergadura de la intervención y no demoler sin necesidad materiales que estén en buen estado y zonas de la cubierta que pudieran no requerirlo (…) Allí estuvimos y caminamos en zona de cubierta y estamos muy optimistas con lo que vimos aunque no somos expertos, debemos esperar el trabajo de la ENIA.
Ojalá en el venidero año ya Morón pueda mostrar orgulloso uno de sus símbolos más preciados, ojalá que la terminal supere el daño causado por la dejadez y los “achaques” lógicos de un inmueble centenario.
Fuentes
Emilio Roig (editor): El Libro de Cuba, Talleres del Sindicato de Artes Gráficas, La Habana, 1925.
Colectivo de autores: Camagüey-Ciego de Ávila. Guía de arquitectura y paisaje Junta de Andalucía, España, 2009.
Periódico Morón
Hiraldo Morffi Delgado y Segundo Leiva Casay: “Morón: la ciudad del gallo”, trabajo inédito, Archivo del autor.
Monguía, N. y Machado, A. (2024). Estrategia para la recuperación del estado constructivo de la Estación Ferroviaria del municipio Morón. Universidad & ciencia, 13(2), 175-192. https://revistas.unica.cu/index.php/uciencia/article/view/8546
Archivo del Autor
Muy buen artículo relacionado con la historia de este inmueble y la situación actual. Es penoso ver cómo toda Cuba se ha desvanecido en el tiempo, aún más, aquellas arquitecturas que alguna vez fueron símbolos, iconos emblemáticos de sus respectivos territorios, con la historia que los caracteriza. Esperemos algún día se pueda revertir esta terrible realidad que enfrenta la Cuba de hoy.
Otra vez es un acierto escribir sobre este tema. Lo que es Patrimonio debería conservarse. La Arquitectura, la Historia y la gente perderá lo que fue obra del ingenio humano de su tiempo. Gracias por darnos tanta información sobre el tema , especialmente para los avileños.
La ENIA ejecuta trabajos de patología de las construcciónes, la topología es otra cosa que tiene que ver con los sistemas de información geográfica o SIG
Es para mí un orgullo, demuestre textualmente en su crónica los desmanes de nuestra joya Moronera…pero igual observo el des interés que muestran las partes involucradas, en alargar la vida de esta edificación. Y para serle sincero, ver cada día la destrucción de mi ciudad…a causado en mi, un sentimiento migratorio, y no de poblados nacionales.
Le hablo de pensar en alabar, la historia de cualquier ciudad extranjera que me diese refugio, y de Morón solo guardar la nostalgia. De cuando logré verlo en la avanzada económica, con su imprenta, si fábrica de calzado, su planta de hielo, su fábrica de conserva, su astillero, su complejo de deportes náuticos, su antiguo lavadero de cítricos, el longevo hotel Perla activo, sus clubes en el embarcadero…nada toda una Ciudad prospera e industrializada, que han dejado atrás vagando en la ruina.
Pongan la fecha de este trabajo periodístico los habitantes de la Ciudad de Morón y el año que viene veremos los resultados ?
Nací en ese municipio de Morón en las cercanías del pueblecito de Tamarindo y recuerdo esa BELLA obra de la terminal de ferrocarriles de Morón.
Vivo desde 1970 en la ciudad de Matanzas dónde su terminal vieja de ferrocarriles está en la misma situación y de verdad contemplo los toros desde la barrera!
No tengo esperanzas de verlas reparadas!
Estuve en el acto del 2010 cuando ejercía como directora de la Oficina del Delegado del CiTMA, institución que la seleccionó para dicho galardón muy orgullosos todos. Se veía como nueva de paquete. Es una pena q en estos años se haya deteriorado tanto. Y como siempre José gracias por este trabajo!