En el verano de 1921 arribó al puerto de La Habana, procedente de Gran Canaria, con el propósito de exponer una muestra de sus dibujos. Sin embargo, decidió establecer su residencia en Cuba donde ganó numerosos premios en los salones nacionales de humoristas y en los de bellas artes, y consolidó su multifacética labor como profesor, ilustrador, ceramista, pintor, decorador, escenógrafo y caricaturista.
Se integró a la vanguardia artística de la década de 1920, gracias a sus proyectos culturales y políticos. Fue miembro del Grupo Minorista y del Movimiento de Veteranos y Patriotas. Por sus aportes, le fue otorgada la Orden Nacional de Mérito Carlos Manuel de Céspedes, máxima distinción que concedía el Estado cubano.
Sobresalió como caricaturista. Colaboró con Bohemia, El Imparcial, La Lucha, El Fígaro, Carteles, Social, Avance, Diario de la Marina, El País, La Semana, Kayuko, El Loco y Karikato, entre otros medios de comunicación. Juan David, el notable artista de la plástica, expresó que José Hurtado de Mendoza Sáenz (1885-1971) tenía “un elevado y bien ganado lugar en la caricatura cubana”.
En medio de condiciones difíciles desarrolló sus creaciones al establecerse en La Habana. Así lo recordaba su amigo Juan Marinello, en un artículo publicado en Bohemia:
“Hurtado se vio reducido a un vivir elemental austero, pero él se vengaba de sus sórdidos capataces con el sarcasmo ruidoso y certero. Le conocí en una habitación situada en una azotea del Vedado, donde los colores, los libros, los papeles, las telas y los muebles eran un solo montón informe. En la puerta del mísero refugio sorprendía, pintado por su mano experta, un gigantesco detente, reproducción fiel de los que distribuían las iglesias católicas en la ciudad; pero la clásica leyenda: Detente Satanás, el corazón de Jesús está conmigo, lucía una alteración regocijada: la palabra Satanás, había sido cambiada por la de cobrador. Aquella puerta era no solo la de su habitación sino la de su espíritu, transparente y travieso. En aquella vivienda minúscula nacieron, a un tiempo, los dibujos de afinada ironía de los Cuentos siboneyes y las primeras obras de primorosa artesanía en las que Hurtado no tuvo rival”.
Formación en España
En el Instituto Cardenal Cisneros, de su natal Madrid, estudió Bachillerato y Dibujo Elemental. Amplió su formación en la Academia de San Fernando, en la Escuela de Artes Cerámicas, del profesor Francisco Alcántara, en la Colegiata de San Juan de los Caballeros, con el profesor Daniel Zuloaga y en la fábrica de azulejería Viuda de Mensaques, de acuerdo con el documentos archivados en la Fundación Alejo Carpentier.
Descendía de cubanos, por la parte paterna, oriundos de Trinidad, hecho este que ha provocado errores, al considerar que también él había nacido en aquella ciudad. Así aparece en monografías, libros de textos y hasta en testimonios de algunos de sus contemporáneos como Juan Marinello.
Su padre era José Hermenegildo Hurtado de Mendoza y Pérez Galdós, hijo de José Hermenegildo Hurtado de Mendoza Tate y de Carmen Pérez Galdós, hermana de don Benito, el célebre escritor.
Al viajar a Cuba, Hurtado de Mendoza se desempeñaba como docente de la Escuela de Arte Luján Pérez, en Las Palmas de Gran Canaria, donde residía desde principios de la década de 1910. Ya tenía una trayectoria reconocida como pintor y caricaturista. De esa etapa, museos de España y coleccionistas privados conservan varias obras, entre ellas el célebre cuadro “Carro empantanado” y el retrato de Tomás Morales, poeta precursor del modernismo. Además, participó en la primera exposición de artistas canarios, de carácter colectivo, exhibida en el Gabinete Literario, en 1919.
En La Semana
Las primeras caricaturas que publicó en La Habana, hasta donde he podido investigar, fueron editadas en El Imparcial, con el seudónimo de “Guanche”, en honor a los aborígenes canarios. Los “Cuentos siboneyes” nacieron en La Semana, periódico fundado por Sergio Carbó Morera, el 7 de octubre de 1925, con el epígrafe “Resumen de la vida criolla en broma y en serio”.
En su equipo de redacción tenía caricaturistas estelares: José Hernández Cárdenas (Her-Car), Ramón Arroyo Cisneros (Arroyito), Eduardo Abela, con su personaje “El Bobo” y Hurtado de Mendoza, autor de “La semana científica”, “Tránsito y automovilismo” y “Cuentos siboneyes”, entre otras series.
En la más popular de sus tiras cómicas, el creador hispano-cubano acudió a la historia de Cuba, a su etapa precolombina para tomar como personaje a los siboneyes (o ciboneyes), grupo aborigen (recolector, cazador y pescador) que alcanzó menor grado de desarrollo en comparación con los taínos.
Hay en las caricaturas, al tener como protagonista un actor social histórico, autóctono, una intencionalidad de rescatar el pasado, de revalorizar la memoria y así contribuir a la reafirmación de la identidad nacional.
Fue un acierto muy original e irreverente, pues en aquellos tiempos, como expresó su amigo Alejo Carpentier: “(…) no solo las tendencias del arte nuevo parecían subversivas (…) a quienes velaba por el ‘orden establecido’, sino que también era visto con malos ojos eso de pintar indios o de pintar negros, o de ocuparse del folklore indígena o de tradiciones originarias del África.”
Los nombres de sus personajes aborígenes podían ser reales o imaginarios: Siguarayo, Guarina, Mabuya, Anacaona, Casabe, Cayuco, Guanacobo, Barará, Bururú, Acaonay, Guaracarija, Bacurinaje.
El conquistador español, símbolo del poder, tomaba cuerpo en Don Rodrigo, Don Nuño, el Almirante, Yañez Pinzón, Álvarez de Ocampo, Núñez el Pote, etc.
A Colón lo “revivió” múltiples veces, tantas, que Conrado Massaguer, en un número de Social, donde tributaba homenaje a los caricaturistas, el siboney de Hurtado de Mendoza dialogaba con el muñeco de la autoría de Rafael Blanco. El aborigen le decía: “—Pues a mí Hurtado me tiene hecho un salvaje siempre, y me ha puesto mal con todos los gallegos por los relajitos con Colón”.
Los personajes de Hurtado criticaron la prórroga de Machado cuando olvidó la promesa que hizo durante las elecciones y, al acercarse el fin de su mandato, a través del llamado cooperativismo, alianza de partidos, volvió a postularse para ser Presidente. También, en la diana del dibujante, estuvo la guataquería (adulación) al dictador, los fraudes electorales, el robo de los fondos públicos, la inflación, la escasez de alimentos, la represión política, epidemias, el desempleo, entre otras temáticas.
En “Cuentos siboneyes”, además, incluyó estampas costumbristas sobre la infidelidad, el sexo y el comportamiento de las diferentes clases sociales.
La presión del “cacique”
En septiembre de 1929, Machado prohibió la circulación de La Semana, molesto por la publicación del editorial “¡Gloria a los extranjeros!”, donde se criticaba a las autoridades el haber aceptado, sin réplica, el aumento del arancel del azúcar cubano a su entrada a los Estados Unidos.
Como Carbó no rectificó su decisión en la edición siguiente, fueron secuestrados en las oficinas de Correo los ejemplares destinados a las provincias. Siete días más tarde, los talleres de impresión enmudecieron, fueron detenidos dos redactores y expulsados del país. Carbó huyó al extranjero.
Hurtado de Mendoza publicó también sus “Cuentos siboneyes” en Karikato, pero este medio fue clausurado por la censura machadista. Mientras sucedían estos hechos, él estaba involucrado, como director artístico, en las decoraciones de los pabellones de Cuba y Canarias que se mostrarían en la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929, donde recibió medalla de oro y Gran Premio por su desempeño. A La Habana regresó al año siguiente, después de visitar Londres y Las Palmas de Gran Canaria por razones de trabajo.
Aunque después del derrocamiento de Machado, en 1933, Hurtado de Mendoza publicó caricaturas en Bohemia, El Loco y Kayuko, los “Cuentos siboneyes” no volvieron a ocupar un espacio como antes. Tal vez divulgó algunos esporádicamente, pero en las colecciones revisadas no he hallado muestras que lo corroboren.
Vale reproducir, para finalizar, la autorizada opinión de Juan Marinello acerca de los “Cuentos siboneyes”: “Como caricaturista esa fue su tarea más sostenida y valiosa y la que lo sitúa en nuestra historia del buen periodismo realizado por la línea”.
Fuentes:
Alejo Carpentier: Recuento de moradas, Editorial Letras Cubanas y Fundación Alejo Carpentier, La Habana, 2017.
Juan Marinello: “José Hurtado de Mendoza”, Bohemia, 21 de septiembre de 1971.
Edel Lima Sarmiento: La prensa cubana y el machadato. Un acercamiento a la relación prensa-poder, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2014.
Pedro Prada: “Mabuya o la verdadera identidad de José Hurtado de Mendoza, Verde Olivo, octubre de 1990.
Juan David: La caricatura: tiempo y hombres, Ediciones La Memoria, Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, La Habana, 2002.
Jazmín Valdés Ramos: “Mabuya: El silencio republicano y la voz de Hurtado de Mendoza”, Universidad de La Habana, 2011, Biblioteca de la Facultad de Artes y Letras.
Ares: “Breve historia de la caricatura en Cuba (I)”, en Tebeosfera , 2015.
Archivo de la Fundación Alejo Carpentier.
Hemeroteca de la Biblioteca Nacional José Martí.
Interesante historia de vida de este artista plástico. Nunca había visto esas caricaturas.
Gracias por tus acostumbrados aportes históricos de personajes olvidados en el tiempo y revividos por ti. Bendiciones!