Pasó a los anales de la historia cubana por ser propietario de una legendaria fábrica de tabacos, “La Escepción” en cuyo nombre había un error ortográfico, con sede en la esquina de Monte y Zulueta, en La Habana.
Al empresario catalán José Gener Batet, nacido en la provincia de Tarragona, España, en 1831, y fallecido en 1900, también se le recuerda por su nefasta participación como presidente del Consejo de Guerra que condenó a muerte a los ocho estudiantes de Medicina en 1871.
Sin embargo, poco conocida es la participación que tuvo este empresario, coronel del Cuerpo de Voluntarios, en la primera refinería de azúcar de la isla, construida en la ciudad de Cárdenas.
Los orígenes del capital de Gener Batet, quien había emigrado a Cuba con apenas 13 años de edad, procedían de una vega de tabaco que fomentó en San Juan y Martínez, Pinar del Río, denominada Hoyo de Monterrey.
En 1865, había reunido el dinero suficiente para crear la fábrica de tabacos “La Escepción”, con su hermano Miguel. En 1882 reedificó el inmueble con tal majestuosidad que algunos lo llamaban “el Palacio del Tabaco”.
El nombre lo puso con error, se dice, por capricho, pues no era un hombre inculto; escribió artículos y hasta un folleto titulado Proyecto para resolver la gran crisis económica de Cuba.
Esta industria, además de la marca Escepción, produjo Cruz de Malta, el Imperio Alemán, Gloria de Inglaterra, Monopolización, Vuelta Abajo, Hoyo de Monterrey, La Emperatriz de la India, Punch y Belinda, entre otras. La solvencia económica que disfrutaba José Gener Batet le permitió expandir sus inversiones a los negocios azucareros. De ahí su irrupción en la próspera región matancera.
Creación de la Refinería de Azúcar de Cárdenas
Para comprender cómo la llamada “Ciudad de las primicias” se convirtió en unas de las ciudades más florecientes de Cuba, en la primera mitad del siglo XX, hay que remitirse a su pasado colonial, cuando el tejido económico fue consolidándose bajo el aroma del azúcar, el trepidar de las locomotoras y la actividad de un puerto insomne. Surgió entonces una red de pequeñas y grandes industrias que anunciaban el salto hacia el progreso.
En ese contexto favorable un grupo de emprendedores, desde 1881, comenzó a gestionar la constitución de una refinería de azúcar en Cárdenas. En aquella época Cuba vendía a Estados Unidos mieles y moscabados, y luego importaba de esa nación el azúcar refinado. Sin dudas, la nueva industria era un proyecto factible.
En 1883 fue fundada la refinería, con un capital inicial de 200 mil pesos, por iniciativa de Francisco Lamigueiro, Jovino García de Tuñón y Sergio de la Vega. Este último fungió como Administrador General de la sociedad anónima, integrada por varios accionistas, entre ellos Juan B. Martínez, co-dueño de la fábrica de tabacos “La Colonia”. Gener Batet presidió la junta directiva.
Sus conocimientos del mercado español, donde tenía excelentes relaciones y vínculos con el poder, desempeñarían un papel importante en el éxito del negocio, además del capital que aportó.
En los terrenos que pertenecieron a Dihigo, Bondix y Co., edificaron las instalaciones de la empresa, que tenía garantizada su sostenibilidad debido a los numerosos centrales de la región cardenense, la red ferroviaria, las reservas de agua dulce para la producción y la existencia del puerto.
Pronto, la venta, en cuadrito y granulado, comenzó a expandirse, a partir de depósitos en La Habana, en Matanzas, Cienfuegos. También podía comprarse el azúcar directamente en Cárdenas.
En España, el periódico La Época, el 26 de septiembre de 1884, elogiaba la calidad del nuevo producto:
“Recientemente hemos visto las muestras que la Refinería de Cárdenas (Isla de Cuba) ha enviado a Madrid, y podemos asegurar que por su elaboración, por su belleza, por su buen gusto y por su abundancia sacarina, el azúcar de la Refinería de Cárdenas es de lo mejor que se presenta en los mercados y tendrá la preferencia donde quiera que la bondad del género se busque sin atender al precio.”
Para satisfacer la demanda, a mediados de 1885, mejoraron la tecnología. Hasta ese momento elaboraba mil toneladas mensuales. Tres años más tarde debía competir con otra refinería instalada en la ciudad por Salvador Vidal.
Reformas
En enero de 1888, las oficinas de la compañía fueron trasladadas a La Habana, tal vez para un control más efectivo. Ubicaron la sede en la calle Amargura. Ese año, Gener Batet estuvo más de seis meses en España. Cuando viajaba dejaba apoderados para representarlo en sus negocios. Varios directivos de la empresa, encabezados por su presidente, viajaron a Cárdenas en marzo de 1890. Dejaron organizados los trabajos de la próxima campaña productiva. En esa fecha la fábrica elaboraba unos 700 barriles diarios de azúcar.
Al disminuir las importaciones en España, hasta cantidades insignificantes, los directivos de la refinería adoptaron medidas para salvarla de la quiebra. Implantaron la cocción de mieles de primera y su conversión en azúcares. En mayo de 1892 había producido 27 mil sacos con la nueva tecnología.
En ese mes, Gener Batet y sus principales socios viajaron a Cárdenas, acompañados por varios medios de prensa, para constatar otros cambios en la industria, ya que creaban las condiciones para producir alcoholes.
Además de nuevas maquinarias, adquiridas en Estados Unidos, eran instalados tanques donde se almacenarían grandes volúmenes de miel de purga, un edificio para la cristalización, otro para las nuevas centrífugas, una vía férrea elevada. Los accionistas habían invertido en total un millón de pesos y esperaban más utilidades en el negocio.
Desde 1893 Gener Batet presentaba problemas con su salud. Al parecer esta situación y su avanzada edad pesaron en la decisión de cambios en la dirección. Ya habían tenido una crisis en el gobierno de la empresa, cuando la Junta administrativa quiso prorrogarse por otro mandato.
En 1896, José Cañizo fue electo presidente de la empresa y nombraron a Jovino García Tuñón como representante en Madrid. Debían enfrentar los tiempos duros de la guerra y la competencia de otras industrias similares. Eran hombres curtidos en el oficio. Estaban acostumbrados a sobrevivir en el mercado, a reinventarse, a sacar a flote la primera refinería de azúcar de Cuba.
Fuentes:
Francisco J. Ponte y Domínguez: Matanzas, biografía de una provincia, Academia de la Historia de Cuba, 1959.
Revista Económica
Diario de la Marina
La Ilustración Nacional
Entrevista al investigador Ernesto Aramis Álvarez Blanco.
Muy abarcadora esta historia.
Gracias!