La existencia de abundantes recursos naturales: ríos, lagunas y de potreros donde crecía la hierba de Guinea, introducida en la isla en 1837, favoreció la recuperación de la ganadería, devastada por la guerra de 1895 a 1898.
A lo anterior hay que sumar la repercusión positiva de las leyes restrictivas para la matanza y exportación de ganado establecidas por el Gobernador Wood, en el período de ocupación militar, quien también creó un Departamento que producía y distribuía gratuitamente vacunas contra las plagas. Además, se importaron nuevas razas de vacas lecheras desde Estados Unidos.
El crecimiento fue vertiginoso, pues en 1902 había 999 862 cabezas de ganado bovino; la cifra, en 1906, llegó a 2 579 492, según el Censo de la República de Cuba, de 1907.
Los dígitos del ganado caballar se comportaron así: 167 933, en 1902 y 402 461, en 1906. El mular 30 950 en 1902 y 51 333 en 1906. Los guarismos del asnal resultaron más discretos, pero asimismo fueron en ascenso. Alimentar esa masa ganadera, cada vez más creciente, iba convirtiéndose en una problemática, agudizada en la temporada de seca, cuando los pastizales languidecían.
Se ensayó conservar maloja, hierba de Guinea y de Paraná en grandes silos, construidos especialmente para esos fines en 1908 y 1909 en la Estación Experimental Agronómica, radicada en Santiago de las Vegas. Pero, hasta donde he podido investigar, no fue extendida con éxito el procedimiento. Continuar importando forraje de Estados Unidos constituyó la solución más factible, junto al aprovechamiento de recursos naturales autóctonos.
Cuando el Gobierno estadounidense restringió a sus empresas exportar forraje durante en la Primera Guerra Mundial la resolución, a primera vista, suponía un duro golpe para la economía cubana. Sin embargo, se convirtió en oportunidad, pues un grupo de emprendedores crearon fábricas productoras de pienso vegetal. Así surgió una nueva industria nacional que también beneficiaría a la avicultura y al ganado porcino.
El 19 de agosto de 1916 inauguraron en Cárdenas, Matanzas, una fábrica que producía alimento para todo tipo de ganado, y pertenecía a la empresa Forrajera Caballo Negro, de Caldwel, Cuervo y Ca.
El general Gerardo Machado y otras personalidades de la política asistieron al evento. En Cienfuegos establecieron una sucursal de la nueva industria.
Uno de los dueños era el político John W. Caldwel, natural de Inglaterra, residente en Cuba desde los 18 años, quien había alcanzado el grado teniente coronel o coronel —hay divergencias en las fuentes consultadas—, en el Ejército Libertador. En 1899 poseía la hacienda San Ricardo, en Itabo y administró el central Tinguaro, ubicado en Perico, Matanzas.
Francisco G. Cuervo, el otro propietario, era médico veterinario, con vasta experiencia en su especialidad, puesta en práctica en los centrales azucareros de Tinguaro, Constancia y Nueva Luisa, entre otros.
La escasez de alimentos, como consecuencia de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), era un mal del que no escapaba ningún país. La Mayor de las Antillas, muy dependiente de Estados Unidos, disminuiría las importaciones.
En octubre de 1917, el ingeniero, empresario y político estadounidense Herbert C. Hoover, le había dicho a Jorge Reno, Jefe del Negociado de Información de la Secretaría de Agricultura de Cuba:
“El país de ustedes es agrícola, de suelo fértil, de clima privilegiado, y por tanto la tarea será fácil. Siembren maíz, frijoles y papas, (…) frijoles de soya y maní para aceite y forraje. Aliméntense cerdos con lo que sobre, convenzan al Gobierno de la necesidad de asegurarse en todo lo que concierne a las cosas esenciales para la vida y no traten de producir grandes cosechas de alimentos con una guataca, para obtener resultados ustedes deben usar maquinarias agrícolas desde el principio hasta el fin.”
Forrajera Cubana
Aunque no he podido precisar la fecha de fundación, por noticias divulgadas en el Diario de la Marina, conocí que ya en junio de 1917 la empresa Forrajera Cubana también participaba en el mercado nacional.
Una nota publicada al año siguiente en ese periódico resaltaba que: “(…) fue la que en Cuba se encargó de solucionar tan difícil problema, proveyendo a este mercado de todo el pienso necesario, cuyos precios abarató también considerablemente”.
Los almacenes, oficinas y las maquinarias modernas de la fábrica estaban en la esquina de Zanja y San Francisco, en La Habana. Producía 22 toneladas de pienso cada día. Como materia prima empleaba forraje, maíz, avena, cebada, afrecho.
Una parte de estos insumos los importaba de Estados Unidos, fundamentalmente de Nueva Orleans. Para la distribución en la capital usaba cuatro camiones que llevaban la mercancía a domicilio; también abastecía a clientes de otras provincias.
Sus ventas anuales eran de 250 mil pesos. Enrique González de Castro, Joaquín Ferrer Infante, Juan González y la viuda de Gustavo Monocal eran los gerentes de la Compañía.
Como anécdota, que servía de cuña publicitaria, los reporteros del Diario de la Marina que visitaron las instalaciones en 1918 contaban:
“Y para finalizar, un detalle que constituye un elogio justo y apoyado en la verdad, de la bondad del pienso vegetal elaborado tan concienzudamente por la Compañía: esta cuenta con un tren de seis carros con sus correspondientes parejas de mulos, y estos son tan fuertes que cargan cuatro toneladas, las que conducen de los muelles al almacén como si tal cosa. Son mulos de talla mediana gordos y lustrosos y resistentes; se alimentan exclusivamente con pienso vegetal”.
Caballo Negro y Mulo Negro
Volvamos a la empresa Caldwel, Cuervo y Ca. Fue designado como director general Gumersindo Triay, comerciante radicado en Cárdenas. Además de la marca Caballo Negro comenzó a vender con éxito otro producto bajo el nombre de Mulo Negro.
En la calle de los Oficios, de la capital cubana, abrieron un almacén para satisfacer la demanda de clientes que tenían en La Habana, Matanzas y Pinar del Río. La fábrica radicada en Cienfuegos, administrada por Luis Labrador, satisfacía pedidos de las demás provincias.
Para elaborar el alimento utilizaban como base harinas importadas que mezclaban con mieles derivadas de la producción azucarera. Sometidos a análisis por los laboratorios de la Estación Experimental Agronómica de Santiago de la Vegas las dos marcas recibieron el certificado de calidad.
Al conmemorarse el centenario de la fundación de la ciudad de Cienfuegos, en el mes de mayo de 1919, la Cámara de Comercio y el Ayuntamiento de esa urbe le otorgaron a la Compañía varias distinciones y medalla de oro por sus aportes al desarrollo de la ganadería.
La empresa anunciaba, en septiembre de 1919, que había comprado a los señores Menocal, González y Compañía de La Habana, la fábrica y patente de dicho forraje.
O sea, a partir de entonces fueron los mayores productores de pienso en Cuba, al sumar a su emprendimiento la marca Forrajera cubana. En julio de 1920 subieron los precios, la tonelada de Caballo Negro y Mulo Negro costaba 80 pesos, y el quintal (100 kg.) 4 pesos. La tonelada de Forrajera Cubana se expendía a 70 pesos y el quintal a 3.50. Incorporaron el Especial para vacas, a 4.50 pesos, el quintal y a 90 pesos, la tonelada.
Forrajera Habana
Esta fábrica, de dos naves, con una superficie de 850 metros cuadrados, pertenecía a los hermanos Andrés y Antonio Mon. Tenía sus establecimientos en Carlos III, número 58, con entradas por la Avenida de la Independencia y por la calle de Pocito.
La edición extraordinaria del Diario de la Marina de agosto de 1918, señalaba que en menos de dos años de creada la industria ya había logrado posicionar en el mercado la marca Miss Faedes, elaborada con alfalfa, afrecho de malta, harina de semillas de algodón, maíz molido y glucosa de melaza.
Daba trabajo a 20 empleados y producía 20 toneladas diariamente. En el balance anual de 1917 tabularon 300 mil pesos por las ventas y como el capital social de la empresa era de 50 mil pesos el dato fue muy estimulante.
En 1919 comercializaban pienso con la marca Mon. En la década de 1920 también hubo otra planta productora en La Habana, denominada Forrajera Liborio, que ofrecía piensos balanceados para ganado mular, caballar y vacuno.
La industria continuó floreciendo hasta el punto de que, en 1957, de acuerdo con la edición especial del Diario de la Marina, en Cuba existían 116 fábricas, con una producción valorada en 5 480 000 pesos.
Fuentes:
Censo de la República de Cuba bajo la administración provisional de los Estados Unidos 1907, Cuba, Oficina del Censo, 1908.
Bohemia
El Fígaro
Diario de la Marina
Interesante investigación sobre un tema tan necesario en este momento. Gracias por compartir.
Se acabó la libre empresa maestro!
Esa es la que de verdad nos puede sacar del bache en que está Cuba sí señor.
Excelente publicación maestro.