Por primera vez en Latinoamérica la Sociedad Napoleónica Internacional celebra su congreso de expertos en La Habana.
La entidad que promueve los estudios académicos sobre Napoleón Bonaparte y la cultura de la época en que este personaje vivió, trajo a Cuba investigadores de doce países como Francia, Estados Unidos, Chile, Colombia, España, Canadá, Rusia, Inglaterra y Polonia.
Estos investigadores se reunieron para desarrollar la XII edición del evento en la capital, ciudad que para sorpresa de muchos ostenta una de las más significativas colecciones napoleónicas del mundo y las más vasta y valiosa del continente.
Durante el congreso, patrocinado por la Oficina del Historiador de la ciudad y la Embajada de la nación gala en la Isla, se expusieron más de treinta ponencias sobre museología, historia, arte y restauración, de un centenar de participantes sobre la huella que dejó el emperador francés en la historia y cultura universales.
También estuvo dedicado a evaluar el valor patrimonial que atesora La Dolce Dimora, palacete que perteneció al político cubano-italiano Orestes Ferrara, hoy Museo Napoleónico de la Habana. Entres los invaluable objetos que se pueden apreciar se encuentran uno de sus catalejos, un sobrero bicornio, un molar, algunos mechones de cabello, armas propias y la sobrecama que le cobijó en su lecho de muerte en la Isla de Santa Elena, entre otras reliquias.
Esta grandiosa colección surgió de la pasión del magnate azucarero Julio Lobo por los objetos relacionados con el conquistador corso y los traídos a la Isla por su último médico personal Francisco Antonmarchi, que se radicó en Santiago de Cuba. El galeno acompañó a Bonaparte hasta su fallecimiento, luego recorrió varios países investigando enfermedades tropicales, lo que lo trajo a tierra cubana donde murió en 1838 a consecuencia de una de las patologías que investigaba, la fiebre amarilla. Antonmarchi portó el molde de la mascarilla mortuoria que realizó al estratega militar momentos después de fallecer y el reloj de oro con el que contó sus últimos minutos, entre otros valiosos recuerdos.
El encuentro, presidido por el estadounidense David Markham, quedó inaugurado con la entrega de un reconocimiento al Historiador de la Ciudad por parte de la Sociedad Napoleónica por la minuciosa restauración de las colecciones del Museo Napoléonico.
El evento en su agenda contó con la inauguración de la muestra del escultor cubano Pavel Valdés de artillería francesa militar en el mismo museo y la proyección del documental de Silvia Marina Guana Napoleón Bonaparte en Cuba.
El próximo congreso tendrá lugar en la célebre ciudad de Waterloo, en Bélgica, conmemorando el 220 aniversario de la batalla en que fue derrotado el notorio general.