Hace 33 años nació en un pueblo llamado Los Ángeles, municipio Banes, en la provincia de Holguín.
Desde muy pequeña Betsy Remedios tuvo clara su vocación. “A los 7 años, según mi papá, yo decía que quería cantar ópera. No conocía esa palabra, pero imitaba a los cantantes que salían entonces en el programa De la gran escena”, recuerda ahora Betsy desde la Comunidad de Galicia, España.
Pero no fue hasta mucho más tarde que se inició en ese camino. Antes se graduó de Economía y trabajó dos años en la empresa de transportes de Holguín. Decide entonces presentarse a las pruebas del Instituto Superior de Arte (ISA), para las que comienza a prepararse. Con 21 años recibe las primeras clases de canto de su vida.
Tras varios meses, y aunque su profesor le dijo que aún no estaba lista, se atrevió a presentarse y logró obtener una plaza en la filial de Holguín del ISA.
“En el segundo año de la carrera tuve un papel protagónico con el Teatro Lírico con Caballería rusticana. Hacía veinticinco años que en Holguín no se hacía una ópera”, cuenta.
Tras su graduación pasa a ser solista del Teatro Lírico Rodrigo Prats. Encarnó a María La O, La viuda alegre” y Cecilia Valdés. Además perteneció a grupos de teatro y colaboró con otros artistas. Su trabajo fue premiado en varios festivales, hasta que…
“Llegó el momento en que toqué fondo… y entendí que tenía que irme; sobre todo porque tenía criterios distintos a las personas que me dirigían”.
Travesía hacia el éxito
Como muchos otros cubanos, comenzó su viaje rumbo a Rusia, a finales de 2021. “Estuve dos meses trabajando en Moscú. Cuando estaba por vencerse mi permiso para estar allí, decidí seguir. España era mi primera opción porque mis raíces están aquí”.
“La travesía fue muy dura”, confiesa. “Cuando estás cruzando fronteras de manera ilegal siempre hay un alto riesgo de que te cojan y de que pasen miles de cosas. En Serbia tuve una mala experiencia. Me atracaron y casi me matan. Me rescataron dos señores de Kosovo”.
Llegó a Grecia con la intención de seguir hacia España; pero la detuvieron en cinco ocasiones. “En una de ellas me llevan para un campamento de refugiados. La experiencia no se la deseo a nadie. Fue muy difícil esa etapa, con la incertidumbre de la deportación”.
Las condiciones en el campamento eran pésimas. Basta hacer una búsqueda en Internet sobre los campamentos de refugiados en Grecia para hacerse idea de lo que Betsy refiere como “condiciones inhumanas”. Contó algunas historias de esos días, solo bajo condición de que permanecieran off the record.
“Aunque hablábamos inglés y podíamos comunicarnos perfectamente con los trabajadores de allí, no querían darnos información. Era una incertidumbre total, sobreviviendo en condiciones muy malas”, concluye.
El alma en el escenario
Al llegar finalmente a España, varios amigos le sugirieron que se presentara a Got Talent, un popular concurso televisivo británico devenido global. “No tenía nada que perder, y mandé mi primera audición. Pasaron meses y meses y no me llamaban. Hasta que un día me avisan para que vaya a las audiciones presenciales”.
Cuando la seleccionan para participar en el concurso, le proponen cantar “Memories” en una versión en español. “Al principio no estaba muy convencida, hasta que encontré una audición hermosísima cantada por Kika Edgard. Cuando escuché la letra, era lo que yo estaba sintiendo en ese momento. Toda la nostalgia, todo ese dolor por las cosas que han pasado, por lo que uno deseaba. Me identifiqué con ella y la hice mía. Puse mi alma en el escenario, fue como mi grito de desahogo”.
El público y los jurados quedaron encantados y emocionados con ella; aunque alguno consideró que era un tema demasiado “fácil” para su voz. Con este acicate, Betsy subió la parada y preparó uno de los más complejos.
“Llevé ‘La flauta mágica’ a la semifinal, porque donde estaba jugándomela era ahí. Si no la hubiese presentado tal vez no habría pasado”, admite.
“Yo estaba muy enferma, con un catarro terrible, tomando corticoides y de todo. Canté prácticamente muda. No contaba con llegar a la final”.
A pesar de todo, su interpretación fue excelente y se ganó el favor de todos.
Para la final preparó la “Suite Número 3” de Bach con texto, en versión de Marcelo Álvarez. “Cuando escuché la letra morí de amor por la canción”. Y el público por ella.
“Para mí yo gané, porque vivir las experiencias que se viven ahí, la adrenalina y las emociones a flor de piel todo el tiempo, lograr estar en la final, para mí fue una victoria. Verme en ese escenario y pensar en dónde estaba un año atrás, me hizo sentir que valió la pena todo”.
¿La vida sigue igual?
Aunque muchos la imaginan en grandes escenarios, su día a día sigue siendo muy parecido al de antes del concurso.
“En el pueblo donde vivo, Marín, la gente me ha ido reconociendo y ha sido bonito verlos acercarse y la buena energía que he recibido. Me han escrito de todas partes del mundo. Es tan gratificante que las personas se identifiquen con uno. Eso para mí es un premio”.
En el programa final, desde el Teatro de la Zarzuela confesaron estar “cautivados por su voz” y la invitaron a una audición presencial. “Aún no me han llamado, me estoy preparando, estudiando mucho para cuando sea el momento, estar lista. Pero realmente fuera de toda esa buena energía no ha cambiado mucho mi vida. Sigo trabajando en el supermercado donde estaba, donde me han acogido como en mi casa”.
El futuro de los sueños
“No pierdo la fe en que un día alguien me llame y me diga que quiere trabajar conmigo”, dice Betsy, mientras espera que llegue la oportunidad de dedicarse por completo al canto.
“No soy una persona muy ambiciosa. Me gusta tener los pies en la tierra; no me gustan las burbujas porque de la noche a la mañana pueden explotar en la cara de uno. Cuando llegué de la semifinal, el jefe del supermercado me preguntó si quería descansar y le dije que no, que quería pisar mi realidad. Más allá de lo lindo que viví quiero ir siempre con pasos firmes y reales. Mi meta no es la fama. Yo quiero cantar, quiero trabajar en lo que amo, que es la música. Yo sin cantar me muero de la tristeza”.
El vacío que deja Cuba
“Cuba es mi vida”, afirma rotunda. “Un día aquí estaba en el gimnasio y la profesora puso música cubana. Algo tan simple como escuchar una canción a la que estaba acostumbrada y, simplemente, lloré. Porque estás lejos de tu tierra, de tu cultura, de tu gente, y se valoran las cosas más ínfimas”.
Betsy no tiene idea de cuándo podrá volver a la isla y abrazar a su familia; pero no pierde las esperanzas de hacerlo pronto. “Todos los que estamos fuera de Cuba somos como la estatua del emigrante, por dentro vamos vacíos… Nos falta Cuba”.
Nota: En el momento de la publicación de esta entrevista, supimos por Betsy Remedios que acaba de recibir la invitación del Teatro de la Zarzuela para la audición. ¡Pase de oro al futuro para esta cubana!