La guapería es un arte

Foto: Kaloian.

Foto: Kaloian.

El paquete ha evitado los contenidos políticos hasta donde ha podido. Pueden hablar, eso sí, de la farándula.

El paquete no solo ha respondido como alternativa a la carencia rocambolesca de internet en el país, donde las zonas WiFi están, en su mayoría, a la intemperie, y los precios por la navegación continúan siendo tan groseramente elevados que nadie se atreve a plantearse siquiera pagar una hora para bajar un filme o un videojuego. De manera tácita, todos hemos asumido que los parques WiFi, bajo sol, lluvia y sereno, son los lugares a los que ir a comunicarse con el familiar en el extranjero y ver, cuando menos, su cara amodorrada por IMO y avisarle que los pantalones que envió no le quedan a la niña porque le hacen una bolsa de aire en el trasero.

El paquete ha llegado para dejar atrás a los vendedores de DVD y sus combos de seis películas de Van Damme y a los doramas coreanos y a las novelas brasileñas. A fin de cuentas, con el DVD siempre se corre el riesgo de que un rayón nos haga tirarlos a la basura. El paquete deja atrás la obligación de consumir únicamente la machacada televisión nacional o de la repetitiva televisión extranjera cuya señal se roba por varios barrios de La Habana. Cambiar a Julio Acanda por María Elvira. A otro con ese cuento por The Big Bang Theory. Los melodramas de Arte Siete por una película clase Z de tiburones inteligentes.

Y es posible actualizar los softwares de computadora y teléfonos, Office, Windows y Android. Y es posible encontrar producciones nacionales independientes como El Paquetazo que informa de lo último de la escena cubana (Es decir, entrevista a Yomil y a El Dany). Y ver al cantante Crazy Boy conduciendo. Entendamos que llenar un terabyte de material valioso semana tras semana es algo que nadie puede plantearse en serio. Tampoco es del todo insulso. A nosotros, bloqueados por cualquier parte, nos conviene el acceso a materiales digitales de distinta naturaleza, la sensación de libertad entonces es ínfima, pero de seguro muchos la aprecian.

Ahora se ha desatado dentro de la producción nacional de El paquete una corriente de videos cortos donde cualquiera tiene libertad para hablar mil sandeces y buscarse seguidores. Estos serían youtubers alternativos cubanos, una catástrofe. Hemos visto de lo que es capaz Lucy Sosa la sabrosa (divulgó una ofensa viral, el bollopingo de tu madre). El Paquete se ha convertido en el espacio para cubrir las necesidades expresivas de aquellos tantos que clamaban por pronunciarse pensando que debían comunicarse y, por igual, ser reconocidos por sus cualidades, aunque fuera virtualmente. Jorge Yunior, el líder del grupo de reguetón los Cuatro, desafía a cualquiera que lo ataque, se llama “tiradera”. Después de retar a Yomil y provocar todo el alboroto que quiso, volaron las noticias de que se enfrentaron a puñetazos por nosédónde o que hubo un batazo por otro lugar o que Yomil es un agente del orden. Los dimes y diretes y los intercambios hostiles y las extravagancias van con El paquete. Las inquinas y conflictos personales de los reguetoneros cubanos tienen su lugar. El Chocolate, antes de su súper éxito El Palón Divino y tras cumplir condena en prisión por —se dice— agredir con una botella a un policía, transmitía por las redes sociales desde Moscú y le miraba las nalgas a una rusa.

A simple vista, no luce tan peligroso como que se nos muestren nuevas producciones de cine independiente casero. El actor Alberto Joel García, que se recordará por su papel de Ruy en Habana Blues, decidió incursionar en la dirección con Cubano por cuenta propia. En ella interpreta a Maikel, un hombre que se las ingenia para sobrevivir negociando. Alquila una consola de videojuegos en la sala, alquila la mesa del comedor para partidas de dominó y el patio para que ensaye un grupo de reguetón. El filme da una especie de tragicomedia de la realidad del emprendedor cubano en medio de las comunidades vulnerables. Un entorno adverso donde las autoridades, disfrazadas de fatalidad, le juegan el partido entero en contra, donde se le amenaza constantemente con machetes por el pago de una deuda. El protagonista erra en todas las decisiones respecto de las actividades que se propone. Una tienda de ropa y un cine 3D son un completo fiasco cuando el estado decide desmantelarlos al no reconocerlos como actividades por cuenta propia lícitas, después de un tiempo haciéndose de la vista gorda. Los desmadres de Alberto Joel García van desde el intento de proyectar una taquillera y trillada Cuba luctuosa hasta el cierre de la película (El momento en que un amigo trata de consolarlo porque Maikel ha perdido demasiado en sus inventos y dice una línea algo así como Qué se le va a hacer, seguimos en la lucha, somos cubanos por cuenta propia). Para peor cuadro, los créditos finales tienen faltas de ortografía.

De 2015, Corazón Cubano se presenta como “una creación urbana de jóvenes aficionados al cine” y fue subido a Youtube por Yusleivy la Mismísima. Una historia gansteril en medio de La Habana: Pandillas que se enfrentan entre edificios derruidos con armas de fuego (fusiles) en el barrio de Jesús María, escenas de porno doméstico, violencia gratuita, demostraciones gratuitas de masculinidad de machos, imágenes de Abakuá, exacerbación de cómo se vive la realidad en barrios donde la ley y la justicia que cuenta es la que se impone adentro y la mayoría de sus habitantes fluctúan racialmente entre el mulato y el negro.

Un grupo de jóvenes apostó por hacer el ridículo y pagar el precio de divulgarlo a los cuatro vientos. Una película de terror que se llama Tacón. Ellos se imaginaron las casas productoras: 19+1 Century Fo, Ikupo y TVO. A ciencia cierta no se sabe si se trata de una película puesto que venía en El paquete dentro de la carpeta Teleplay y dura unos sesenta minutos.

Tacón es un hombre fornido con problemas mentales. Fue apaleado en el barrio cuando se acercó por las espaldas a una muchacha sola e indefensa en su apartamento y ella, del susto, alarmó a los vecinos. Los vecinos no pidieron explicaciones y machacaron al futuro Tacón, que luego se levanta con sed de venganza como un asesino en serie que mata a sus víctimas de un manotazo. De ahí el nombre de Tacón que en Cuba quiere decir bofetada, galleta, galúa, teja, piano, tina, entre otros significados, según explica uno de sus protagonistas interpretados por Alex Alday, de acuerdo con los créditos.

Ellos cumplen también con anunciar —haga falta o no— que “el siguiente material es una obra de ficción, ningún personaje o hecho representado es real”. Citan a Stephen King: “hay muchos otros monstruos escondidos entre las sombras”. Y añaden que Tacón es un homenaje al cine slasher, esa clase de películas en que un grupo de adolescentes generalmente sin el cuidado de adultos, se encuentran en una situación bajo el acecho de un brutal asesino que tienen que resolver por su cuenta (recordemos Halloween o Scream).

Tacón parece lúdico, una risa sardónica. Por la televisión dan la nota informativa de que en las afueras del Capri ha ocurrido un asesinato, cosa que nunca sucedería: conocemos las características timoratas de la prensa nacional. Alguien imita la voz engolada común de nuestros locutores. En las afueras del Capri, la escena principal contiene a una pareja peleando, un muchacho zarandea a una muchacha porque flirteaba con otro. Tacón irrumpe con su bofetón homicida y finaliza al forcejeo. De las interpretaciones, el resultado puede apreciarse en la joven que hace de Patricia, y que su mejor habilidad histriónica es la de entornar los ojos cada vez que algo o alguien la molesta.

Luego tenemos un filme rodado en el municipio Marianao que ofrece frases como “Yo no como miedo ni mastico susto”. Que ofrece, a pesar de su orientación si es que tiene alguna, flashbacks con elementos de comedia. Que ofrece el diálogo que a continuación les copio:

Patricia(P): Lo nuestro se acabó

Rubencito: Que qué

P: Lo que oíste. Lo nuestro se acabó.

R: Pero por qué

P: No eres tú, soy yo

R: Ah, dale por ahí pa´llá, ni que tú fueras la única mujer en el mundo.

(Música romántica de fondo, flashbacks en blanco y negro)

¿Amor? Vaya uno a saber si el color rosa no es, después de todo, un rojo que ha palidecido.

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