La más reciente edición de la revista Espacio Laical, nos acerca un panel compuesto por voces diversas de la “intelectualidad” cubana, enfrentados a la tarea de opinar sobre el actual proceso de reformas que el gobierno del presidente Raúl Castro ha venido promoviendo en Cuba y que tiene como principio articulador una “actualización del modelo económico”.
OnCuba sugiere la lectura in extenso de este panel compuesto por el escritor y guionista Arturo Arango, el antropólogo y activista social Dmitri Prieto, el filósofo Jorge Luis Acanda, el investigador y politólogo Hiram Hernández y el Premio Nacional de Literatura Leonardo Padura.
Esta será sin dudas una muy interesante manera de asomarse y tomarle el pulso al flujo de ideas en Cuba hoy, cada vez más diverso y caudaloso. Espacio Laical introduce este dossier reflexionando de este modo:
“Si algo caracteriza a nuestro presente es el aumento del debate público, sobre todo desde espacios focalizados en la sociedad civil. Los cambios acaecidos en la sociedad cubana en los últimos años y la expansión del ciberespacio en los centros urbanos y sus periferias han potenciado una mejor circulación de ideas dentro de la Isla. En medio de este contexto los intelectuales cubanos han acompañado, de forma creativa, el proceso de reformas que tiene lugar en el país. Espacio Laical ha convocado a un grupo de ellos para dialogar sobre la marcha del proceso de reformas y los vínculos entre intelectualidad, debate público y servicio a la nación.
A modo de abrebocas, Oncuba presenta algunos fragmentos muy sugestivos, de las intervenciones de estos panelistas:
Arturo Arango: No soy economista, ni sociólogo, ni politólogo. Dedico la mayor parte de mi tiempo a concebir historias ficticias y a enseñar a pequeños grupos de jóvenes cómo se articula una historia, cómo crear seres que parezcan humanos aunque nunca pasarán más allá de la condición de personajes. Esta profesión implica vicios, manías: la de observar, en primer término, y luego la de intentar comprender el sentido de esos trozos de realidad que, por alguna razón, permanecen en nuestra memoria. Entonces, ¿qué significa, por ejemplo, el cambio de paradigmas estéticos que se advierte en el cubano de hoy? La imagen, pongamos por caso, de un hombre vestido con una camisa a cuadros, un resplandeciente sombrero tejano, que conduce un convertible construido hace sesenta años y en perfecto estado de conservación, ¿qué nos dice? O la escena del dueño de una cafetería de éxito que maltrata a su camarera porque se ha equivocado al servir un jugo y, delante de los clientes, la amenaza con el despido, ¿qué significa? En el primer ejemplo, estoy ante una imagen que remite a La Habana de los años 50, o a la duplicación de esa imagen del otro lado del estrecho de La Florida: entre el pasado capitalista o la mirada colonial a Miami. En el segundo, frente a una combinación de la ineficiencia en los servicios que hemos padecido por décadas y el esquema capitalista de dueño contra empleado sin protección. Entre esa empleada y una emigrante ilegal del tercer mundo en un país desarrollado hay pocas diferencias.
Hiram Hernández: El discurso de Raúl Castro el 26 de julio de 2007 abrió un debate sobre la necesidad de asumir un modelo económicamente viable. Comenzó un proceso que tuvo como corolario la consulta sobre el “Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social“. En otros momentos de la historia de la Revolución se efectuaron llamamientos a la consulta popular, pero -comparado con la opacidad de los anteriores- el ocurrido a lo largo del 2010 fue el más extenso y transparente. El mismo logró modificar y ampliar en más de la mitad el contenido inicial del proyecto presentado.
El VI Congreso del PCC refrendó en los Lineamientos la estrategia para la “actualización económica”. La que supone modificar principios y procedimientos que por décadas “sostuvieron” el sistema económico cubano, a saber, el predominio exclusivo de la propiedad estatal, el riguroso plan central, la concentración en las decisiones y la supresión del mercado. En el nuevo modelo el Estado debe desprenderse de las actividades no estratégicas, estimular la iniciativa individual y erradicar el “igualitarismo”. Persiste en su definición socialista en tanto refrenda la prestación gratuita y universal de los servicios de salud y educación, reafirma que se impedirá “la concentración privada de la propiedad” y que “ningún cubano quedará desamparado”.
Las reformas en curso impactan el mapa social sobre el cual los cubanos desenvuelven sus vidas. El propósito de proceder en dirección a la “eficiencia económica” y la eliminación de torpes restricciones -comprar un celular, vacacionar en un hotel, compraventa de viviendas, viajar sin costo adicional por el permiso de las autoridades oficiales, etc.- suscita insumos de apoyos hacia el sistema político y amplía las expectativas sobre la consecución del proyecto de vida personal en el país.
Hay señales positivas: el estímulo otorgado al mercado de servicios y la libre contratación de trabajo suponen la ruptura del monopolio económico estatal; el llamado a distinguir entre Estado y Partido; la limitación del mandato para los más altos dirigentes; el reconocimiento de la pluralidad y la convocatoria a ejercer un periodismo no aburrido y crítico.
Dimitri Prieto: Crear un verdadero mercado mayorista. Crear posibilidades para un efectivo autoempleo individual (personal) y colectivo (cooperativo, autogestionario) que eleve el sentido de la dignidad humana y no disfrace de manera descarada viejas mecánicas explotadoras, sexistas y violentas, en un final, capitalistas a lo Tercer Mundo. Donde no haya autoempleo veraz debe haber derecho a huelga.
El lugar del salario y de la plusvalía en nuestra economía (y a la larga la distribución del esfuerzo en cada hogar, porque ¿alguien sabe cuánto contribuye el trabajo doméstico reproductivo, generalmente femenino, a la Renta Nacional?) deben ser discutidos a la luz del sol y “a camisa quitada”, y no ser más objeto de vergonzantes y públicos ocultamientos ideológicos, como lo hemos visto en lamentables escenas de una gran reunión política que salió por la televisión. Igual debe discutirse en general cómo y por quiénes se decide actualmente la (re)distribución del producto interno bruto de Cuba.
Pienso que una buena fórmula concisa debe ser:
“Economía con mercado, nunca Economía de mercado:
Emprendimiento siempre con Empoderamiento”.
Leonardo Padura: Hay una reforma sin la cual no es posible plantearse un futuro económico para Cuba, y es la solución de la trampa de la doble moneda, cuya existencia deforma todos los niveles de la economía, desde la macro hasta la doméstica. Debe haber una reforma más estructurada en la prensa, porque no creo posible cambiar un país como Cuba sin que se revolucione la forma de expresarse la opinión y la información, pues todos los grandes medios responden al mismo conglomerado político que es del gobierno-Estado-Partido y en esencia responden a sus intereses y políticas. Pero hay otro cambio, cuyos efectos van de lo económico a lo político, pasando por lo social, lo legal, lo intelectual y por todos y cada uno de los componentes de la sociedad, que es el libre acceso a Internet de los ciudadanos. Me explico… Creo que el mundo de hoy está viviendo en una nueva era, más que en un nuevo siglo o etapa histórica. Una era nueva: la digital. Hoy en día prácticamente todas las relaciones económicas, sociales, incluso políticas, por no hablar ya de la información, el conocimiento, y hasta el ocio, pasan por el mundo digital y la Internet. Cuba no puede aspirar a modernizarse, a cambiar, a evolucionar, sin el acceso masivo a Internet, lo cual implica un uso generalizado por sus ciudadanos, no solo por sus instituciones. Hoy en día, hoy mismo, el estado de las comunicaciones en la isla es calamitoso. Con mucha frecuencia llegas a un banco para hacer una operación y te encuentras con que “el sistema está caído” y no puedes hacer esa operación; o que no puedes renovar un documento –carnet de identidad, licencia de conducción- porque el mismo sistema está igualmente caído… y eso es lo más pedestre en ese terreno amplísimo, aunque son ejemplos demostrativos de dos cosas: que si técnicamente no se resuelve el problema del acceso a Internet, el país no puede funcionar; y, segundo, que si no resuelves esas dificultades técnicas y abres el uso de Internet a la sociedad, los cubanos seguirán siendo ciudadanos del siglo pasado, que acumularán un retraso de conocimientos, habilidades, posibilidades que con mucho, mucho trabajo será posible y necesario superar (el retraso). Tal vez se haya hecho una lectura estrecha, solo política y desde el presente, de lo que significa el acceso a Internet y se haya reducido su esfera de acción a la información que la gente puede manejar, aunque es solo una parte de ese universo.
Jorge Luis Acanda: (…) prefiero hablar de “intelectuales” y no de “intelectualidad”. Muchas veces con este último concepto se designa solo a escritores, periodistas y artistas. Y no es que la labor que ellos ejercen no sea importante para la construcción y reconstrucción constantes de la hegemonía de una clase social, sino porque no son los únicos que juegan un papel en la difusión de ideas, valores, representaciones, socialmente aceptadas. Pongo solo dos ejemplos: la escuela (sobre todo en las edades más tempranas, por lo que tendría aquí que incluir a los círculos infantiles) y la televisión son dos agencias de socialización sumamente importantes. Por lo tanto, dos espacios fundamentales de producción de sentido, de construcción de hegemonía o de contra-hegemonía. Siendo así, no podría dar una respuesta única que intentara dar una visión globalizadora de los desempeños actuales de tan diversos grupos profesionales. Incluso si tomáramos tan solo a aquellos que tienen una tribuna pública más visible, como periodistas, escritores (con ello quiero decir los que escriben ficción: novelistas, poetas) y artistas (actores, pintores, escultores, etc.), tampoco podríamos hacer un juicio unívoco, pues todos ellos no actúan desde una unicidad de intereses, posiciones sociales de partida y creencias. Para mí, la clave estaría en que aquellos que tienen las mayores cuotas de poder faciliten, con sus diversas formas de ejercicio de ese poder, la construcción colectiva de espacios de socialización de las personas, espacios que conduzcan al desarrollo en ellas de aquellas potencialidades y capacidades que los hacen ser verdaderamente humanos. No son precisamente la creencia en dogmas, el individualismo posesivo o la racionalidad instrumental los que promueven la libertad ni la democracia.
Foto inicial: Angel Vázquez Rivero