Los bicitaxis ya son parte imprescindible del paisaje urbano de cualquier lugar de Cuba, aunque creo difícil que haya alguno haciendo viajes en la Loma de La Farola, allá en Guantánamo. Doblo la esquina y una familia se está mudando. Me pregunto cómo es posible que todo aquello quepa en el bicitaxi. “¡Aquí hay un salvaje! ¡Yo me echo esta mudada en tres viajes!” Dice el pedalista lleno de sudor y con olor a bielas. Luego encuentro uno entusiasta de la cultura urbana. Pedalea a mi lado ¿conversando? con ¿la misma parejita de hace un rato? No puedo ni escuchar mis pensamientos, el reguetón a todo volumen estremece la calle a su paso como si fuese un mamunt caminando por Centro Habana.
Un bicitaxi puede llegar a costar hasta 600 cuc según las adaptaciones y confort que tenga. Una amiga me comentó que alguien en Miami renta varios bicitaxis comprados en La Habana, para con ese dinero mantener a la familia en Cuba. Ya yo no dudo nada… La Habana está llena de bicitaxis con carteles ingeniosos y simpáticos, expresión palpable de por dónde se mueve el habla y la filosofía popular. !Cómo resuelven los bicitaxis! Una tirada rápida por las estrechas calles de La Habana Vieja te sale en 1 CUC, si vas con un extranjero te regatean hasta dos, si va el extranjero solo, el bicitaxi sale más caro que un Panataxi (un auto rentable en divisas). No hay rincón de cualquier la ciudad donde no se conozcan los bicitaxistas y eso es una ayuda extraordinaria para cualquiera.
Así que aunque te saquen un susto en la calle, casi te aplasten en un callejón estrecho o te fusilen con la música a todo dar, estos vehículos ecológicos son más que medios de transporte, son parte de la cultura y tradición de las ciudades cubanas. ¡Disfrútenlos!