Valeriano Crespo huye del tema como de la muerte. Cada vez que lo toca, la voz se le quiebra y se le aceleran los nervios por la impresión.
Así y todo, dice que tiene suerte. Cándido e Higinio perdieron el habla para siempre, y Baldomero, otro de los que en su momento intentó sacar el cofre del musulmán, y hasta llegó a arrancarle una argolla, murió a los pocos días.
Todo sucedió cuando era apenas un niño, hace ya más de 50 años. Valeriano se dedicaba a pasar de una orilla a otra del estero de Boca de Galafre en un bote, a las personas que llegaban hasta la costa para cazar cangrejos.
Aquel día, mientras esperaba un pasajero, él mismo se puso a coger algunos para entretenerse. En eso andaba, cuando dio con un hoyo en el que notó algo extraño, y comenzó a cavar.
En el fondo del hueco apareció una caja de bronce. “Con veinte trabajos logré descubrirla completamente, y correrle la tapa para ver qué tenía. En su interior, había joyas y barras de oro”.
Medio siglo después, Valeriano asegura recordarlo todo claramente, como si hubiera acabado de suceder, pero no tiene idea de lo que pasó en lo adelante.
Al cabo de once días, cuando recobró el conocimiento en el hospital, le dijeron que lo habían encontrado tirado sobre la arena. Del cofre nadie mencionó palabra.
Con el tiempo, Valeriano ha llegado a admitir que pudo ser el gas que se genera cuando el oro permanece demasiado tiempo encerrado, lo que lo aturdió, y que tal vez el aguacero de aquella tarde, volvió a sepultar el cajón de bronce.
Sin embargo, siempre ha tenido la impresión de haber sido una víctima más de la maldición que rodea a la caja del musulmán.
Dicen que la leyenda ha venido rodando desde hace siglos. Gustavo Luzardo, un pinareño de 77 años, la escuchó por primera vez de boca de su padre, quien supo de ella cuando trabajaba como mayoral en el central Galope, hacia 1920.
“Los obreros del ingenio y los campesinos hablaban de eso con frecuencia, y decían que era una historia que venía de atrás”.
Sobre el origen existen muchos puntos oscuros. Se supone que el nombre del musulmán esté asociado al corso y la piratería, un fenómeno que dejó sus huellas por toda la costa sur de Pinar del Río. Y por supuesto, se cree que la caja misteriosa contiene un tesoro, aunque de todos los que la han “encontrado”, Valeriano es el único que asegura haber hurgado en su interior.
En los últimos 100 años, no son pocos los que refieren haberla visto, siempre en algún punto del estero de la Machina, cerca de la playa de Boca de Galafre, en el municipio pinareño de San Juan y Martínez.
“Añá Báster fue uno de los que trató de sacarla, y me contaba que si no llega a andar rápido y corta la soga con su puñal, la lancha se le hunde”, recuerda Luzardo.
Aunque nadie ha podido mostrar una prueba convincente de la existencia de la caja, Luzardo vive convencido de que la leyenda es real.
“Añá no metía mentiras, ni le tenía miedo a nada”, dice, y advierte que no es el único testigo. “Hay otras personas que también me han comentado que la vieron. Gente seria, incluso militantes del Partido”.
A sus 87 años, Osmundo Díaz opina lo mismo. “Yo conozco a un hombre, Higinio el cangrejero, que trató de cogerla y perdió el habla. El secreto de lo que hay alrededor de esa caja, no lo sabe nadie”.
Mucho tiempo después de su primer encuentro con el cofre del musulmán, siendo ya adulto, Valeriano Crespo accedió a volver a buscarlo, junto a dos extranjeros que no se sabe cómo supieron del tema, y llegaron hasta su casa con un equipo para detectar metales.
“Alguien les contó lo que me había pasado y vinieron hasta aquí. Eran un americano y un japonés”, afirma Valeriano. Pero las cosas volvieron a salir mal.
“Cuando ya estábamos a 20 metros del lugar, las baterías del equipo se reventaron, y hasta se le quemó la camisa a uno de los hombres”.
Después de esta segunda experiencia, no le quedaron dudas de que tal como cuenta la leyenda, existe un maleficio que protege la misteriosa fortuna.
“Por ello, nunca más he querido hablar de eso con nadie y siempre le doy de lado a la gente que viene a verme para que los guíe”, dice.
Jubilado y con 64 años, después de una larga trayectoria como pescador, Valeriano está consciente de que hay muchas personas que no creen su historia.
Aun así, insiste en que todo es tan cierto, como ese mar agitado y revuelto que baña las costas de Boca de Galafre. Y para despejar cualquier duda sobre su lucidez, advierte: “Yo soy una gente informada, que estudié y hasta fui profesor en las escuelas de la pesca”.
“Bermudes” es el nombre del Musulman. Nadie le puede tocar su tesoro. Valeriano esta vivo de milagro.
Hola…
Quien fue el musulman? Pprque dejo su tesoro alli? Podria el caballero ampliar un poquito.
Un atento .saludo.
Omar Perez
Tremendo trabajo este. Muy interesante. Buena historia, periodista
Interesante. Nunca había escuchado esa historia…
Si, otro buen escrito de Ronald. Ameno y fácil de leer.
buenas historias siempre trae ronald, es un excelente periodista.
Hola muy buena a todos.
Que de verdad hay en todo eso? Quien fue el ” musulman” ? Y porque dejo el tesoro alli?
Nadie a podido llegar? Sin dudas una bonita historia