Es 14 de febrero y nos lo dicen las tiendas, los puestos de flores y los vendedores ambulantes. No pocos saben que en fin se trata de un pretexto para invitar al consumo, pero aún así la gente agradece el convite de regalos y besos.
Esta muestra de Kaloian Santos Cabrera toma como punto de partida el beso; imágenes tomadas en diferentes lugares de Latinoamérica que provocan también otras lecturas más allá del beso mismo. ¿Quiénes se besan? ¿Qué hace del beso un símbolo tan fuerte, que trasciende códigos y convenciones culturales? ¿Por qué nos besamos?, se pregunta el autor e impela con sus fotos a algunos amigos en busca de respuestas.
El sociólogo argentino Horacio González dice entonces: “Un beso es un acto íntimo, y nunca deja de ser íntimo –en su obcecada costumbre– por más que se convierta en un espectáculo público. La esencia del beso es la capacidad de suspender el mundo por un instante y arrojarlo por la borda, con magnífico desdén. El beso es ese misterioso contraste entre lo irreductible de la intimidad, y las banderas espléndidas que pueden rodearlo. Pero se trata apenas de un rodeo, un merodear. Pero ninguna bandera, ninguna inscripción de la historia, se desmerece cuando un beso se deposita a sus pies, con revolucionaria indiferencia”.