Juan Mesa (Güines, 1953) y yo integramos en el siglo pasado una tropa de escritores y artistas que por un mes recorrió la Sierra Maestra. Según Martí, “subir lomas hermana hombres”. En nuestro caso, andar y desandar desfiladeros angostos, empinados y riesgosos hizo que el aserto se cumpliera cabalmente.
Nuestros encuentros casuales son una fiesta, pues nos sigue uniendo una corriente de simpatía mutua. Juanito es un hombre de humor afiladísimo, con gran capacidad de observación de lo que acontece en nuestras vidas. Desde hace tiempo vengo tendiéndole un cerco amistoso para que se deje entrevistar, pero es “escurridizo, como un pez de tiniebla”. Hasta que ¡por fin! OnCuba lo encuentra cerca del Mediterráneo occidental. Quizás por añoranza del lejano país de origen o por cansancio —vaya usted a saber— esta vez accedió al diálogo.
Juanito es antropólogo y sacerdote de Ifá. Como profesor invitado, ha dictado cursos y conferencias en varias universidades de Cuba, Canadá, España y Estados Unidos. Entre sus publicaciones más destacadas se cuentan Dimensión cultural del desarrollo turístico (La Habana, 1992), The Religious System of Ocha-Ifá (Austin, 2007) y Las religiones caribeñas de ascendencia africana (Madrid, 2014).
Te conocí el siglo pasado como historiador, promotor y funcionario de una importante institución cultural, pero no como babalawo. ¿Cómo fue tu camino hasta llegar a ordenarte dentro del complejo religioso de Ocha-Ifá? ¿Forma parte de una tradición familiar?
Mi camino al encuentro de las religiones de ascendencia africana nunca transitó por el ámbito familiar.
Como la mayor parte de mi generación, fui bautizado en la Iglesia Católica, Apostólica y Romana al nacer. Mis primeros estudios los cursé en un colegio de orientación presbiteriana: el Kate Plummer Brian Memorial, de la ciudad de Güines, hasta la nacionalización de la enseñanza en 1961. Más tarde, orienté mis pasos a las Ciencias Sociales, a saber: Historia y, definitivamente, a la Antropología Teológica. También la Promoción Cultural.
El estudio de las tradiciones cubanas y el acercamiento a las formas de pensamiento que han influido de alguna manera en lo que somos fueron la vía que transité hacia el sacerdocio de Ifá.
A mediados de la década de los 80 del pasado siglo, la vida me llevó a África por más de dos años, allí se creó un vínculo más consciente y estrecho con el pensamiento tradicional africano.
La paulatina identificación con ese modelo de pensamiento —que se expresa desde la diversidad que le aportan las especificidades regionales del mundo subsahariano—, fue clave en la toma de esa decisión.
¿Cuál es tu nombre dentro de la religión y qué significa?
Mi nombre es Fatumbi (nacido de nuevo por la gracia de Ifá), aunque en Cuba nos identificamos habitualmente por el odun que nos asignó Orula para cumplir nuestra misión.
Por lo que sé, en los últimos tiempos simultaneaste tu condición religiosa con el trabajo en una institución estatal. ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Tuviste dificultades para armonizar ambas facetas de tu vida? ¿Cuál de las dos era más demandante?
No considero que hubiese contradicción entre el ejercicio del sacerdocio y haber cumplido con la docencia, la investigación y el diseño y organización de procesos culturales. De hecho, no soy el primero ni el último sacerdote que realiza varias funciones a la vez. Es cierto que no queda margen para el aburrimiento; como es sabido, el babalawo “siempre tiene algo que hacer”. Para mí, esa práctica ha contribuido a organizar mejor el tiempo, perfeccionar la disciplina de trabajo y de estudio, y, sobre todo, a ejercitar la humildad, que es uno de los pilares del buen carácter.
No puedo olvidar que tengo a mi favor compartir mi vida con Ana Ofelia que, por demás, es iyalorisa y apetbí iyafá. Ella también tuvo responsabilidades al frente de instituciones culturales, lo que contribuye sobremanera a que la armonía fluya en la Casa Templo y en la complementación de funciones rituales.
La práctica religiosa exige investigación y estudio; ese rigor debe formar parte de la cotidianidad. En mí se corresponde con una inclinación vocacional, por tanto, es un placer. Mi trabajo investigativo y docente está muy vinculado con aspectos propios de la religión, por lo que el disfrute es doble. En ese sentido, como dijo el poeta: “No se culpe a nadie de mi muerte”.
Existe la creencia de que la regla de Ocha-Ifá tiene, para el practicante, un carácter utilitario, que mientras “tengas contento” al orisha que te rige, puedes hacer cualquier cosa, incluso transgredir la legalidad y la moral. ¿Es así?
Esa tendencia a intentar descalificar lo que viene de África —además del tufo racista que destila—, demuestra una profunda ignorancia en el conocimiento de los principios que contiene el corpus doctrinal del Complejo Religioso Ocha-Ifá. Sucede como en los planisferios con que nos enseñaron geografía alguna vez, donde se ningunea alevosamente la verdadera dimensión del continente africano, en el que cabrían, con holgura, los territorios de Estados Unidos, China, India, Japón y Europa occidental juntos.
La propia terminología que se usa para tales fines, como “cultos sincréticos”, “prácticas mágico-religiosas”, “santería” y otras “perlas” de ese corte pretenden describir a nuestra religión como un conjunto de prácticas utilitarias carentes de contenidos: brujería, fetichismo, animismo o magia blanca o negra, según creen observar, lo que los lleva a confundir sus observaciones con la realidad y a sus versiones de lo observado con la verdad.
Nuestro texto sagrado (Igbi bogbo fá), contiene un código ético que vale la pena consultar, incluso por quienes no son religiosos. No estoy hablando solamente de los denominados “dieciséis mandamientos” contenidos en el odun Ika Fun. Los principios religiosos que están a lo largo de todo el texto, en los 256 odun, exigen honestidad, hablar siempre la verdad, entendiendo la verdad como “la palabra que no se corrompe”; hacer el bien y hacerlo bien, recordar que “un corazón limpio vale más que todo el oro del mundo”.
En él se promueve la modelación del carácter, la vida en armonía consigo mismo, con los semejantes y con la naturaleza, trabajar en el mejoramiento propio para alcanzar iwa pele (buen carácter), iwa tawa (carácter armónico) e iwa l’ayé (carácter natural), hasta llegar al eniyán gidí o comportamiento virtuoso. El ideal social estaría signado por un estado de bienestar general.
Se ofrece la oportunidad para la rectificación del camino al que cometió errores, se propugna la práctica de la piedad y la humildad. Se educa en la paciencia y la perseverancia; se exhorta a diferenciar el lodo de la arena, a ser solidario, a abandonar la soberbia, a cultivar la sabiduría, a reconocer a la mujer en toda su dimensión y respetarla, y a nunca confundir valor con precio.
En esencia, la conducta del babalawo debe caracterizarse por la honradez, la paciencia, la sensatez, la resiliencia, la perseverancia y una alta dosis de humildad.
La ritualidad está basada en el sacrificio como vía de encaminar el esfuerzo hacia una vida mejor y a una buena muerte. El vínculo con las energías naturales, selectivas y conscientes, es decir, con los orishas1 depende del alineamiento de la conciencia y el proceder del individuo con el ashé que las divinidades emiten.
En resumen, la mejor forma de “mantener contentos” a los orishas es seguir una línea de conducta que te haga mejor persona.
Durante el llamado Período Especial se verificó un rápido crecimiento en las congregaciones religiosas de diferentes confesiones. Por primera vez aprecié el surgimiento de cierto carácter mercantil entre algunos babalawos.
Durante el denominado Período Especial, se hicieron más evidentes algunas tendencias al mercantilismo, que siempre existieron y siempre fueron y siguen siendo minoritarias, pero en tiempos difíciles los miserables tienden a salir del armario. Elementos inescrupulosos siempre han existido dentro y fuera del ámbito de las religiones de ascendencia africana.
Lucrar con los principios, prometer lo que no vas a cumplir, mentir deliberadamente, abusar de la confianza que alguien depositó en tu posición, usar la demagogia como instrumento de persuasión, alterar los honorarios, no te va a granjear la bendición de Olodumare, tenlo por seguro.
Cuando alguien me dice que se sintió estafado o engañado por un supuesto babalawo, le respondo: enfádate con las personas, no con la religión. Tómalo como lección y mantén tu rumbo.
¿Los practicantes de la Regla de Ocha-Ifá, ahora que esas religiones populares no son oficialmente mal vistas, siguen aumentando en número? Supongo que no hay estadísticas para afirmar una cosa o la otra, pero apelo a tu capacidad de observación.
Desde el Período Especial, pasando por otros —que no han sido oficialmente bautizados— y hasta el sol de hoy, también he notado que el interés por acercarse a nuestra religión se mantiene, pese a la carestía de la vida y a lo difícil que se torna cada día acceder a los elementos que se usan en los rituales. Ciertamente, no cuento con estadísticas, pero lo que observo es la creciente y notable vitalidad de esta denominación religiosa.
Por cierto, amigo, ¿qué son las religiones populares? ¿Es que hay alguna impopular?
Tuve la oportunidad de cubrir como periodista la visita a Cuba de Juan Pablo II. En esa ocasión me llamó la atención que el Papa se reuniera con los líderes de todas las confesiones religiosas, menos con los babalawos y taita-ngangas. ¿Es que la iglesia católica no los considera una religión?
Cuando Su Santidad Juan Pablo II visitó Cuba, creo que, en efecto, no se entrevistó con representantes de religiones de ascendencia africana. Desconozco el porqué. Pero la realidad es tozuda y existe independientemente de los deseos o las consideraciones de alguien, por muy importante o prestigioso que sea. En mi religión no discriminamos, incluso atendemos a cualquier humano que requiera de nuestros servicios, sin preguntar si tiene otra confesión, o si es ateo, cuál es su credo político o su orientación sexual.
La jerarquía, en nuestra religión, no cuenta con una única figura que resuma y ostente toda la representatividad de nuestra comunidad religiosa, algo que siempre debería estar repartido. La aceptación o no por parte de los centros del poder es algo que facilita o entorpece el normal desenvolvimiento de una labor, pero nosotros contamos con una experiencia notable como cultura de resistencia. Durante siglos hemos estado lidiando con discriminación, menosprecio, represión y descalificaciones de toda índole. Esta religión, pese a ello, mantiene una vitalidad envidiable. Paciencia es virtud, resiliencia es triunfo.
¡Ah, olvidaba un detalle! Luego de su labor en Cuba, el Santo Padre visitó Nigeria, donde también realizó su valiosa labor pastoral. Tal vez haya ido por alguna información adicional a la “casa matriz” de lo que no reconoció aquí.
¿Es cierto que para varios ritos de la Regla de Ocha-Ifá el practicante tiene que estar bautizado por la iglesia católica?
En muchas Casas Templo existe la tradición de requerir el bautismo cristiano como paso previo al proceso de iniciación. Ese detalle, que no es menor, tiene sus orígenes en el largo y doloroso proceso de adaptación y obligada transculturación por el que tuvieron que pasar las religiones africanas a su llegada a nuestra tierra. Todo había que enmascararlo de catolicismo para subsistir, había que “blanquear” la imagen de los orishas. Incluso, ya en pleno siglo XX, las casas templo casi siempre decoraban sus salas —que era lo visible desde la calle— con un altar plagado de santos católicos, a los que se les rendía tributo, en tanto se les identificaba de alguna manera con los propios orishas —que se colocaban en alguna habitación interior, para evitar la vista de extraños—, de ahí nace el término “santería“, que en un principio tuvo un carácter despectivo.
En tu currículo veo que has sido invitado a varias universidades del extranjero a impartir conferencias. ¿Existe en nuestras universidades interés por enseñar a nivel académico las religiones caribeñas de ascendencia africana?
Percibo un lento pero creciente interés en las instituciones académicas y culturales con las que he trabajado fuera de Cuba, por la impronta africana en América. Desde mi modesto criterio, creo que el estudio del pensamiento tradicional africano —por no hablar ya de religiones—, sigue siendo una asignatura pendiente en el ámbito académico cubano. Me resulta difícil entender que se estudien las manifestaciones danzarias, musicales, performativas y visuales de origen africano y no el pensamiento que les dio vida. Es contradictorio, y me preocupa que algo que forma parte sustancial de nuestro acervo no forme parte de nuestra conciencia colectiva. Esto lo he reiterado en muchos foros. Parece que habrá que seguir perseverando.
Ahora estás fuera de Cuba. ¿Estás enterado de los resultados de la ceremonia de la Letra del Año? ¿Puedes comentar para nuestros lectores los aspectos más importantes a observar durante 2024?
Como estoy fuera de Cuba temporalmente he demorado algo en informarme sobre las Letras del Año que tradicionalmente se determinan por la Comisión que lleva el nombre de Miguel Febles y por la institución religiosa Asociación Cultural Yoruba de Cuba (aunque hay Casas Templo que determinan su propia letra, y lugares como Palmira, en Cienfuegos, donde esta tradición es de las más antiguas del país).
Este ha sido un instrumento particularmente valioso para determinar los rasgos del ciclo vital que nos tocará vivir en ese nuevo período de tiempo. Habitualmente, no coinciden, y eso se debe a muchos factores, como pueden ser los horarios en que hayan comenzado exactamente las ceremonias, la tendencia litúrgica utilizada en cada ritual y otros contextos que puedan influir en los locales donde se celebran. Vale mucho el enfoque y la redacción del documento que se hace público por cada comisión organizadora, pues ese grupo de indicaciones, mientras mejor reflejen la palabra de Ifá, aportará mayor precisión al pronóstico y la guía que pretende ser. Reconozco que me gustaría que ambas entidades emitieran una sola predicción, algo que ya se experimentó, pero que parece no haber prosperado en el tiempo. Tradicionalmente, sigo la de la Comisión MF, pues he preferido no afiliarme a ninguna institución religiosa ni de otro tipo, aunque respeto mucho la labor que realizan. Siempre adecuo el ebbó (sacrificio) y el discurso al entorno de mi comunidad religiosa, previa consulta con Orula. Te recuerdo que la Letra del Año es un pronóstico, acompañado de recomendaciones para evitar o minimizar las dificultades que pueden presentarse, para lo cual se consulta el oráculo de Ifá.
Como ambas entidades han explicado sus predicciones con claridad, te comentaré de forma sucinta algunos aspectos que me parecen de interés.
La Institución Religiosa Asociación Cultural Yoruba de Cuba determinó que el odun Irete Suká regirá 2024, con iré (bienestar) de estabilidad a través de Azojano (Babalú Ayé). Este odun se desprende de la conjunción de dos matrices primarias que son Irete y Otura, ambas responden a la descripción de ciclos vitales evolutivos. Básicamente, en el plano metafísico Irete es determinación y orientación hacia la buena fortuna, movimiento hacia la transformación propia, en caso de tener una tendencia al iré. Cuando la tendencia es al osogbo (perjuicio, daño, negatividad), se transita hacia la tozudez, la intransigencia y la soberbia.
Por su parte, la matriz Otura transporta a los orígenes de la visión mística, al alineamiento de la conciencia con los tiempos fundacionales y con El Creador. Cuando en la lectura tiende al osogbo, entonces primará la confusión, las dudas insalvables y el camino erróneo.
La combinación de las características de ambos principios conforma a Irete Suká. Por tanto, uno de los peligros de los que advierte es que la corona del rey se coloque en la cabeza de un niño, la falta de rigor en los análisis antes de la toma de decisiones y los peligros que se corren cuando las comprobaciones, el celo y la vigilancia se convierten en obsesión, y de llevar a extremos las conclusiones de los análisis. También alerta de lo erróneo de un camino que atente contra la estabilidad, la unidad y el buen desarrollo de la familia, y de la importancia de la educación de las nuevas generaciones en un ambiente armónico.
La Comisión Organizadora de la Letra del Año Miguel Febles concluyó su diagnóstico con el odun Iroso Umbo y una predicción tendiente al osogbo con peligro de enfermedades y tragedias. Las matrices de este odun son Iroso y Ogbe. La primera responde a la descripción de los ciclos vitales evolutivos y la segunda está dentro de las que ubican esos ciclos en tiempo y espacio. Iroso representa el legado ancestral, el linaje, la guía familiar y la herencia genética. Cuando prima el osogbo, aparecerán malformaciones congénitas, degradación y negación de valores ancestrales. En tanto Ogbe representa la luz, la vida, la expansión y la alineación con el destino; si tiende al osogbo, se traduce en arrogancia, prepotencia y alejamiento del buen carácter. Por tanto, la letra advierte de un posible deterioro del nivel y las condiciones de vida, sobre todo de las personas vulnerables, de la necesidad de atender a los ancestros con disciplina y rigor, de estar alerta por la aparición enfermedades respiratorias agudas, del control de los niveles de glucosa en sangre, de reforzar las medidas higiénicas y sanitarias, del peligro de derrumbes y aplastamientos y de la importancia del sacrificio y la perseverancia para lograr los objetivos en la vida (“El sacrificio será recompensado”). De acuerdo con esta letra, el babalawo no debe recibir honorarios por el ebbó que realiza.
¿Cuán grande es tu familia religiosa? ¿Tienes un mensaje para ellos?
Mi familia religiosa es una numerosa corporación a la que pertenecen mis ancestros biológicos y espirituales, mis mayores, mis maestros, mi compañera, mis hijos, mis nietos, mis hermanos —de sangre o no—, los más de doscientos “ahijados” de quienes me ocupo regularmente y que tienen ya algún grado de iniciación, los que se incorporen a ella, los que la abandonen y aquellos que están por nacer, con quienes compartiré mi energía cuando pase a la dimensión espiritual de la existencia. Mi mensaje para ellos es y será siempre portador de todo el amor que me quepa en el pecho.
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Dos babalawos amigos hicieron llegar sus saludos para los lectores de OnCuba en el año que comienza.
Axel Presas (Awó ni Orúnmila Otura Meyi):
Deseo que todos disfruten de buena salud y prosperidad en este 2024. Es muy importante entender que la buena naturaleza humana nos lleva a conseguir una mejor estabilidad en nuestras vidas. Que todos podamos disfrutar de la prosperidad que deseamos. Los buenos premios demoran, pero más tarde o más temprano llegan. Mis mejores deseos para todos en este nuevo año. ¡Igború Igboya!
Gerardo Frómeta Hernández (Ifátóóyangàn):
Mi deseo es que este 2024 sea un buen año. Para que esto suceda, los seguidores de Ifá deberán ofrecer ebbó y lavar su pierna izquierda en el río; los detalles del ritual son competencia de los babalawos. Es imperativo que no envíen a emisarios a hacer sus cosas importantes, deberán hacerlo personalmente.
Que el odù Esekan Ola les traiga todas las bendiciones. Aború aboye.
Nota:
1 Como es frecuente en el tratamiento de estos temas, la transcripción fonética de términos pertenecientes a la lengua yorubá pueden diferir levemente de la que usan otros entendidos en la materia. Aquí respetamos la grafía que usaron nuestro entrevistado y los dos babalawos que suman sus saludos al final del texto.