Transcultura: Oportunidades para el arte y la cultura en el Caribe

La directora de la Oficina Regional de la Unesco, Anne Lemaistre, expone los principales resultados de este programa centrado en el crecimiento de los jóvenes creativos de la región.

Desde 2020, la Oficina Regional de la Unesco en La Habana se ha convertido en un puente entre Cuba, el Caribe y Europa. Ese es el sentido del programa Transcultura, que, a decir de la representante del organismo en la isla, Anne Lemaistre, les abre puertas a jóvenes de las industrias culturales y creativas del Caribe.

La directora de la Oficina conversó con OnCuba sobre el impacto de Transcultura en la vida de los noveles creadores caribeños, justo cuando comienza en La Habana un nuevo ciclo de cursos del mayor programa de la Unesco en América Latina y el Caribe.

Personalidades internacionales como el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien visitó la isla en septiembre pasado, se han interesado por la ejecución de Transcultura, iniciativa que ha beneficiado a más de 2 mil 200 jóvenes de la región.

¿Qué es Transcultura y cuáles son sus objetivos?

Transcultura es el mayor proyecto sobre las industrias culturales y creativas del Caribe, destinado a jóvenes entre 18 y 35 años de la región. Está financiado por la Unión Europea, a la cual agradecemos su apoyo.

En la Unesco hemos hecho por varios años estudios sobre las industrias creativas y culturales y nos percatamos de que tenían el crecimiento más alto entre todas las del mundo. Ahora representan el 3 % del PIB mundial y el 6 % de los empleos.

Aunque parece muy poco, ese crecimiento representa una oportunidad que se tiene que ofrecer a los jóvenes. Además, el sector creativo fue reconocido como la fuerza mayor de desarrollo humano a nivel mundial. En una región como el Caribe, que sufre por la migración y el desempleo en este grupo etario, había que aprovechar ese potencial. 

Transcultura tiene dos objetivos concretos. El primero es profesionalizar a estos jóvenes en su propia materia y ofrecerles formaciones de alta calidad en diferentes instituciones. Y lo segundo es que nos hemos dado cuenta de que la formación está bien, pero no es suficiente. Se tienen que dar oportunidades para construir futuros. Así que las ofrecemos, ya sea con nuevos mercados dentro de la región y en Europa o con apoyo al emprendimiento cultural.

También introducimos todas estas industrias creativas y culturales en el turismo sostenible. Esta es una actividad especial en el Caribe; en algunos países constituye hasta el 60 % del PIB.

Estamos creando estos puentes culturales de oportunidades entre Europa y el Caribe.

Foto: H. Bejerano/UNESCO.

¿Por qué Cuba como sede y no otro país de la región?

Este proyecto ha tenido como inspirador al gran Eusebio Leal, quien tuvo este sueño por muchos años.

Al mismo tiempo, es también la constatación de una realidad. Cuba tiene una tradición cultural y artística de muchas décadas. Tiene instituciones fuertes en la materia, a las que hemos vinculado otras instituciones del Caribe, como la University of the West Indies, de Jamaica.

Hemos creado lo que se llama el Polo Caribeño de Formación. Dentro de este hay seis instituciones cubanas en diseño, cine, bellas artes, restauración y conservación.

¿Cuánto se ha hecho en Transcultura hasta la fecha?

Sería muy difícil resumirlo porque hemos hecho mucho. Más de 2.200 jóvenes se han beneficiado de este programa. Hemos organizado 40 formaciones en todos estos campos: cine, diseño de moda, baile, música, emprendimiento cultural.

200 instituciones culturales de Europa y del Caribe han participado en el programa. Por ejemplo, estamos trabajando con la Academia Musical Chigiana y la Bienal de Venecia, en Italia; con Berlinale, de Alemania; con FotoEspaña. Esos vínculos crean una red muy fructífera.

Hemos acogido a 150 emprendimientos culturales que fueron acompañados a través de asesoría, mentoría e incubadoras. Más de 150 artistas del Caribe se fueron a Europa a promover sus obras. Por ejemplo, en FotoEspaña, en mayo, tuvimos a 15 jóvenes del Caribe mostrando sus fotografías. Para algunos esa fue la primera vez en una feria internacional.

El año pasado nos fuimos al mercado de la poesía de París, donde algunas casas de edición van a apoyar la traducción de las obras de jóvenes del proyecto y también contribuirán con la visibilización y la producción de libros de poesía en inglés, francés y en castellano.

Gracias a Transcultura, la tresera cubana Yarima Blanco pudo asistir al prestigioso festival Womex y ha hecho giras internacionales.

Foto: H. Bejerano/UNESCO.

Tenemos también a un joven cineasta, Akley Olton, que ha ganado varios premios y ha podido producir sus obras gracias al programa.

La diseñadora de Barbados, Rhea Cummins-Jordan, ganadora del desfile de moda que hicimos en La Habana, está invitada al mayor desfile de moda de África, que ocurrirá en Lagos, Nigeria.

Estamos siguiendo a los beneficiarios y hemos creado lo que llamamos “Heraldo de oportunidades”, un boletín interno que circula entre ellos y sintetiza cada dos meses todas las oportunidades que existen en el Caribe y en Europa. A través de ese canal ellos pueden encontrar empleo, residencias artísticas, becas, apoyo al emprendimiento, ofertas que ni sabían que existían en el pasado.

Como usted decía, La Habana fue sede del desfile Fashion in da House. ¿Cómo valora esa experiencia? ¿Qué pudo disfrutar el público cubano?

Fue un evento maravilloso, no puedo decir otra cosa. Nos tomó meses de preparación. Lanzamos una convocatoria en todo el Caribe y seleccionamos a los que consideramos que eran los mejores diseñadores jóvenes del Caribe. Un jurado internacional lo decidió.

Los participantes tuvieron una semana de apoyo al emprendimiento de moda acá en La Habana con diferentes profesionales, entre ellos los propios miembros del jurado.

Los jóvenes tenían que terminar la colección que habían preparado para el desfile. Presentaron solamente tres piezas porque, por razones de tiempo, no podíamos aceptar más. En el concurso seleccionamos a los tres primeros mejores diseñadores del Caribe. 

Las cuatro ganadoras de Fashion in da House junto a Anne Lemeistre, representante de la UNESCO en Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez

Por el trabajo realizado, Transcultura recibió un premio de Naciones Unidas. ¿Qué representa este reconocimiento?

Transcultura obtuvo el UN SIDS Partnership Award, que es un premio en la categoría social, por la capacidad de crear un ecosistema vibrante y transformador en las vidas de los jóvenes en el Caribe. Nos llena de mucho orgullo. Es un reconocimiento de alto nivel que destaca nuestra contribución a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como la igualdad de género.

Este es un punto que vigilamos mucho. Tenemos cursos que favorecen el emprendimiento femenino, pero también estamos pendientes a que en nuestras selecciones haya paridad de género. Además, promovemos la diversidad y el emprendimiento cultural, la fuerza de la cultura como motor del desarrollo sostenible.

Esa es una filosofía de la Unesco que va mucho más allá de Transcultura, pero en la cual creemos mucho. Es decir, lo que garantiza la sostenibilidad del desarrollo es la cultura. No como sector de emprendimiento, sino la cultura en su definición antropológica, que es la manera en la que vivimos, dormimos, comemos, nos vestimos, nos relacionamos, enterramos a nuestros muertos, nos casamos… todos estos aspectos de la vida.

El desarrollo puede tener sus raíces en la cultura de cada pueblo y promoverla es incentivar lo propio. Estamos muy agradecidos a la Unión Europea por habernos permitido demostrar que la cultura es motor del desarrollo sostenible.

El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, visitó las obras del futuro Colegio Santa Clara en septiembre de 2023. Foto: ONU Cuba.

¿Qué ocurrirá en el futuro con el proyecto?

El proyecto se va a acabar en algunos meses. Ahora estamos terminando la restauración del Convento de Santa Clara, que se va a transformar en el Colegio Santa Clara para las artes y las obras de restauración, una de las instituciones del Polo Caribeño de Formación.

Este va a ser un centro importante de capacitación de los jóvenes en algunos oficios olvidados, como la talla de la piedra, los vitrales, entre otros que la Escuela Taller de la Oficina Historiador mantiene y que vamos a ampliar y reforzar. También en conservación y en restauración, al servicio de todo el Caribe, y por qué no, de toda América Latina.

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