El periodismo ha sido para muchos un oficio concomitante, paralelo, pero no por ello menor. Escritores, maestros, abogados, científicos, lo han ejercido a la par de sus otras profesiones, no solo como una manera de engrosar su economía sino, sobre todo, como una vía para visibilizar sus criterios, para canalizar sus inquietudes, para participar en el debate social.
La Historia de Cuba no han estado ajena a estos empeños, gracias a la labor de importantes figuras de la prensa insular que, a través del tiempo y en diversas publicaciones, han dedicado parte de su obra a resaltar hechos, nombres y lugares, para que su legado y patrimonio no cayesen en el olvido. Uno de estos periodistas-historiadores lo fue el santiaguero Raúl Ibarra Albuerne.
Ibarra (Santiago de Cuba, 1901-1966) es considerado uno de los periodistas más notables del oriente cubano en la primera mitad del siglo XX. Desde muy joven se vinculó a este oficio, en el que desarrolló una reconocida carrera en publicaciones como La Región, Universal, Surco y Prensa Libre.
En especial, se recuerda su trabajo en el periódico Oriente, donde fue jefe de redacción y en el que mantuvo varias secciones sobre relacionadas con la historia local, entre ellas “Un día como hoy”, “De nuestro Santiago de antaño” y “Nuestras Calles”.
Su pasión por la Historia y, en particular, por la de su ciudad natal, lo llevó a preocuparse y ocuparse por el patrimonio santiaguero desde diferentes puestos que ocupó, entre ellos el de administrador del cementerio Santa Ifigenia. Luego, en la década de 1940, pasó a ser el historiador de Santiago de Cuba, puesto desde el cual desempeñó un valioso y necesario trabajo de rescate y divulgación de la herencia histórica de la urbe oriental.
Como parte de esa labor, defendió el cuidado de los monumentos, protegió la documentación del período colonial y las colecciones de la prensa, dirigió la reorganización del Museo Emilio Bacardí, y divulgó la historia local a través de charlas, libros y artículos periodísticos.
Entre sus obras se cuentan Narraciones y leyendas de Santiago de Cuba, siglos XVIII y XIX y Breve historia de Santiago de Cuba, entre otros textos de carácter histórico, aunque los especialistas consideran que sus publicaciones en la prensa fueron su creación más relevante en este sentido.
Como ejemplo de ello, les dejo entonces con un texto publicado en 1952 en el periódico Oriente, dedicado a uno de los sitios hoy emblemáticos de la urbe santiaguera –por entonces un proyecto en ejecución–, en el que historia y urbanismo se dan la mano para enaltecer a hombres –patriotas, libertadores– que lo dieron todo al servicio de Cuba.
***
Las estatuas de la Avenida de los Libertadores
Ya están terminados muchos de los monumentos que, para gloria de nuestra ciudad y asombro del resto de la República, serán instalados en la Avenida de los Libertadores, pues se trata nada menos que de los bustos de ¡29 Generales! que aportó la ciudad de Santiago de Cuba a la magna epopeya independentista.
¿Se han dado cuenta los cubanos lo que significó el aporte de Santiago de Cuba, que en la época en que se iniciaron nuestras luchas libertarias, apenas tenía 45 000 habitantes, el dar 29 jefes al Ejército Libertador, el primero de los cuales fue el más grande y maravilloso soldado de la Patria, el lugarteniente general Antonio Maceo Grajales?
Y eso que otros jefes no los encuadramos como nativos de Santiago, siéndolo oficialmente, ya que por ejemplo, los hoy términos municipales de Palma Soriano, Caney, Alto Songo, y parte de San Luis de la Enramada, eran barrios de nuestra ciudad, así como de El Cobre, donde otro grupo de invictos jefes, como los otros, hermanos Maceo, Paquito Borrero, Flor Crombet, los Cebreco, los Ducasse, Alfonso Goulet, Higinio Vázquez, Joaquín Castillo (el de Alto Songo), Panchito Pérez Garoz, Valeriano Hierrezuelo, Victoriano Garzón, etc.
Ahora bien, creemos que la colocación de los mencionados bustos no debe hacerse indiscriminadamente, creemos, por ejemplo, que en el lugar donde comienza la avenida, en su centro, donde existe una pequeña acera, debe ser colocado el del inmortal Titán de Bronce; frente al Palacio de Justicia, el del inolvidable general Rafael Portuondo Tamayo, que fuera el primer fiscal de la misma al terminarse la dominación española, como también frente al hospital Saturnino Lora, la de los generales Joaquín Castillo Duany y Porfirio Valiente, médicos distinguidos, el primero de los cuales fue el primer doctor de ese hospital al instaurarse la República y el otro alcalde municipal de Santiago, fallecido en ese mismo hospital, el 30 de marzo de 1900.
Huelga decir que, frente al cuartel Moncada, debe ir el del inmenso Guillermón, cuyo nombre ilustre ostenta ese establecimiento militar, y así sucesivamente, para que el simbolismo se conjugue con la historia, y se rinda doble homenaje a casi toda esa legión de Héroes Inmortales, que constituirán en sus emplazamientos una Avenida de los Libertadores, un motivo de suprema emoción patriótica, no solo para los que hemos tenido el honor y la dicha de nacer en esta mil veces gloriosa ciudad de Santiago de Cuba, sino también a los viajeros que lleguen a nuestra urbe, y se descubran con respeto ante los Gloriosos Libertadores, en medio del natural asombro que tiene que producir ese magno homenaje de Santiago a sus amados generales…
Repetimos que esta sugerencia que hacemos sobre la colección de los mencionados bustos en la Avenida de los Libertadores, cuenta con la aprobación unánime del Consejo Territorial de Veteranos de la Independencia y la hacemos legar al Sr. alcalde municipal, nuestro buen amigo Sr. Felipe Fernández Castillo, en la absoluta seguridad que nos complacerá y con nosotros a los viejecitos sagrados de la Patria, sin permitir que otras influencias prevalezcan en la instalación de esos monumentos.
Sera un digno homenaje ,que esten presents dia a dia entire la poblacion heroica de Santiago